Mi Jefe Es Padre Soltero

—Hola, soy Caroline me da gusto conocerlas -dijo emocionada.

—¿Es tu hermana? -dijo mirando a Jane y ella asiente- ¿Por qué la trajiste?

—Para que juegue con ustedes y se hagan amigas, ¿No quieres ser su amiga Elizabeth?

—...

—Yo si quiero ser su amiga -dice Isabela dirigiéndose hacia ella- ¿Quieres ser mi amiga?

—¡Claro que sí! -Exclamo Caroline- me alegra conocerlas, a las dos.

—También nos alegra conocerte ¿Verdad Elizabeth? -miro a su hermana alegre.

—...Si...

—Tu debes ser la pequeña Elizabeth -Se acerca a ella- mi hermana habla mucho sobre ti todos los días cada día de la semana.

—¿Te molesta?

—mm más bien estoy celosa, siempre habla de ti y no de otra persona.

Elizabeth sonríe orgullosa y toma de la mano a Caroline.

—Bueno si es así, puedes entrar a mi habitación a jugar con nosotras.

—¿En serio? que... -En eso Caroline comienza a toser muy fuerte.

Las niñas se asustaron y por supuesto Jane sabía que era muy pronto en sacarla del hospital, no estaba del todo bien, pero su jefe le prometió que la ayudaría en eso.

—¿Estás bien? -pregunto preocupada Isabela.

—Estoy bien, no hay de que preocuparse -le da una pequeña sonrisa.

—¿Segura? -dijo Jane- Puedes descansar en la habitación de las niñas.

—Estoy bien Jane, no te preocupes -mira a las niñas- Tengo muchas ganas de jugar ahora ¿Qué quieren hacer?

—Bueno, a veces jugamos a las princesas y elegimos quien se ve mejor con el vestido -responde Elizabeth- ¿Quieres jugar eso?

—Si, me encantaría muchísimo.

—Esperen chicas, primero desayunen ¿Si? -dijo Jane.

Las tres comieron rápido su desayuno y luego fueron a jugar en la habitación.

Jane estaba feliz de que Elizabeth se este llevando bien con su hermana, pensó que habría problemas por eso, pero afortunadamente no pasó nada.

Desde la sala se escucharon las risas de las niñas divirtiéndose sin ningún problema, con eso Jane se calmo y pudo relajarse en el sofá.

Puede que este tranquila, pero algo le preocupaba bastante, esos hombres de afuera no se iban del lugar, estaba esperando la orden de su jefe que le diga si se van de la casa o no.

Pero también le preocupaba otra cosa. Era Lizzy, había estado actuando muy extraña desde que llegó de compras, se puede decir que no es la misma de siempre, es diferente, se puede ver que está asustada, preocupada, nerviosa.

Algo andaba mal, de eso estaba segura, tal vez los hombres de afuera la amenazaron de algún modo que la tiene así de extraña.

Miraba fijamente a Lizzy que no hacía absolutamente nada y solo estaba sentada en el sofá mientras jugaba con sus dedos. Cuando queria hablar su teléfono sonó de repente asustandola a las dos.

—Hola -contesto a la llamada- ¿Quien es?

—Soy Gustavo -dijo sorprendiendo a Jane- perdóname por haberme ido así, estaba algo cansado.

—No, no, fue mi culpa, lo siento -dijo Jane- No quería decírtelo así, no quería que te sientieras triste por eso.

—Esta bien, fue mi culpa, no te lo dije en el momento adecuado, soy un idiota.

—No digas eso, yo lo fui, perdón por eso, pero tenía que decirte que no estoy preparada para eso.

—Esta bien, tomete tu tiempo...

—...

—¿Estás en el hospital?

—No... Ahora estoy en la casa de mi jefe, quería que cuidar a las niñas.

—¿Y tu hermana?

—Esta jugando con ellas.

—Tan pronto la sacaste del hospital¿Por qué? -Se notó el enojo en su voz.

—Lo siento, pero el jefe me dijo que cuando regresará me ayudaría con lo de mi hermana.

—No puedo creerlo Jane.

—Te estoy diciendo la verdad.

—Si ya lo se, pero esto es algo malo, no puedes dejar que tú hermana deje el hospital después de una operación ¿Estás loca?

—Pero la doctora dijo que...

—¡¿Y eso que?! -grito enojado- Tu hermana puede estar en peligro en este momento y tú solo confías ciegamente en el jefe, por favor Jane no seas tonta.

—Gustavo tiene razón, no debí sacar a Caroline del hospital, puede que le pase algo malo y termine en... -pensó Jane.

—Tienes que volver al hospital con ella, si quieres puedes llevarte a las niñas, pero Caroline no puede estar en peligro.

—... Si, tienes razón, no debí sacarla del hospital, no estaba en mis sentidos cuando decidí eso.

—No te preocupes, pero por favor piénsalo dos veces, a penas tu hermana se está recuperando deberías pensar en ella... -dijo con un tono suave.

—Lo se, tienes razón, lo siento.

—No tienes por qué disculparte, solo tienes que prestar atención a tu alrededor... Pero entiendo muy bien el por qué lo hizo, no lo culpo, sus hijas son lo primero en su vida.

—Si...

— Pero no quiere que te pase nada, después de que esa chica me habló, bueno más bien me amenazo por qué no le dije dónde vivías tu o donde vivía el jefe.

—¿Quien? -su tono se vuelve serio al escuchar a Gustavo.

—Una mujer.