Salem escapó de la oscuridad para refugiarse con una bruja Pero la oscuridad la mato . Durante años esperó en silencio a la niña de ojos ámbar que la bruja le había mencionado.
Y un día, Clarisse llegó.
El destino, sin embargo, pronto la apartó: fue enviada a la Academia de Brujas, un lugar antiguo donde las jóvenes aprendían a dominar sus dones. Cinco años después, vuelve convertida en una hechicera que apenas comienza a descubrir la magnitud de su poder.
No estará sola. Un cuervo sarcástico, tan fiel como insoportable; un tigre y un puma que ella misma rescató y que ahora la reconocen como su reina ; y Salem, el misterioso gato que nunca la abandonó, serán sus guardianes en la batalla contra las sombrasen la oscuridad.
Entre secretos familiares, pactos rotos y un linaje perdido. Clarisse deberá descubrir hasta dónde llega su poder… y qué precio está dispuesta a pagar por él.
¿Estás listo para entrar en un mundo donde nada es lo que parece, y hasta la magia tiene un precio?
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HÉCATE.
—¡No hables, vuelve a levantar la barrera! ¡El tigre está aterrorizado! Seguro una de esas cosas también lo atacó antes.
Obedezco rápido y levanto la mano haciendo aparecer la barrera que nos protegerá por esta noche y así vuelve a envolvernos como un velo invisible.
El tigre sigue allí no se ha movido de dónde estaba seguia agazapado,con los músculos tensos, el cuerpo temblando.
Corvyn se le acerca y comienzan a hablar.
El intercambio es breve, casi silencioso.
Yo solo veo cómo Corvyn asiente, y luego me lanza una mirada cargada de algo que rara vez le he visto: respeto.
—Clarisse… el tigre me ha dicho algo.
Dice que duermas.Que descanses, aunque sea solo unas horas.Dice que tú eres la única que puede protegernos de esas criaturas.
Que no vinieron por azar…Vinieron por alguien o algo y las están trayendo las desde el más aya estás no son las únicas
Me quedo quieta.El viento entre los árboles se detiene como si también escuchara.
—¿Cómo lo sabe…? —susurro.
—Lo intuye. Como todos nosotros o no te parece raro que esas criaturas esten aquí en tierra cuando deberían estar alla abajo....y reflexiono es verdad ellas deberían estar aya que hacen aquí.
Salem, aún en silencio, se posa cerca del tigre La pantera duerme profundamente, por fin en paz.Yo me siento al borde de la barrera, con los ojos fijos en la oscuridad.
Algo está despertando en mí nisiquiera se que tan fuerte soy en la academia tuve k limitar mi poder no quería que me vieran como bicho raro y peor que preguntarán de dónde vengo .Pero mientras respire…
No dejaré que una sola criatura del bosque vuelva a sufrir.Porque yo también soy hija del bosque.
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La noche se había vestido con su capa más densa.No había luna. No había estrellas. Solo oscuridad.
Clarisse dormía en medio del bosque, rodeada por sus protectores, cuando de pronto… el sueño se rompió como cristal.
Un viento helado la arrastró.Sus pies ya no tocaban la tierra.La niebla la devoró.
Todo se volvió silencio… hasta que una silueta emergió entre la bruma:Tres rostros, tres cuerpos unidos en uno solo.
Una figura envuelta en sombras, con una llave colgando del cuello, una antorcha en la mano y perros de ojos brillantes a sus pies.
Sus voces resonaron en lo profundo de su alma.
—Hija de la noche…
—Bruja de ojos ámbar…
—Guardiana del equilibrio olvidado…
Clarisse intentó hablar, pero no podía.Su voz estaba atrapada en la garganta del alma.
—Los hilos del destino se tensan.
—Las brujas exiliadas mueven sus piezas.
—El caos ha despertado.
La figura giró lentamente. Los tres rostros la observaban al mismo tiempo.
Sus ojos eran faros antiguos, llenos de siglos y secretos.
—El mundo está en peligro —susurró la primera voz, tan suave como el viento entre lápidas.
—Y tú serás la que lo proteja —dijo la segunda, con la firmeza de un trueno contenido.
—A un día caminando… hallarás a la tribu de lobos —agregó la tercera, como un eco del porvenir—. Corre. No hay tiempo.
Clarisse tembló. Todo en su pecho le gritaba que aquello no era solo un sueño.
La diosa levantó la antorcha. Su luz reveló un rostro conocido:
Salem.Su figura felina flotaba entre sombras. Dormía.
Pero su cuerpo brillaba tenuemente, como si algo dentro de él estuviera a punto de romperse.
—Protege a mi gato bicolor.
—Te lo entrego con todo el alma que me queda.
—Su despertar está cerca.
Y entonces, la advertencia que no se atrevía a pronunciar:
—No lo rechaces.
Clarisse abrió los ojos, jadeando como si hubiera corrido una milla sin parar ella estaba empapada en sudor.El aire está frío, muy frío a pesar de ser verano.
Clarisse se incorpora de golpe, el pecho subiendo y bajando como si hubiera salido de un lago helado. El sudor le recorre la espalda, empapando la tela de su camisa. Sus ojos ámbar se titilan como brasas bajo la luna que aún no ha salido.
—¿Qué demonios…? —susurra, tocándose la frente húmeda.
No recuerda exactamente cómo despertó, pero sí por qué:Hécate. La diosa de las brujas. La advertencia. El gato bicolor.
De pronto, siente una quemazón en el antebrazo.
Tira de la manga con rapidez… y se queda paralizada.
Un tatuaje.
Donde antes había piel limpia, ahora se dibuja una luna creciente rodeada por dos alas negras y una flor oscura. La marca se ve clara
—¿Qué… es esto? —susurra con la voz rota.
A su lado, Corvyn se despereza, con su habitual irritación matutina.
—¿Ya vas a ponerte intensa desde el amanecer? —masculla mientras estira una ala—. Bruja tenía que ser.
Pero cuando ve su rostro —ese temblor, esas lágrimas contenidas, el sudor helado pegado a la frente— se le corta el aire.
—Clarisse… ¿tuviste una visión?
Ella asiente. Lentamente. Como si al hablar rompiera un pacto sagrado.
—La diosa Hécate… habló conmigo —dice con voz temblorosa—. Me dijo que el mundo está en peligro. Y que a un día caminando… hay una manada de lobos. Necesitan ayuda. Tengo que ir.
Corvyn la mira en silencio. Por primera vez, sin sarcasmo.Sus alas se bajan.
Su corazón —ese que juró no tener— late fuerte.
—¿Y lo del tatuaje? —pregunta finalmente.
—Me lo dejó ella. Dijo que era su marca. Que… debo proteger a alguien . Que no lo rechace. Que… es suyo. Y ahora también mío.Pero no recuerdo quién .
En ese momento, algo cálido le roza la pierna.
El puma.La mira con ojos dorados, preocupados. Coloca su enorme cabeza sobre sus rodillas.Del otro lado, el tigre hace lo mismo.
Están temblando.No por frío. Por miedo.
—Mi reina… —murmuran el tigre, La pantera y Corvyn, sin pensarlo. Y al instante se dan cuenta.La llaman así.Como si no pudieran evitarlo.
Clarisse respira hondo. Mira a sus animales. A su cuervo. A Salem, que observa desde lejos, con sus ojos desiguales como dos verdades enfrentadas.
—Vamos —dice ella finalmente, con una voz nueva, más grave, más firme—. No podemos perder tiempo.
Y entonces, como si lo sintiera, se pone de pie… y se dirige directamente hacia Salem. Lo toma entre sus brazos con ternura, lo acuna contra su pecho.
—Mi gato de ojos bicolor… Tranquilo. Todo estará bien. Yo te protegeré. Lo juro.Mira que de saber a qué nos íbamos a enfrentar que hubiera dejado en casa con mi madre y Vexa .
Lo besa suavemente en la cabeza.
Salem no sabe qué ocurre. Pero por primera vez, algo dentro de él vibra.
Ese apodo…Ese calor…Esa promesa.
Y por dentro, sin entender por qué… desea que nunca lo vuelva a soltar.