Luigui Cardona hijo adoptivo de Cardona el encargado de la mafia Italiana.
Enamorado de Emma Greco Alvarez una de las hijas menores de Giacomo Greco y Soledad Alvarez .
Emma es la menor de las trillizas y es la última de los hijos de esta familia .
Es la más parecida en la forma de ser a Soledad pero tiene la fuerza , fortaleza de Giacomo.
Enamorada de Luigui en la cual le declara su amor a él siendo rechazada , eso le rompe el corazón a la pequeña Emma , pero no le impide después de cinco años aprovechar la situación y obligarlo a casarse con él así cumpliendo las palabras que le dijo ese día.
Luigui aceptará ese gran amor que siente por Emma desde el primer día en que la conoció .
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CAPITULO 2
Los días pasaban lentamente para Emma, como si el tiempo se burlara de su tristeza. Cada amanecer traía la misma rutina: despertarse con los ojos hinchados de tanto llorar, revisar el teléfono con la esperanza de encontrar un mensaje o una llamada de Luigui, solo para descubrir que seguía el mismo silencio abrumador. El rechazo de Luigui era un peso que no lograba quitarse del pecho. ¿Cómo era posible que un sentimiento tan puro como el amor pudiera doler tanto?
Sentada en su cama, abrazando una almohada que ahora parecía su única compañía, Emma dejó escapar un suspiro cargado de tristeza. Las lágrimas rodaban por sus mejillas sin permiso, mojando su rostro y su alma. No podía evitarlo. Lo amaba, lo amaba con cada fibra de su ser, pero él… él solo la veía como una niña.
Un suave golpeteo en la puerta interrumpió sus pensamientos.
—Emma, el desayuno está listo, hija —dijo Soledad mientras abría lentamente la puerta.
Emma, incapaz de ocultar su estado, bajó la mirada. Soledad, al verla en con lágrimas cerró la puerta y se acercó a ella. Se sentó a su lado en la cama, envolviendo la en un cálido abrazo de madre.
—Mi rayito de sol, ¿qué pasa? —preguntó con dulzura, acariciando el cabello de su hija.
—Estoy bien, mamá —susurró Emma, apretándose más contra Soledad, buscando consuelo en ese abrazo.
—No, no estás bien, hija. Estás triste desde el día de tu cumpleaños. Dime qué pasó, mi rayito de sol —insistió Soledad, levantando el rostro de Emma con suavidad y limpiando sus lágrimas con el pulgar.
Emma tragó saliva, sintiendo que el nudo en su garganta se hacía más grande.
—Es por Luigui, ¿verdad?
Emma asintió levemente, sin poder contener más su dolor.
—Sí, es por él.
Soledad frunció el ceño, preocupada.
—¿Qué te hizo, mi niña? —preguntó acariciando el cabello de Emma con ternura.
—Me rechazó como mujer, mamá. Me dijo que era una niña ante sus ojos. Yo lo amo… solo quería que mi regalo de cumpleaños fuera ser su novia. Me quiero morir —dijo Emma entre sollozos.
Las palabras de su hija hicieron que Soledad se levantara de golpe. Una mezcla de enojo y frustración apareció en su rostro, un gesto que Emma rara vez veía en su madre. Emma se asustó al notar esa expresión.
—¡Escucha muy bien, Emma! —exclamó Soledad, mirándola fijamente—. Una Álvarez nunca se rinde. Si amas a Luigui, espera el momento ideal para amarrarlo a ti. Por ahora, termina tu carrera, conviértete en la abogada que quieres ser y deja que el tiempo pase. Sabrás actuar en el momento indicado.
Emma negó con la cabeza, sintiéndose derrotada.
—Mamá, no es fácil… ¿cómo voy a hacer que él me ame algún día? —preguntó con un hilo de voz, sintiendo que su corazón se rompía aún más.
Soledad se acercó de nuevo, sentándose frente a ella, tomando sus manos con firmeza.
—Emma, las cosas importantes en la vida no son fáciles. Muchas veces hay que derramar lágrimas para ser feliz con la persona que se ama.
Emma se sorprendió por esas palabras. Siempre había pensado que el amor de sus padres era perfecto, que nunca habían sufrido por estar juntos.
—Mamá, no digas eso… tú y papá siempre han estado juntos —susurró Emma, confundida.
Soledad sonrió con melancolía.
—No siempre, Emma.
Esa confesión dejó a Emma en shock. Jamás imaginó que sus padres hubieran pasado por momentos difíciles en su relación.
—No te entiendo —dijo Emma, sentándose en la orilla de la cama, mirándola con curiosidad.
Soledad respiró hondo, como si estuviera reuniendo fuerzas para contar un capítulo de su vida que había mantenido en secreto por mucho tiempo.
—Te voy a contar una versión resumida de la historia —dijo Soledad, sentándose al lado de su hija y tomando sus manos con cariño.
El rostro de Emma reflejaba sorpresa y expectación. Nunca había escuchado esta parte de la historia de sus padres.
—El día que le iba a contar a tu papá que estaba embarazada de Lucero y de Aydan, ese día él me terminó. Me dijo que nunca me había amado, que solo había sido un entretenimiento para él durante los cinco años que estuvimos juntos —confesó Soledad, con la voz quebrada al recordar ese dolor.
Emma abrió los ojos como platos, incapaz de creer lo que escuchaba.
—¿Papá te dijo eso? —susurró, sintiendo que su corazón latía rápidamente.
—Sí. Me rompió el corazón en mil pedazos y lo dejé irse. Me ofrecieron un trabajo en Cancún y, desesperada por olvidar, acepté sin pensarlo. Firmé tantos papeles que ni siquiera supe lo que en verdad estaba firmando —dijo Soledad con una sonrisa nostálgica.
—¿Qué pasó después? —preguntó Emma, ansiosa por saber cómo esa historia terminó en el amor que conocía entre sus padres.
—Pasaron los meses y un día, tu papá apareció en el hotel donde trabajaba. Estaba furioso, reclamando que yo le pertenecía y que Aydan era su hijo. Lo que no sabía es que, al firmar los papeles para mi trabajo, también había firmado un contrato de matrimonio con él —dijo Soledad, soltando una carcajada al recordar ese enredo.
Emma no pudo evitar reír también.
—¡No puede ser! ¿Un contrato de matrimonio? Mamá, eso suena como una película —dijo Emma, divertida.
—Lo sé, fue una locura. Tu papá me obligó a vivir con él, pero lo castigué… nada de nada —dijo Soledad con una sonrisa traviesa.
—¿Nada de nada? —preguntó Emma, curiosa.
—Nada de nada. Lo tenía loquito, pero el descarado me tenía más loquita por él. Las hormonas del embarazo no ayudaban y él… él caminando desnudo por todo el apartamento —dijo Soledad, soltando una carcajada.
Emma no pudo contener la risa.
—¡No puedo creer que mi papá anduviera sin ropa por todo el apartamento!
—Sin nada, Emma, ¡sin nada! Era un tormento. Yo quería lanzarme sobre él y dejar que hiciera lo que quisiera conmigo, pero no podía. Tenía que castigarlo, vengarme por haberme roto el corazón —dijo Soledad, con los ojos brillantes de diversión.
Emma se secó las lágrimas, pero esta vez de risa.
—Mamá, ustedes de verdad han pasado por todo —dijo Emma, admirando a su madre.
Soledad tomó el rostro de su hija con ternura.
—Eres mi hija, Emma. Eres una Greco Álvarez y nunca nos rendimos. Luigui te ama, aunque no lo admita. Se le nota cuando te mira. Usa tus armas cuando sea el momento adecuado. Vigílalo, mantente cerca, pero deja que él crea que tiene el control. Y si tienes la oportunidad de estar con él sin que lo sepa, no veo el problema —dijo Soledad con una sonrisa cómplice.
Emma la miró, sintiendo una chispa de esperanza en su pecho.
—¿De verdad crees que me ama?
—Lo sé, hija. Y tú sabrás cómo conquistarlo. En un mes habrá una fiesta de máscaras. Tu papá y yo vamos a ir, y sé que Luigui también estará ahí este año porque los Cardona no asistirán. Ahí te dejo el dato —dijo Soledad, guiñándole un ojo—. Ahora vamos a desayunar o llegarás tarde a la universidad.
Emma sonrió por primera vez en días. Tal vez su madre tenía razón. Tal vez aún había esperanza y un Greco Álvarez no se rendía y ella no sería la excepción...
Continuara...
Personajes
Emma
Luigui
Ojalá Rebeca y Josephe se den una oportunidad porque el está babeando 🤤🤤🤤 por ella.
Gracias 😌 querida escritora por actualizar 😌 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos ☺️