El Camino Del Poder

Mientras regresaban al pueblo, la noche comenzó a caer, pero todo estaba seguro. Antes de que Carter se pusiera a jugar con la pequeña y Lia como un niño más para ocultar la gravedad de la situación, Brand le contó todo. Rala había recibido el informe por parte del propio hermano de Samantha, ya que ningún otro de los 6 se atrevió a acercarse a ella. Brand le reveló lo que había sucedido con la última incursión que hicieron los hombres de Samantha y como es que todos habían muerto. Carter intento ocultarlo, pero en el fondo comenzó a tener miedo. La simple idea de que caballeros con experiencia de años muriesen en Babel solamente por su imprudencia al entrar, le hizo sentir pequeño y le mostró directamente la gravedad del asunto y cuál era su mediocre situación actual. <> pensaba con frenesí por culpa del miedo. Tras lo contado, e intentando disipar la bruma de su temor, se fue a jugar con la pequeña y Lia antes de llegar al pueblo para poder descansar—o intentarlo en el caso de Carter—.

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Erwin Rosewall se encontraba en su habitación leyendo la carta del pueblo de Asfal, cuando el cuarto miembro de los 6, Reinhardt, le indico sobre la situación de su hermana y sus hombres.

—Tu hermana desperdicio a sus fuerzas y ahora está sufriendo por ello... Nunca les enseñó bien al parecer—dijo de forma altanera antes de largarse.

Erwin salió y camino por el largo pasillo de la escuela para llegar al cuartel y brindar su apoyo nuevamente a Samantha.

Bajo desde el quinto piso, donde estaban las habitaciones de los hombres, hasta cruzar por los suelos con baldosas hexagonales, las pequeñas áreas verdes con sus frondosos árboles y finalmente llegó al cuartel. Entro como de costumbre; no necesitaba identificarse.

Tocó la puerta de la habitación.

—¿Hermana?—preguntó.

Hubo un largo silencio y volvió a tocar.

—Hermana, se que estás allí, necesitamos hablar.

No hubo respuesta de nuevo y Erwin se decidió por tocar de nuevo con más fuerza, pero antes de hacerlo la puerta se abrió.

—¿Qué quieres Erwin?—preguntó Samantha con el ceño fruncido.

—Hermana, ya me he enterado sobre lo que ocurrió con tus hombres pero...

—Basta. Mis hombres murieron como valientes, no hablemos de ellos y dejemos que descansen en paz—interrumpió.

—Eso no es de lo que quería hablar.

Samantha calló y con un gesto le indico a su hermano que entrara. Samantha se sentó en su desordenada cama y Erwin en la silla que tenía frente al escritorio de la habitación.

—Y bien, ¿qué pasa?—comenzó Samantha.

—Esta mañana me llegó una carta de papá y mamá. Dijeron que una de las caravanas de los caballeros de papá fue interceptada por los hombres en el pueblo de Asfal. Asfal ha pedido ayuda a nuestros padres, y nuestros padres imploran que puedas comunicarte con el rey para pedir liderar una guardia en Asfal. Han estado siendo acosados por seres que normalmente deberían estar dentro de Babel, y algunos hombres han estado desapareciendo...—calló.

—¿Y por qué no lo pidieron directamente?

—Hermana, tú sabes que mis padres te estiman demasiado y que tarde o temprano se enterarían de tu situación, así que ellos no quieren molestar...—dijo Erwin mientras se le iba apagando la voz.

—¿Ellos lo saben?—atacó Samantha.

—Sí, lo siento.

Ambos quedaron en silencio. Y tras unos minutos Erwin volvió a hablar:

—Sabes que papá y mamá no se comunican conmigo de otra forma por culpa de...

—Basta Erwin; está bien. Iré y hablaré con el rey. Vete, por favor—Samantha se levantaba de la cama al decirlo.

Erwin no quiso molestar más y también se levantó en cuanto vio a su hermana acercarse a la puerta de la habitación.

Samantha abrió la puerta y Erwin salió. Antes de que cerrara la puerta habló:

—Sé que es difícil hermana, pero no pierdas el rumbo. Eres uno de los mejores caballeros de toda Zha'thik, y más importante... mi hermana... Si necesitas que te acompañe dime e iré contigo.

—Gracias...

Samantha se encerró en su habitación para prepararse y Erwin volvió a su habitación en la academia luego de largo rato caminando.

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Mi hermana es fuerte, lo sé. Ella se recuperará como siempre lo ha hecho; su orgullo como una Rosewall la levantará y aún con su moral por los sueños luchará. La amo y por eso no puedo dejarla sola. Si tan solo yo pudiera...

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Samantha se sentó un momento en su cama tras despedirse de su hermano y se quedó en completo silencio sin pensar nada, completamente calmada. Reaccionó y tomo una ducha en el pequeño baño de la habitación.

Su moral estaba por los suelos. Los hombres que había entrenado y en los que confiaba habían sido completamente asesinados por las fuerzas desconocidas de Babel. Se sintió frustrada, pero estaba decidida a continuar.