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El Otro Lado (Reinjetself)

El Otro Lado (Reinjetself)

Status: En proceso
Genre:Aventura / Completas / Familia mágica / Mundo de fantasía / Fantasía épica
Popularitas:3.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Block Bustter

Esta parte de la historia se centra en la infancia de Nicky/Ferd, identidades de la nueva vida decapitan Victores en este nuevo mundo y los problemas ocasionados por su accidentado arribo.

NovelToon tiene autorización de Block Bustter para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Perdido en el fondo del vacío...

La Tierra, hace 10 años.

— Con eso concluye nuestra sección diaria en mecánica y robótica por el día de hoy. ¿Alguno tiene una pegunta?

El ingeniero uniformado con traje militar de gala miro al pequeño grupo que escuchaba su charla atentamente, expectante a atender sus inquietudes, siendo una joven delgada  y de baja estatura la primera en tener su mano levantada para pedir la palabra.

— Señor, mi pregunta presumiría que es una duda que tenemos la mayoría de nosotros aquí presentes. Si estamos enviando estos droides en naves hasta el otro lado ¿Por qué perder el tiempo con el entrenamiento de soldados que han perdido su facultad de seguir en el campo de batalla en lugar de enviar en estas naves a soldados en perfectas condiciones? Como la teniente Vásquez en la fila trasera.

— Si, acerca de esto, tenemos algunas grabaciones para responder a esa pregunta. Tomara un momento así que pónganse cómodos…

El hombre de rango general tomo un pequeño control remoto de su escritorio y al oprimir un botón rojo una gran pantalla  descendió por la pared tras él, comenzando una cuenta regresiva antes de mostrar las imágenes de un grupo de soldados.

Marines, fuerzas especiales, armada, fuerza aérea, habían reunido a los mejores en cada una de sus áreas para formar parte de la tribulación de aquel primer embarque. Todos usaban trajes especiales para protegerse de la radiación, el ambiente y cualquier otro factor que pudiera jugarles en contra al cruzar.

Armados y listos para la acción, la nave inicio su viaje, pero cuando estaba en la frontera entre mundos, listos para cruzar, algo extraño sucedió. Pequeñas luces se unieron para formar delgada capas hexagonales que interceptaron la nave.

Aquello parecía como un ataque, o más bien como una defensa, pero no afecto en nada a la nave. En cambio una cegadora luz irradio el interior de la nave y al siguiente segundo todos sus tripulantes habían desaparecido, quedando solo sus trajes y armas, así como sus placas de identificación, tirados en el suelo.

— ¿Qué sucedió?

— ¿A dónde fueron todos?

Se preguntaban los nuevos reclutas al ver aquello, atónitos de lo que sucedía ante sus ojos. No parecía ser la realidad, encajaría más como una película de misterio.

— ¿Irse? ¡Ellos no fueron a ningún lado, sus señales desaparecieron del radar y jamás volvieron a ser encontradas! Yo diría más bien que sus cuerpos fueron desintegrados… Después de realizar algunos experimentos más de forma individual, se llegó a la conclusión de que era físicamente imposible pasar al otro lado para cualquier organismo vivo. De allí nació el actual proyecto del que ustedes tienen el honor de formar parte…

La actualidad. Algún lugar en las profundidades del vacío.

Tras aquel incidente, Ferd estaba seguro que su vida había llegado a su final, pero ese no pareció ser el caso, podía sentir el aire y la calidez de las estrellas. Eso no tenía ningún sentido, se suponía que iba en el interior de la nave.

Abriendo sus ojos noto enseguida que su entorno había cambiado, ahora no se encontraba en la nave, pero esa no era la mayor de sus preocupaciones. Justo allí, se encontraba en el aire, cayendo hacia un gran montón de arena sin fin.

Con algo de suerte la arena amortiguaría el impacto de la caída, pero si arena era todo lo que lo rodearía por quien sabe cuanta distancia, las probabilidades de sobrevivir eran inciertas.

Dicho eso, el pequeño no planeaba dejar su supervivencia a la suerte, comenzando a juntar cuanto mana pudo en la palma de sus manos. Eso le provocaba gran dolor y tención por todo el cuerpo pero era mejor que morir.

— ¡Vamos, magia! ¡No me falles ahora! ¡Sé que puedes, sé que puedes! ¡Ráfagas otoñales!

El chico intentaba conjurar un hechizo de viento para hacer más lento su descenso pero nuevamente no pudo concretar la magia, resultando en una explosión de mana que atropellaba su pequeño cuerpo, poniéndolo a girar sin control.

Bueno, incluso si eso no era lo que pretendía, aquella explosión de mana que lo desestabilizaba también frenada momentáneamente su caída. Si bien era bastante dolorosa, seguramente no se compararía ni de lejos al impacto que sufriría contra el suelo si no hacía nada.

Repitiendo un proceso similar a intentar usar magia, Ferd junto mana en sus manos y lo expulsaba logrando aquella explosión, esta vez con menores cantidades de mana intentando así controlar el retroceso.

Cada repetición se sentía como si todos sus dedos fueran aplastados por el golpe de un martillo, pero al notar la efectividad de estas, solo podía animarse a intentarlo nuevamente, reduciendo drásticamente la velocidad de caída.

Al final un fuerte golpe levanto una pequeña nube de arena en la superficie de aquel desolado lugar, formando un cráter mediano en medio del cual el pelirrojo se retorcía de dolor.

Su brazo izquierdo estaba roto y probablemente también algunas de sus costillas, pero había sobrevivido al impacto.

— Mierda, si Domm o Frey me vieran ahora, seguro estarían muy enojadas.

Al recodarse de ellas, la sensación de dolo se mitigo un poco, siendo diluida entre un gran sentimiento de angustia. En medio de aquella enorme nada ¿Cómo se suponía que él iba a encontrar a los demás?

Mientras aun pensaba en eso, a varios cientos de metros pudo observar como alguien más estaba cayendo del cielo, caminando tan rápido como su dolor le permitía hacia aquel lugar.

Esa persona no frenaba su caída, en su lugar convoco un enorme colchón de agua que lo aparo, absorbiendo completamente el impacto. Esa seguramente era una magia bastante conveniente. Su defensa era infalible y además tenía un suministro de agua para sobrevivir en aquel lugar.

Aquel seguramente sería un buen compañero de viaje, pero había un problema, él era uno de los guardias s de Barda, No había forma en que Ferd llegase a confiar en esa persona, mucho menos saldría de detrás de las rocas en que ahora se escondía.

— ¡Chico, pude verte mientras descendía! ¿Qué tal si hacemos equipo? Puedo ayudarte a salir de este lugar ¿Qué dices? Sal y hablemos por un momento.

Al no obtener respuesta alguna  el hombre comenzó a impacientarse, respirando profundamente para mantener la calma. El había tenido la oportunidad de ver cuán ingenioso era ese niño y sabía que sería un buen aliado para sobrevivir allí. Pero si lo asustaba probablemente usaría ese ingenio para huir y esconderse y sería un dolor de culo encontrarlo.

La mayor parte de la armadura de aquel guerrero había desaparecido, pero aún quedaba parte de ella sobre su cuerpo, cubriendo la zona baja de su cuerpo, sus antebrazos y muñecas. Cuidadosamente quito los guanteletes y los puso en el suelo, perdiendo estos su forma para quedar en su lugar una masa viscosa y sin forma.

— Note que estabas desudo. No sé realmente el motivo pero estoy casi seguro que sea lo que sea, fue lo mismo que le paso al resto de mi armadura. Pero estas piezas que me quedan, estas son especiales, metal de slime solo necesitas tomarla y se moldearan en lo que pienses, en lo que necesites.

Aun sin respuesta el hombre dio unos pasos atrás alejándose lentamente de las piezas de armadura que dejo en el suelo.

— Mira, no soy un maldito bastardo, todo lo que quiero es egresar con mi familia en las islas superiores. ¿Y tú? Seguro esperas reunirte con la doctorcita y con esa fea orco ¿Cierto? Podemos trabajar juntos, yo te ayudo a encontrarlas, ustedes me ayudan a volver.

Ferd aun sospechaba de las intenciones de aquel guardia, pero su necesidad de cubrir su desnudo cuerpo era más fuerte. En el pasado, como Nicky eso seguramente no le habría importado en lo más mínimo, pero ahora que su capacidad de confiar en las personas pendía de un hilo, su piel expuesta al aire le hacía sentirse en peligro.

— Frey no es fea —Dijo mientras salía de su escondite para acercarse a las dos mazas plateadas sobe la arena— Por el contrario, ella es muy hermosa.

— Si… claro… lo que tú digas, amigo.

— ¡No soy tu amigo! —Replico el chico deteniendo sus pasos.

— Ok, ok… no somos amigos… ¿Socio te parece una mejor elección de palabra?

Ferd se lo pensó por un momento y asintió volviendo a caminar. Cuando llego, sostuvo las dos masas entre sus manos, poniendo toda su atención en estas para intentar averiguar cómo funcionaban, no logando percatarse de la maliciosa sonrisa en el rostro de aquel hombre que con un ligero movimiento de sus dedos, consiguió que las dos masas se expandieran rodeando el torso del chico para atraparlo.

— ¡Eres un maldito mentiroso!

Con sus brazos inmovilizados y haciendo repulsa al dolor, el pequeño corrió tan rápido como pudo, pero esta vez las masas se solidificaron y encogieron, para dificultar la espiración del chico. Al menos esa era la intención del guardia, tratando de evitar que escapara, pero Ferd cayó al suelo mucho antes de lo que él tenía previsto.

— Estos chicos de ahora, son tan frágiles. Mocoso, ponte en pie y…

Al llegar a él y darle media vuelta, noto que el chico no tenía simple dificultad para respirar, de lleno no podía hacerlo porque sus vías respiratorias y su boca se habían inundado de sangre.

— ¿Qué mierda? ¡Yo no apreté tan fuerte!

El hombre comenzó a sentirse un poco culpable sin saber qué hacer. Al ser comprimidas, las costillas fracturadas perforaron en los pulmones del pelirrojo. Podría ser que aquel guardia no lo hubiese causado las fracturas pero al no fijarse en la condición del chico sí que fue culpable de lastimarlo y eso Ferd lo tenía muy presente en su mente, mirándolo con fiereza desde el suelo, arrastrándose lejos de él, cada vez que se acercaba intentando auxiliarlo.

— Vamos, chico necio. A este ritmo vas a morir. Al menos déjame ver donde estas herido y quitarte esa cosa.

Haciendo caso omiso a las palabras del guardia, la mirada de Ferd detonaba más ira y odio a cada segundo que pasaba, parecía que estaba perdiendo el raciocinio, logrando que el hombre se preocupara en serio.

— Oye, niño… ¿Aun puedes oírme?

— Hambre… — Logro balbucear el más joven, en medio de las bocanadas de sangre que se escurrían entre sus labios.

— ¿Qué fue lo que dijiste?

— Tengo… hambre…

Eso era algo raro para decir para alguien en la condición del chico, logrando desconcertar un poco al más viejo, quien comenzó a ver a su alrededor en busca de cualquier cosa que pudiera darle. Ya que accidentalmente había terminado matándolo, al menos podía intentar cumplirle ese último deseo.

— No hay vegetación alrededor, pero estoy seguro que entre las dunas de arena se ocultan algunas criaturas. Aguarda, iré a cazar algo y luego…

Sin que tuviera tiempo de reaccionar, algo parecido a un cable negro, compuesto por muchos segmentos, como un gran gusano, con una enorme púa en la punta, creció desde la espalda del pequeño y le atravesó el pecho al desprevenido hombre, que sin fuerza o aliento de vida se desplomo, solo para ser arrastrado a los pies del niño, quien con desesperación y sin uso alguno de razón, comenzó a devorarle las entrañas…

— ¡Ey! ¡Oye! ¡Niño! Rayos… ¿Cómo era su nombre? ¡Frod! ¡Frian! ¡Cómo te llames!

Una voz chillona y molesta trajo de vuelta la conciencia de Ferd a este plano, hallándose el chico en el interior de una jaula y con un trozo de tela desgastada de color negro cubriendo su cuerpo.

El chico extrañamente reconoció inmediatamente lo que era y confundido comenzó a buscar a su alrededor queriendo encontrar a aquel guardia, pero él no estaba por ningún lado.

En su lugar lo rodeaban los barrotes y algunas otras jaulas que habían sido acomodadas y apiladas con otros prisioneros en el interior de estas. De hecho en las otras jaulas había de 5 a 10 personas por cada una, él era el único que “viajaba” en solitario.

Si, las jaulas se movían, o más bien estaban sobre un vehículo en movimiento.

Esta era una especie de carroza con varios carros acomodados uno tras otro y en la parte del frente, enormes lagartos tiraban para que se desplazaran sobre la arena.

Las patas de estos lagartos de color amarilloso eran palmeadas, esto evitaba que se hundiesen al jalar. Y los carros en lugar de ruedas, tenían barras paralelas que se deslizaban sobre la irregular y poco solida superficie.

— ¡Finalmente despiertas! ¡Por un momento pensé que realmente la palmarias!

La voz no se hacía conocida para Ferd y al buscar de quien provenía su atención fue guiada hasta una pequeña jaula en la que normalmente esperarías encontrar una pequeña criatura como un ave o una serpiente, pero en su lugar había una espantosa cabeza parlante. En definitiva nadie que el conociera.

— quien… ¿Quién eres?

— ¡Oh, mis modales! ¡Soy Ash! ¿Sabes? ¡Zhavan me hablo de ti! ¡Dijo que eras listo, pero a veces un poco problemático!

— ¿Viste a Zhavan? —Pregunto el chico algo emocionado— ¿Dónde está? ¿Había alguien con ella?

— Oh, no, no… La conoci de antes… Ya sabes, cuando escapaban de esa loca okeer con aires de superioridad y todo eso.

—Ya… ya veo.

Decepcionado Ferd se sentó en una esquina de la jaula y continúo vigilando su entorno. Esta vez notando a los particulares cocheros, cubiertos con trajes que parecían hechos de retazos de telas y pieles que descansaban uno sobre el otro en capas.

Lo particular en ellos que llamo la atención del niño no era su ropa. Diferentes lugares, diferentes culturas, era lo más básico a aprender en los libros. Lo que le llamaba la atención es que aquellos tenían cubierta la totalidad de sus cuerpos hasta el punto que uno supondría que no pueden ver por donde caminaban. Además por lo que lograba ver la estatura de ellos era solo un poco más alta que la del chico, pero al hablar sonaban como personas adultas.

— Esos son cromapodos —Le susurro aquella cabeza, Ash, desde su jaula— ¿Vez como somos los únicos que son llevados en jaulas individuales? Nuestras especies son especiales para ellos, somos algo así como sus ancestros. Cuando llegue el momento deja que yo hable y tú solo sígueme el juego, vamos a estar bien.

Ferd no estaba del todo contento con eso. No quería ser puesto en el mismo saco que esa cosa que le estaba hablando, fuera lo que fuese ella. Y por otro lado no sabía si ella estaba tomando en cuenta que él era un humano… porque lo era… ¿Cierto?

Algunas dudas entraron en su cabeza. Algo como eso ya había sucedido en otra ocasión. Justo antes de poder el conocimiento se encontraba en un estado crítico en el que su vida pendía de un muy delgado hilo, pero al despertar so condición había mejorado bastante.

La primera vez pensó que era obra de las doctoras, pero en aquel lugar no había medico alguno que pudiera ayudarlo y ya que era prisionero, dudaba que esos cromapodos se hubieran tomado la molestia de curarlo.

Con las sospechas en su mente Ferd reviso su brazo encontrando que el dolor estaba presente, su herida no había sanado, simplemente su hueso había sido reacomodado para que cuando sanara estuviera en la posición correcta.

También al aspirar profundamente, podía sentir el dolor en sus costillas rotas y agudas punzadas en sus pulmones, como si los agujeros tratasen de abrirse nuevamente, pero ese no era el peor dolor, justo al deshincharlos y botar el aire fuera de estos sintió como miles de agujas clavándose en la zona de las heridas y luego como si tiraran fuertemente de estas para unir las partes separadas., además el aire que salía de sus pulmones tenia aun un ligero olor a sangre.

Tal como en el caso de sus huesos rotos, las otras heridas solo estaban siendo acomodadas para que el chico no muriera, aunque él estaba seguro que algo como eso no debería funcionar, pero de algún modo lo hacía y eso solo lo confundía más.

Lo que era más confuso es que ahora se había dado cuenta que no era algo que ocurriera por acción externa, de hecho estaba sucediendo justo en ese momento en el interior de su cuerpo.

¿Qué era lo que sucedía? ¿Cómo había pasado? Quizás un espectador externo que hubiese visto el proceso desde el inicio podría ayudarle a aclarar alguna de sus muchas dudas.

— ¿Aquel guardia de Barda, viste que hicieron con él?

— No conozco a ningún guardia ni a ninguna Barda. —resoplo Ash.

— ¿No había alguien conmigo cuando fui capturado?

— ¡Oh! ¿Te refieres al montón de huesos sobe el charco de sangre? ¡Viejo, sí que lo devoraste! ¡Nunca había visto a uno de los nuestros hacer algo como eso! ¡Eres una especie de parasito muy, muy, raro!

Aquellas palabas por parte de Ash trajeron a la mente del niño algunas imágenes, imágenes tan espantosas que su cerebro las había catalogado como algunas más de sus pesadillas, pero que ahora parecían más reales que nunca.

— Normalmente todos nos instalamos en el interior de la víctima y lentamente devoramos su cerebro… —Continuaba hablando la monstruosa cabeza, con una narrativa que hacia dudar si realmente era esa cabeza su verdadera apariencia o era alguna otra cosa— Luego tomamos control del cuerpo y de este modo hacemos que digiera nutrientes para nosotros.  Pero tú, tú directamente lo devoraste, eso fue espeluznante incluso para los nuestros.

Con las imágenes de él mismo escarbando y devorando las vísceras de aquellos hombres, una fuerte jaqueca aturdió la cabeza del chico volviendo a derribarse sin conocimiento.

Las islas medias en el vacío.

Una esfera metálica flotaba de un lado a otro, buscando entre frondosos bosques. De vez en cuando alguna criatura salvaje se atravesaba en su camino y cuando estas  intentaban derribar la esfera eran interceptadas por un disparo que les llenaba de pequeños agujeros.

— ¡Señal perdida! ¡Buscando al capitán Victores! ¡Señal perdida! ¡Buscando al capitán Victores!

Repetía una y otra vez la esfera, logrando asustar a cualquier desdichado que llegase a verla circular.

Esta esfera, tras algunas horas se topó con otra esfera con similar comportamiento y luego de un día se habían reunido decenas de estas. Al cabo de una semana centenares de estas esferas viajaban juntas por muchos lugares, causando pánico a las personas que las veían o escuchaban la noticia.

Los rumores decían que juntas conjuraban una terrible maldición en el lenguaje de los espíritus, pues nadie de por allí podía entender aquellas palabras.

En un mes, el enjambre era de millares, acorriendo varias de aquellas islas flotantes y las nuevas se habrían extendido hasta los grandes reinos e incluso al gran imperio, alarmando a gobernantes y plebeyos por igual. Aquel suceso sin precedentes quedaría grabado en la historia y muchos se preparaban para formar parte de ello.

Algún bosque en alguna isla en los rincones más recónditos del abismo.

Una joven elfa oscura, corría apresurada entre los árboles. No, no era perseguida por orcos o humanos, su vida estaba perfectamente a salvo. Todos por allí tenían un profundo a su tribu e incluso los reyes en los reinos más cercanos evitarían ofender a cualquiera de ellos.

La razón por la que aquella chica corría era por el fervor en su pecho ardiendo, deseosa de entregar las noticias que acababa de escuchar, a su líder.

— ¡Señor Ur! ¡Señor Ur! — La chica levanto su voz al llegar a los asentamientos de una pequeña aldea rodeada por muros de madera, tras los cuales soldados de diferentes azas entrenaban arduamente, como preparándose para una futura batalla.

— ¿Qué te trae con tanto afán, Maraka? El jefe Ur está en una reunión muy importante.

Una hermosa elfa del bosque detuvo a la joven elfa oscura justo en la entrada del campamento perteneciente a Ur Kraen, pero la chica de algún modo consiguió evadir el bloqueo corriendo a toda prisa al interior.

— ¡Lo siento mucho señorita Torona! ¡Esto en serio es muy importante!

— ¡Joder, que niña esta!

En el interior del campamento, Ur Kraen y otros dos individuos, uno de la raza de los orcos y otro emplumado, hablaban en un lenguaje que a la mayoría les resultaría desconocido, pero gracias al esfuerzo de esta chica de nombre Maraka, quien diariamente estudiaba aquel extraño lenguaje que hablaba su jefe tribal en muchas ocasiones, ahora podía comprender parte de este. Al menos lo esencial como para captar la idea principal de la conversación. Ellos estaban reuniendo otros ejércitos que se habían formado gracias a las acciones de Ur Kraen en los últimos 10 años. Ponto habría una gran batalla.

— ¿Sucede algo, Maraka?

Pregunto Ur Kraen al ver a la chica entrar. Ella respetuosamente inclino su cabeza para el antes de comenzarle a habalar.

— Esta fiel cierva estuvo en las afueras del bosque vigilando las caravanas comerciantes. Allí escucho a algunos comerciantes provenientes del imperio central hablando de un tema que esta considero importante y por eso vino a da la noticia tan rápido como sus pies corrieron.

— Entiendo. Y ¿Qué tema era ese?

— Ellos hablaban de un enjambre, espíritus que maldecían las tierras en lenguajes desconocidos, pero el conjuro mencionado en realidad no eran palabras de maldición… ellos mencionaron esto entre esas palabras… Capitán Victores…

El semblante de Ur Kraen cambio  al momento en que ese nombre fue mencionado. Sus ojos brillaron con intenso resplandor y un  aura espiritual rodeo todo su cuerpo. Era el espíritu que moraba en su interior el que ahora hacia acto de presencia feliz de escuchar aquella noticia.

— ¡Finalmente te encuentro!

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