Dulce Pecado.

Alexander.

Estoy agotado, hablé con mi mamá primero fue algo fuerte, primero me abofeteó, al decirle que amaba a Pía y como lo dije delante de Roberto me lleve un golpe en la cara también, pero lo tenía merecido, luego cuando se enteró de que fue por mi culpa que se fue recibí otro golpe.

— Eres un canalla, como te atreviste a burlarte de mi princesa y luego comprometerte como si nada.— Grito Roberto tras el golpe.

— No fue mi intención, juro que jamás quise dañar a mi chiqui.— recibo otro golpe.

— Es Pía imbécil, como te atreves a llamarle así si la engañaste y jugaste con ella._ dijo fúrico

— Que no la engañe, yo la amo, MI CHIQUI, se me metió aquí en lo más profundo de mi corazón.— decía golpeándome el pecho.

— Comprometerme con la loca de Olivia y dejar a mi ángel fue mi mayor error — Dije recibiendo esta vez una bofetada por parte de mi madre.

— No te permito que la insultes, aquí el poco hombre eres tú, yo no te crie así.— Dijo mi madre molesta.

— No el que no te permite que defiendas a esa desquiciada, soy yo.— digo buscando el sobre del escritorio de mi despacho.

—Esa desquiciada, te drogo a ti, tu viaje por Venecia, y te mando a quitar la ropa para tirarte estás fotos, y amenazarme con enseñárselas a Roberto y publicarlas en una revista si no, volvía con ella — Grité histérico.

— Oír culpa de esa desgraciada mi amor, me odia, si por qué amo a Pía Rossetti con toda mi alma.—

— Que estás diciendo— pregunta Roberto y mira a mi madre y está comienza a llorar.

— Es cierto, Roberto me drogaron en el hotel cuando saliste, no dije para que no te molestará o pensarás mal de mí, pero no sabía que me habían tirado fotos.— Dijo mamá y Roberto la miro serio, luego se le acercó y la abrazo.

— Jamás dudaría de ti, me entiendes.— Dijo Roberto Abrazándola.

Le entregué las fotos a Roberto y toda la información que había hecho durante este tiempo, el detective tardó por qué habían borrado toda prueba hasta los vídeos de ese día habían desaparecido, pero no contaron que siempre hay alguien que guarda un seguro para sí y eso fue lo que hizo uno, sé los maleantes y vendió la información por una considerable cantidad igual irá a prisión aunque eso él no lo sabe.

También la grabé diciéndome todo en un arranque de ira y frustración. Si buscaría a mi chiqui debía asegurarme que me creyera y perdonara.

La hemos buscado hasta debajo de las piedras, y no hay resultados, faltan algunos países, pero no pierdo la fe de encontrarla de nuevo.

Han pasado cinco meses y sigo buscándola, he viajado y no la consigo, necesito a mi chiquita junto a mí para besarla, abrazarla y tenerla conmigo, ya hablé con Roberto y aunque me quiere a metros de su princesa si ella me quiere nadie me va a separar de mi niña.

La boda será pronto he estado actuando mejor con Olivia, pero solo es para poder humillarla el día de la boda y eso no es nada en comparación con lo que de verdad se merece.

A veces pienso que estará haciendo mi niña, comerá bien, dormirá, estará con otro, no, eso no, mi niña no es así, por eso la amo, Dios necesito a mi chiquita.

Sigo buscándola y nada ha pasado otro mes más y nada que mi amor aparece, pero no me daré por vencido hoy regreso a casa, por qué ya sé que no está en Dubai, ni en Escocia, ni Suecia, ni en Rusia, en dónde está, ni sé.

Bajo del avión y subo directo a mi habitación solo saludo a Delia, el ama de llaves y sigo mi camino, estoy acostado cuando mi teléfono suena, contesto y es mamá.

— Debes regresar a cada hijo rápido.— Dice mi madre alterada.

— Por... Qué sucede.— le pregunto sin decirle que ya estoy en la mansión.

— Muchacho no discutas y regrésate te conviene, aunque primero te daré un golpe, bueno... Sin dos los que recibirás.— Dice Roberto y la curiosidad me gana, me levanto para ir a ver qué es lo que desean y al salir de mi habitación veo a James y Sabrina saliendo de la habitación de mi chiquita haciendo como si alguien estuviese dormido y no quisieran despertar.

— Okay amor, yo voy por su tiramisú y tú vas por su pizza con chocolate.— dice James y Sabrina asiente.

— todo sea por mis tres tesoros.— Dice Sabrina riendo y se alejan.

El corazón se me detiene de solo pensar que mi niña pueda estar allí, no es imposible.

Entro con sumo cuidado y allí está mi chiqui está acostada de lado, arropada hasta su cuello y con su carita de ángel se ve tan dulce, mis ojos no paran de llorar, por fin la vuelvo a ver.

Me acerco poco a poco y la escucho murmurar.

— También te amo mi viejito, tengo frío, abrázame, sí... así Alex ...— Dice y no puedo evitar reír, ella está soñando conmigo.

Me arrodilló y le acaricio el cabello, ella sigue acostada de lado y dándome la espalda, pero por acariciarla abre sus ojitos y me mira, entonces abre muy grande sus ojos y se aferra el cobertor acolchado a su cuerpo.

— A... Alex, que haces aquí...— Dice con molestia y no la dejo seguir hablando.

— shh por favor solo escucha hasta el final y si quieres alejarte de mí después de irte te dejaré ir lo prometo, todo lo hice fue por el bien de mi madre, tengo pruebas, Olivia me amenazó con acabar con el matrimonio de mamá y eso perjudicaba también a tu papá quiere decir que también a ti te afectaría...—

Le conté cada cosa hablé como un loco sin parar le dije que su padre y mi madre lo sabía, le dije de mi plan para el día de la boda, le dije cuanto la había extrañado y cuánto he llorado, lo mucho que he cambiado y que ahora soy un verdadero anciano gruñó, le dije todo lo que tenía que saber y su carita estaba en shock, pero su cara era normal comparada a la que puse yo cuando se quitó el cobertor que la cubría y dejo ver aquel enorme bulto, de inmediato mis ojos abrieron la llave y mis lágrimas cuál cascada caían sin parar.

— Ni cumpliré la promesa, no te dejaré ir jamás.—