Amor En Rojo 2: Legado

Carpio está en su despacho, se había servido una copa con el licor más fuerte que encontró, que acabó en un solo trago, para luego lanzar todo lo que había en el escritorio al suelo; no sabe en que pensar, hay un caos en el castillo, y nadie se atreve a molestar al rey. Luego se escucha el estruendo de la botella de vino golpeando contra la pared. El príncipe Sago mira los rostros compungidos y confundidos de las personas del palacio, decide intervenir, abre la puerta y cierra la puerta tras él.

- “¡Largo!”, gritó Carpio sin alzar la mirada, el coloso de Susumira está sentado en el suelo con la cabeza baja.

- “Sé que estoy en tu reino, pero siento que me voy a arrepentir si te dejo solo en estos momentos”, expresó Sago.

- “Es un desastre, mi vida es un asco, soy una maldita mierda que daña todo lo que toca. Debí darme cuenta, ¿quién maldita sea hizo esto?, y ¿por qué?”, inquirió Carpio, sintiendo rabia, frustración, dolor.

- “Sé que te duele todo, pero las cosas ya están hechas. Tienes cuarenta años y eres el rey de Susumira, esta no es la conducta de un monarca, así que no puedes actuar como un niño, te tienes que levantar, obtener las respuestas a tus preguntas y evitar más daños, protegiendo a tus hijos, ruega que el dolor de la madre no afecte al que viene en camino. Pide perdón, no sé si te lo den, pero descarga lo que llevas dentro y sigue adelante como puedas, no tienes derecho a darte el lujo de detener tu vida, los privilegios implican deberes que cumplir. Allá afuera te tienen miedo y no te dirán lo que debes escuchar, te tendieron una trampa, sí, te equivocaste, sí; pero, nuestra magia no retrocede el tiempo. Te ofrezco ayuda para descubrir quién está detrás de todo esto, aunque es casi seguro que lo ha hecho alguien que no es de Hurmaya”, manifestó Sago, todo príncipe de Hurmaya, es formado para interiorizar que, si bien los súbditos sirven al gobernante, el monarca sirve a la nación.

Carpio miró a su amigo, sabía perfectamente cuál era su deber, y odió eso, se dejó atrapar por el precio de la corona y perdió todo lo que realmente era importante.

Karoly había corrido a la residencia en la que iba a vivir con la princesa Kuzelny, desalojó a todos los que estaban arreglando para quedarse sola, cuando eso ocurrió se derrumbó en el piso, dio un grito desolador y se preguntó si atreverse a amar a Carpio significaba recorrer un camino de sufrimiento, cuando empezó su relación ella no necesitó disfrazarse de un personaje desconocido, él y ella fluían con todos sus defectos, su amor se sentía perfecto, acaso era delito ser feliz, acaso estaba prohibido para ella una vida llena de amor, ya estaba agotada todo dolía; ella no se podía entender ella misma.

Agotada de llorar se quedó sentada sobre la repisa de la ventana, sus ojos estaban inflamados y su expresión parecía perdida en el tiempo, que no notó que Carpio había ingresado a verla, hasta que él le tomó la mano, ya que parecía no escucharlo.

- “Lo siento, lo siento mucho, te lo ruego, solo dame una oportunidad más, por favor Karoly, no dejemos que nuestro amor se muera, te lo ruego”, expresó Carpio de todo corazón.

- “Puedo entender el hechizo, pero eso no borra lo que pasó. No quiero odiarte, ni agotarme en un intento que sé muy bien no resultará. Si debo confesarte algo es que nunca fue lo mismo después de Tiurname, algo de mí se murió en esa oportunidad, pero como fue algo que yo provoqué me obligué a mí misma aceptar la idea que antes detestaba, y me dio lo más maravilloso que me dio la vida, nuestra hija. ¿Ahora qué parte morirá de mí?, tal vez sea mi culpa, hasta me lo merezca, tal vez si hubiese sido más paciente me hubiese dado cuenta de las cosas, pero ya todo ocurrió y no se puede cambiar. No podré jamás volver hacer el amor contigo, no podré besarte y sentir lo mismo, ya no eres mío, y yo ya no soy tuya. (Karoly respiró profundo, se reconoció a si misma, y se juró ser honesta a quien siempre fue) Me quedaré porque no le voy a negar a mi hija sus derechos, me quedaré porque es mi deber darles las armas para afrontar esto, esa carga que llevas y que tanto te duele, me quedaré porque no haré estupideces que arriesguen su felicidad; respetaré el compromiso que tiene con el príncipe Josag y seré la madre que debo ser. Debo reconocer que tu amor de padre es profundo y sincero. Si quieres paz, y necesitas mi perdón, te lo brindo de corazón, espero que tú también me sepas perdonar, no voy hacerme la víctima, aceptaré mi responsabilidad, pero no me pidas volver, lo nuestro se terminó hace tiempo atrás. Fue bonito mientras duró, me quedará con todo lo bueno”, manifestó Karoly, tratando de mantener la serenidad que apenas tenía.

Carpio miró el rostro de Karoly, conocía aquella mirada de determinación, levantó la mano queriendo acariciarlo, pero ella retrocedió. Se quedó mirándola un tiempo; ella solo lo observa sin expresión alguna, el rey sabía que aunque pidiera perdón de rodillas, su fiera de Fontana había dicho su última palabra; dio la vuelta, dirigiéndose a la salida; casi cuando estaba por salir, escuchó unas palabras de Karoly que le confirmaron que la decisión era irrevocable.

- “Su majestad, aunque lo intente ocultar, o usted mismo se niegue a créelo. Ella le gusta, ella es una buena mujer, que no tuvo más opción que vender su libertad por la felicidad de su hermana, tal vez el cielo nos cobra nuestras propias culpas. Ella está enamorada de usted y le va a dar otro hijo. Tal vez, ella si le pueda dar la felicidad que nosotros perdimos; si yo pudiera volver a amar tomaría la oportunidad, hágalo usted si puede”, dijo Karoly.

- “Siempre serás el amor de mi vida, trajiste luz y calidez a una existencia vacía, lamento no haber sido capaz de evitar tu sufrimiento, te traje a Susumira y te condené a mi madre, te eché en la cara que no seguías siendo la misma, cómo podrías, si ella te arrebató tantas cosas y yo no pude protegerte; lo siento mucho. Siempre estaré para tí”, expresó Carpio y se retiró.

Karoly se abrazó a si misma, evocó cada recuerdo desde la primera vez que lo vio, en aquel torneo contra Georgeus, la vez que lo apuntó con su arca para que no moleste a sus amigos, cuando le ganó la competencia, cuando se encontraron en Rojo, el primer beso, la primera vez que hicieron el amor; todo fue maravilloso mientras estuvieron en Rojo, pero cuando llegaron a Susumira, empezaron las duras pruebas; después de todos los recuerdos se limpió el rostro, dibujó una sonrisa y fue a buscar a su pequeña, la vida tenía que continuar, aunque la vida tome mucho tiempo en sanar.

Cuando Karoly se estaba acercando al lugar donde estaban los niños, una luz roja atravesó el techo; se apresuró a correr, las niñeras se habían desmayado, el príncipe Ghean lloraba y no se podía entender lo que decía; Kuzelny tenía una mano sobre el cuerpo de Lady Tessa, quien yacía muerta. Karoly se horrorizó, la escena estaba perfectamente montada para hacer creer que la pequeña princesa en un arranque incontrolable de sus poderes había matado a Lady Tessa.

La luz roja había llamado la atención de los oficiales y se estaban acercando peligrosamente a la zona de guardería, Karoly no sabía que acción tomar.

- “Alza a Kuzelny y salgamos”, dijo Carpio, mientras tomaba en sus brazos al príncipe Ghean.

- “Ella no sabe usar sus poderes, fue un accidente… esto fue un accidente”, expresó Karoly nerviosa, con la pequeña en brazos incapaz de dar paso alguno.

Carpio la rodeó de los hombros, haciendo que salieran con él, una vez afuera podían ver que los oficiales se acercaban.

- “Ve al castillo, empaca cosas, ordenaré que vayas custodiada a Fontana, tienes que asegurarte que lleguen a Reviere de inmediato”, expresó Carpio de manera inexpresiva.

- “¿Qué va a ocurrir?, fue un accidente”, insistió Karoly.

- “Va a ocurrir que ha llegado el tiempo de las visitas habituales del compromiso de nuestros hijos, estarás el tiempo de siempre y regresarás. Necesito averiguar lo que está pasando, y quiero estar seguro de que estarán bien. Anda de una vez, alista todo Karoly”, agregó Carpio.

Karoly miró alrededor, tomó a su pequeña en brazos y se alejó rápidamente del lugar, por ahora no tenía más opciones que confiar en el rey; no podía arriesgar a su pequeña, y Carpio tenía razón no había lugar más seguro para su hija que el ducado de Reviere.

Carpio calmó al príncipe Ghean, quien se quedó dormido en sus brazos, cuando los oficiales llegaron pidió llevar a los enfermos a la enfermería, que levanten el cuerpo de Tessa y que recopilen pistas.

Carpio se aseguró de dejar dormido al príncipe Ghean, acompañado de un par de damas de la corte; las niñeras afectadas seguían sin reaccionar; y las niñeras del siguiente turno llegarían al amanecer; cuando estaba saliendo de la habitación del pequeño, se preguntó cómo le daría la noticia a Tiurname de la muerte de su hermana; caminó sin percatarse con dirección a la habitación de su segunda esposa; algunas criadas salían con algunas cosas; las damas de la corte a cargo del cuidado de Lady Tiurname, lo reverenciaron al verlo.

- “¿Cómo está ella?”, preguntó Carpio.

- “Tuvimos que darle una infusión para sus nervios, hay matronas monitoreándola, (entregándole unos documentos) son las indicaciones de los médicos”, dijo una de las damas.

- “No la dejen sola, vendré más tarde”, expresó Carpio arrugando los documentos después de leer sobre el peligroso embarazo que afrontaba Tiurname, yendo directo al Despacho.

El príncipe Sago había estado recorriendo el castillo, analizando la energía, pruebas en las niñeras; señales en el cuerpo de Lady Tessa, cuando vio al rey de Susumira en el Despacho le dió la información.

- “No hay dudas Carpio, la magia viene de tierras de fuera de Hurmaya, me temo que buscan algo de Susumira, sea lo que sea, puede ser muy peligroso, podamos hacer un hechizo de protección para que no se acerquen a tu familia, pero sabes que tienen un límite de tiempo”, expresó Sago.

- “Hay algo que debo descubrir, un pasado que no me queda claro, hagamos ese hechizo, mis hijos son muy pequeños aún, no tienen poderes suficientes o no los saben aún usar, temo que por lo que hicimos en esas tierras estoy siendo castigado ahora, tal vez solo Lurol se quedó con una de ellas, pero nosotros…”, manifestó Carpio.

- “No sabes cuan estúpido me siento de haber dejado llevar por los instintos salvajes de aquella juventud acelerada, temo que también me alcancen mis errores, y que mis hijos terminen pagando lo que hice”, afirmó Sago.

- "Ayúdame a proteger a mis hijos, tienes mi promesa de que, si en algún momento lo necesitan, yo protegeré a los tuyos”, comentó Carpio.

Ellos no se enamoraron de mujeres de los Senmorta, pero para experimentar nuevas emociones si se involucraron con algunas de ellas, sin saber realmente al principio quienes eran, dejando una huella invisible para rastrearlos, y darle la oportunidad a los Senmorta de infiltrarse en sus tierras sin ser detectados; Bosszú les advirtió del peligro, en un acto de compasión y alejándolos de las tierras; sin embargo, Lurol si involucró sentimientos, lo que le permitió a Kuolema plantar su hechizo obsesivo, para tener control sobre él, sin medir que eso lo llevaría a abdicar a su corona, destruyendo sus iniciales planes.

Sago y Carpio hicieron el hechizo de protección, que les garantizaba mantener alejado a los Senmorta por cerca de dos años, hechizo que ya no podían repetir en el mismo lugar. Pero les daría tiempo, para revelar cómo detectarlos; aunque habiendo de diferentes clases, ellos iban a descubrir con el tiempo, que eso no era tan fácil, que ver la verdadera naturaleza era un poder, que no manifestaba solo en casos extraordinarios.

Por la mañana, Karoly partió con Kuzelny rumbo a Fontana, era la única forma que encontró Carpio por el momento para protegerlos, y con el hechizo de protección ningún Senmorta se les podía acercar; le dolía separarse de ellas bajo esas circunstancias, además alejarse sabiendo que su relación con Karoly había terminado definitivamente, acrecentó el dolor y la angustia.

Karoly se abrazó a su hija, y viajó a Fontana, pensó que por un tiempo, estaría en un lugar en que no tendría que estar cuidándose las espaldas, necesitaba ese descanso, para curar sus heridas, para recobrar las fuerzas, para organizar sus ideas y para sincerarse consigo misma.