En un mundo donde las familias toman formas diversas, León se enfrenta a los desafíos y recompensas de crecer en un hogar que rompe con las normas tradicionales. Mientras navega la relación con su novia Clara, León descubre que no solo está construyendo su propia identidad, sino también reconciliando las influencias de un padre bisexual, un padrastro con quien compartió momentos cruciales, y una madre que ha sido un pilar de fortaleza.
Las raíces de su historia no solo se hunden en su familia inmediata, sino que también se entrelazan con las de Clara y su mundo, revelando tensiones, aprendizajes y momentos de unión entre dos realidades aparentemente opuestas. León deberá balancear la autenticidad con las expectativas externas, mientras ambos jóvenes enfrentan el peso de los prejuicios y el poder del amor.
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Heridas que se curan
El sábado llegó con un aire de expectativa en la casa de León. Como de costumbre, él estaba inquieto por el desafío de Física, una materia que lo mantenía en constante estrés. El plan era claro: trabajar con su grupo en resolver los problemas asignados y avanzar en el proyecto, todo en un ambiente tranquilo y sin distracciones. Para garantizar que esto fuera posible, había tomado precauciones: avisar a Clara de su ausencia, coordinar con su madre, y asegurarse de tener apoyo en casa mientras ella estaba de viaje.
Preparativos y el apoyo inesperado
Rebeca, antes de partir hacia su paseo con las hermanas paternas, no dejó cabo suelto. Había preparado una lista detallada para Daniel sobre los cuidados de León: comidas específicas, horarios de descanso y recordatorios sobre sus medicamentos.
—"Y no te olvides de darle verduras en el almuerzo. Nada de esas frituras que sueles comer, Daniel."
Daniel suspiró pero asintió, aunque con una sonrisa.
—"¿Sabes qué? Llamaré a Alex para que me ayude. Es mejor tener cuatro ojos cuidándolo que solo dos."
—"Quires llamar a tu ex para que te lo meta....." dijo Rebeca con una mezcla de actitud pasiva agresiva y humor.
Inmediatamente, Daniel se sonrojó de vergüenza, lo que provocó las carcajadas de Rebeca.
Encuentros en la casa de León
Alex fue el primero en llegar. Traía consigo una bolsa con frutas frescas y un par de sobres de té especial para la gastritis, recordando los consejos de Rebeca. Cuando entró, ella lo recibió con una broma que hizo a Alex reír, aunque con un leve sonrojo.
—"Espero que no vengas solo por Daniel, ¿eh? Que aquí los dos son responsables de que mi hijo esté bien."
—"Tranquila, Rebeca, vengo con buenas intenciones y sin dramas." respondió Alex, devolviéndole la sonrisa.
—"¿Puedes ayudarme a subir estas cosas al auto?" preguntó Rebeca a Daniel.
—"Claro, vamos.", dejando a Alex en la sala. Una vez todo listo, Rebeca se marchó, no sin antes recordarles nuevamente lo importante que era cuidar a León.
Preparando el día de estudio
León se levantó temprano y comenzó a organizar los materiales para la sesión con su grupo. Sus libros, cuadernos y una pila de hojas estaban dispuestos en la mesa del comedor. Sin embargo, antes de sumergirse en el estudio, Alex lo detuvo.
—"Oye, León, primero tienes que comer algo. No puedes resolver ecuaciones con el estómago vacío."
León protestó, pero Alex no cedió. Pronto, ambos estaban en la cocina preparando un desayuno sencillo pero nutritivo: pan tostado con aguacate, huevos revueltos y té para la digestión. Daniel observó desde el marco de la puerta, sorprendido de cómo Alex tomaba la iniciativa.
—"Ya veo que no necesitas que te diga qué hacer." comentó Daniel, con una pizca de humor.
—"Alguien tiene que cuidar a este chico testarudo." respondió Alex, guiñándole un ojo a León.
Con el desayuno listo y la mesa despejada, León se dispuso a trabajar. Mientras revisaba los problemas de Física, Daniel y Alex intercambiaron miradas cómplices, compartiendo un entendimiento tácito: aunque sus caminos se habían separado, ambos seguían comprometidos en proteger a León y darle el apoyo que necesitaba.
La llegada del grupo de estudio
Pasado el mediodía, comenzaron a llegar los compañeros de León. Traían consigo calculadoras, laptops y el mismo nerviosismo que él sentía por la materia. La casa se llenó de murmullos de discusiones sobre fórmulas y estrategias para resolver los problemas, mientras Daniel y Alex se retiraban a la cocina para no interrumpir. Desde ahí, supervisaban que todo marchara bien, ocasionalmente entrando para ofrecer papas fritas o un comentario alentador.
La tarde transcurre lentamente, y aunque León sigue inmerso en sus estudios, Daniel y Alex se encuentran en la cocina. Daniel, aunque rodeado de las instrucciones que le dejó Rebeca sobre la dieta de León, no puede evitar que su mente viaje al pasado. La tensión del presente, mezclada con las sombras del pasado, le genera una incomodidad palpable. Por más que haya hecho las paces con la idea de ser padre, la relación con Alex sigue siendo un tema pendiente.
— "Siempre fue más complicado de lo que imaginé," dice Daniel, rompiendo el silencio mientras observa a Alex, que se ha quedado parado, mirando pensativo.
— "¿A qué te refieres?" responde Alex, sin mirarlo, pero con la voz baja, casi como si estuviera esperando algo más.
— "A todo. A ti, a nosotros." Daniel se acerca a la mesa, tocando el borde de una de las hojas donde Rebeca escribió las instrucciones de León. "Tú no sabías cuánto me asustaban tus inseguridades, Alex. En mi cabeza, todo el tiempo era una lucha por ser el suficiente para ti."
Alex se gira lentamente, la expresión en su rostro es seria, cargada de emociones contenidas. "¿Y no pensaste que a mí también me asustaba no ser suficiente para ti? Siempre pensé que, si no era perfecto, me ibas a dejar. Como si no pudiera ofrecerte lo que querías." Su voz tiembla levemente, pero se mantiene firme.
Daniel se siente un nudo en el estómago. Por fin, lo entiende: "Nunca lo entendí. Yo estaba tan preocupado por lo que necesitaba, por lo que quería... que no me di cuenta de lo que tú necesitabas."
Alex suspira, mirando a Daniel por un largo momento. "Y yo también te fallé, Daniel. Te fallé cuando no entendí lo que necesitabas de mí. Los celos... esos malditos celos." Hace una pausa, como si luchara por encontrar las palabras correctas. "Te pedí tanto sin darme cuenta. Pero si te soy sincero, siempre sentí que no era suficiente para ti. Te amaba, pero me sentía inferior, incapaz de darte lo que querías. Eso fue lo que acabó con nosotros."
Un silencio pesado se apodera de la cocina. Daniel no sabe qué decir, pero de alguna manera, siente que finalmente, después de todo este tiempo, algo en su interior se ha desbloqueado.
— "Lo siento," dice Alex, mirándolo directamente a los ojos. "Lo siento por lo que te hice pasar. Y siento que no te lo dije antes. Me asustaba pensar que ya no había manera de volver atrás. Que nunca podríamos repararlo."
Daniel siente un calor en su pecho, pero no es el mismo dolor punzante de antes.
— "No sé si puede volver atrás, Alex," dice Daniel, con un tono más suave. "Pero quizás podamos empezar de nuevo, de alguna manera. No como antes, pero con lo que somos ahora."
Alex asiente, sintiendo una paz inesperada al escuchar esas palabras. "Eso me suena bien."
El ambiente se llena de una extraña calma, como si todo el peso de los años se estuviera desvaneciendo lentamente.