En un mundo donde la bruma cubría los valles y las montañas se alzaban como gigantes dormidos, la Edad Media se desplegaba en un tapiz de misterio y magia. Caballeros con armaduras relucientes y doncellas con vestidos de seda se movían entre sombras y luces, mientras seres mágicos acechaban en los rincones más oscuros.
Dragones con escamas que brillaban como el oro y ojos que ardían como el fuego, volaban por los cielos, dejando tras de sí estelas de humo y leyendas de terror.
En este mundo de magia y maravilla, una heroína emerge para enfrentar el mal y salvar el reino. Una joven con un corazón valiente y un espíritu indomable, que se embarca en una épica aventura para descubrir sus propios poderes.
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La Ceremonia
Mi padre y mis hermanos se llevaban en sus hombros, el cuerpo de mi madre, y yo y mis hermanos pequeños íbamos detrás de ellos. A nuestro alrededor había gente del pueblo, soldados, amigos de toda la vida y mucha gente que no conocía.
La gente a donde mirara lloraba desconsoladamente, como si fueran ellos los que perdieron un ser querido, pero a diferencia de mí, no podía largar ni una lágrima. Mis ojos se habían secado igual que las tierras de arena. Pasamos entre mares de gente que había venido a despedir a la reina.
Caminamos en un formado entre mares de gente que había venido a despedir a la reina, llegamos al final del camino llegando hasta el acantilado donde unas pilas de maderas esperaban a mi madre para ser quemados.
Mi padre y hermanos llevaron el cuerpo a los troncos y yo y los pequeños nos quedamos al frente de la gente. Cada niño estaba a cada lado mío, recto y con la cara completamente mojada de lágrimas.
Perseo se colocó al lado de Salas tomándose de las manos, mientras mis hermanos mayores y mi padre se colocaban a mi izquierda. Todos tenían los ojos repletos de lágrimas y yo aún seguía incapaz de llorar.
Dos soldados se presentaron delante de mi padre, haciendo una reverencia y caminando tres pasos hacia adelante, yendo en dirección a mi madre. Uno de ellos le entregó al otro un arco y flecha, el guardia se posicionó y el otro encendió la punta de la flecha apuntando hacia la madera. Disparó fallando por kilómetros nuevamente y volvió a intentar para volver a fallar
La gente a mis espaldas comenzó a murmurar, primero fueron unos o dos, pero después fueron todos generando un notorio murmullo por la incompetencia del guardia y su incapacidad de apuntar bien.
Me cansé de esta falta de respeto, con mis manos entrelazadas delante de mí caminé hacia el guardia, quien se disculpó dando una reverencia hacia mí, quedándose en esa posición. Miré al otro guardia en la misma posición.
—Sácalos de mi vista— Fergus apareció rápidamente a mi lado y ordenó a nuestros guardias que se llevaran a los dos caballeros.
Otro guardia me entregó un arco y una flecha, la cual encendió de inmediato. Giré mi cuerpo hacia mi derecha, encontrándome a los Black uno al lado del otro, con toda su gente detrás. Mi rostro cerio y sin expresión hizo que Roan frunciera el ceño. Levanté la vista hacia sus banderas que ondeaban en el viento.
Calculando así mi disparo, apunté más alto y en dirección algo alejada a donde estaba mi madre, respiré profundo y disparé dando justo a la madera donde mi madre descansaba, haciendo que se encendiera de inmediato. Miré directo al guardia a mi lado y en un sonoro golpe le puse el arco en el pecho.
Levanté un poco mi vestido y volví a caminar hasta donde estaban mis hermanos y mi padre, al cual me incliné levemente. Mi corsé estaba muy apretado y mi vestido era un vestido de ceremonia muy grande, repleto de capas, dificultando mi movimiento.
Volví a mi lugar el fuego crecía a medida que el sol bajaba poco a poco mi padre se acercó a las llamas y dejo la caja con los restos del bebe junto al cuerpo de mi madre pude entender que mi padre no tenía la intención de que mi madre volviera al reino de seguro quería que su amada siguiera viajando junto al pequeño en el viento que comenzaba a soplar en la colina. Avivando aún más el fuego, llevándose con él las cenizas que comenzaban a quedar
Se mantuvo unos momentos junto al fuego para darse vuelta rápida y salir de ahí ya tuvo suficiente de todo esto. Volvió al camino por donde habíamos llegado, seguido por todos mis hermanos y los campesinos y demás familias y amigos lo siguieron. Vi sus figuras alejarse del claro sin mirar hacia atrás. Ya sola en ese claro me acerqué más hacia el fuego, mirando cómo poco a poco consumía el cuerpo de mi madre y los restos del pequeño
El viento se levantó llevándose las cenizas lejos sobre las montañas blancas del norte; supongo que esto es mejor que quedarse reposando toda su vida en una triste y húmeda cripta repleta de familiares que nos son de ella. La noche calló rápidamente y el fuego ahora era solo brazas que se apagaban lentamente. Crucé mis brazos delante de mi pecho y me despedí, alejándome lentamente hacia el camino para volver al castillo
Cosas crujían detrás de mí, pero no me iba a detener a averiguar que eran esos sonidos. Simplemente, caminé sin detenerme, levantando mi abultado vestido. Caminar rápido se me hacía complicado, pero luché para llegar. La oscura noche había hecho que el camino cambiara completamente. Me detuve detrás de un árbol para recobrar el aliento. Por uno de los lados del árbol, espíe detrás de mí, pero no vi nada.
Puse una mano sobre mi pecho tratando de calmar mi respiración, volví mi vista hacia el camino, unos ojos rojos me miraban de frente, caí sobre mi espalda, asustad, comencé a alejarme hasta que oí que alguien llamaba mi nombre
— Princesa Adaria, no se asuste, estamos aquí para protegerla —. Había cerrado mis ojos cuando choqué con algo de espalda.
Abrí mis ojos para encontrarme con Jack y Asher frente a mí, ambos miraron hacia el bosque antes de volver a dirigirse a mí.
— Maximus está en el bosque, no quiso asustarla princesa, venga, su padre la está esperando — Jack me ofreció su mano para ayudarme a levantarme.
Caminamos los tres de regreso hacia el castillo, podía oír a Maximus romper algunas ramas al caminar. Podía oírlo detrás de nosotros, pero por más que lo intentara, no podía verlo. Su animal era tan oscuro como la misma noche, eso lograba darme escalofríos en todo el cuerpo. Cuándo llegamos al final del camino, los chicos me dejaron volver sola al castillo