Mary Stuart pensaba que era feliz. Tenía un buen trabajo, un marido que la quería y ahora estaba embarazada; su sueño de tener una familia parecía hacerse realidad. Hasta que su mundo se derrumbó. Descubrió que su marido la había engañado con su amiga y socia, y que los dos le estaban robando en la empresa.
Para colmo, anunciaron un huracán, y la noticia provocó lo que ella no quería: un enfrentamiento con su marido. Él se fue de casa, pero el huracán llegó al día siguiente. En medio de la furia del viento, él llamó diciendo que iría por ella y le pidió que bajara y lo esperara en la acera, y ella le creyó.
Ella vio el coche acercarse y corrió en medio del viento por la acera, pero él no se detuvo: la atropelló violentamente y se marchó. Ella sintió cómo su vida y la de su hijo se desvanecían, y murió. Cuando despertó, estaba en una sala con varias personas y recibió un número. Llamaron su número y ella tuvo una nueva oportunidad, pero esta vez tendría que tomar una decisión y no podía equivocarse.
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Capítulo 3
Mark
— ¿Qué es eso? ¿Viene tras de mí, será karma? — Miré por el retrovisor y vi el huracán llegando.
La velocidad del coche disminuyó, succionado por la fuerza centrífuga del viento y lo más increíble fue ver el cuerpo de Mary ser llevado y girar en el huracán, acompañando el viento circulante, pero mi preocupación era no ser atrapado, así que entré en el estacionamiento subterráneo de un edificio cualquiera.
Suspiré aliviado, sintiendo el viento entrar silbando en el espacio y luego parar. ¿Será que acabó? Los huracanes son así, se forman de repente y de la misma forma se deshacen.
— ¡Uf! Pasó.
Sujeté el volante con las dos manos y apoyé la cabeza, aliviado, pero también preocupado: necesito encontrar a Mary. Maniobré el coche y salí, encontrando el caos en el exterior. Mi impresión fue que el huracán, soltó todo lo que recogió por el camino, aquí.
Dejé el coche y continué caminando y encontrando a las personas pareciendo perdidas, como yo. Todos en busca de alguien o algo. Todavía no ha dado tiempo a que lleguen los bomberos y socorristas. Vi una patrulla de la policía a la distancia y percibí a un chico entrando en una tienda y llevándose mercancías, pero no me importó.
Seguí andando en medio de los escombros, buscando el cuerpo de mi esposa. No sería posible que ella sobreviviera, después de ser llevada por el huracán, golpeando en tantos escombros. Fueron horas buscando. Llegué frente al edificio donde vivía y los moradores salían del garaje subterráneo. Detuve al administrador y pregunté:
— ¿Mi esposa estaba con ustedes?
— No, incluso pensé que ella se uniría a nosotros, pero no apareció. ¿El señor no la encontró?
— No, casi fui alcanzado por el huracán y necesité refugiarme, no conseguí llegar a tiempo para buscarla. — me disculpé sin siquiera saber por qué.
El edificio escapó solo con algunas ventanas rotas, entonces subí, aun sabiendo que ella no estaría allí. Nuestras ventanas estaban intactas y me senté en el sofá. No tenía energía eléctrica, pero el edificio tiene generador y luego la energía fue restablecida. Yo fui uno de los que estuvo en contra de la compra, pero ahora está siendo útil.
Ese huracán me dio una bofetada en la cara y desperté para ver que ni siempre tengo razón. En algún lugar, en el pasado, yo me perdí. Yo amaba tanto a Mary y éramos tan unidos, ¿dónde fue que todo cambió? No sé y ni tengo cabeza para pensar en eso ahora.
Mi estómago gruñó y recordé la última comida que ella hizo para mí y si ella todavía se preocupaba conmigo, era señal de que mi traición no había minado el amor de ella por mí. Yo debía haber pensado en eso antes de atacarla. Fui para la cocina, abrí la nevera, viendo lo que podía hacer para comer y recordé que ella hizo un sándwich para sí misma.
Lo comí y bebí un refresco, sentado frente a la televisión que noticiaba los estragos. Una imagen apareció y era terrible, el cuerpo de una mujer todo quebrado, caído sobre una rama de árbol. Estaba irreconocible, pero aquella ropa… aquella ropa era la que Mary estaba usando.
— Ay. Dios. Mío. ¡Ella está muerta! — cayó la ficha: yo maté a mi mujer y a mi bebé.
Soy un asesino.
El noticiario continuaba hablando sobre el asunto y diciendo que el cuerpo no había sido reconocido, aún, pero la contabilizaron con el número de muertes causadas por el huracán. Agarré el número de teléfono que dieron para contactar a los bomberos caso reconociesen el cuerpo y llamé.
— Buenas noches, es solo para informar que el cuerpo que hallaron en el árbol, parece ser el de mi esposa, ella estaba usando aquella ropa, cuando desapareció.
— Necesitamos su identificación y que traiga algo que contenga el ADN de ella, un cepillo con hebras de cabello o el cepillo de dientes.
Así lo hice y fui hasta la dirección que me dieron, el instituto de los bomberos, donde los cuerpos victimados por el huracán estaban siendo periciados. Entregué lo que solicitaron y rellené el formulario, tendría que esperar hasta que los resultados quedasen listos.
Volví para casa, estaba tan cansado que me acosté y dormí inmediatamente, ni recordé tomar un baño, solo quería olvidar todo lo que aconteció. Desperté de mañana, oyendo el sonido, a lo lejos, de las máquinas limpiando las calles.
Tomé un baño, me arreglé y miré los mensajes en el celular.
“ Confirmado. El cuerpo encontrado es de la señora Mary Stuart. Pedimos que tome las providencias para la liberación del cuerpo."
Suspiré, llegando a la conclusión de que era lo mínimo que yo podía hacer después de lo que causé, pero también, aliviado por haber resuelto aquel problema. Tomé un desayuno esmerado, con calma, pesquisando en el celular una buena funeraria y ya dejé agendada la cremación del cuerpo.
Salí de casa sabiendo que tendría trabajo, pero tranquilo, como si fuese apenas un día más. Envié un mensaje para Sonja, tranquilizándola y pidiendo que fuese a trabajar solo al día siguiente. No tenía problema alguno en echar las cenizas de Mary en cualquier lugar, sin hacer un funeral, ya que ella no tenía parientes y ni amigos que importasen.
Cuando nos conocimos, estábamos en el orfanato y supe que ella había perdido a la familia en un accidente, ahora perdió la vida en otro accidente, solo que natural. Ella era muy pequeña cuando fue para el orfanato y no se acordaba de nadie de su familia.
Conseguí la liberación del cuerpo y comuniqué a la funeraria, que fue a buscarlo y llevó para la cremación. Acompañé todo y compré una urna, donde fueron colocadas las cenizas. No gasté con urnas adornadas o elaboradas para durar, simplemente agarré la más barata, fui hasta la playa y eché en el mar.
— Adiós Mary, adiós bebé, espero que estén en un lugar mejor. Perdonen por todo y descansen en paz.
Volví las espaldas y salí, eché el pote en un basurero y tranquilamente, volví para casa.
*
Mary
No hago la mínima idea de lo que está aconteciendo, o mejor, me vi sentada en una silla con un número en la mano y esperando ser llamada para no sé qué. Fui hasta la recepcionista y pregunté:
— ¿Qué lugar es este y qué estoy haciendo aquí?