Vivió su vida llena de mucha adrenalina, cuando renació en su nueva vida no fue diferente, las primeras horas de su vida tuvo que luchar para sobrevivir
¿que pasara cuando encuentre nuevos seres, o descubra que en este nuevo mundo la magia no es una simple fantasía?
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MAS, MÁS FUERTE
Los meses me endurecieron, Una noche una tormenta feroz barrió la isla, arrasando con el refugio que había construido, la lluvia la golpeó con tanta fuerza que creí que el cielo mismo intentaba aplastarme, corrí entre relámpagos, con el fuego extinguiéndose a mis espaldas, y me resguardé en una cueva oscura.
Allí pase la noche tiritando, escuchando el rugido del mar y el derrumbe de árboles en la selva, me abrace a sí misma, odiando la fragilidad de este cuerpo, odiando al destino que me había condenado a esta prueba absurda.
Cuando el amanecer trajo calma, salí de la cueva y vi la devastación: ramas esparcidas, charcos, mi refugio reducido a escombros, el fuego, mi bello guardián, había desaparecido, solo quedaron mis preciados baúles.
Cualquiera habría llorado, yo estaba practicando no hacerlo, no soy María Magdalena, Respire hondo, apreté los puños y me obligue a empezar de nuevo, más fuerte, más resistente.
Jeinnys: Nunca más dejaré que me lo arrebaten (dije, clavando una lanza improvisada en la arena húmeda)
Aquel día, la niña que había llegado moribunda a la isla dejó de existir, en su lugar nació la superviviente, me obligue a trazar un plano para hacer el súper refugio, debía explorar bien la isla para saber con cuántos recursos cuento, es que me da un poco de miedito toparme con algún animal más grande que yo.
Cada error era una lección, cada herida, un recordatorio de que debía endurecerme, poco a poco, la isla dejó de ser mi cárcel y se convirtió en mi campo de entrenamiento.
Cuando la noche regresó y encendí de nuevo el fuego, lo contemplé con ojos distintos, ya no era solo calor ni luz, era la promesa de que, pasara lo que pasara, nunca volvería a ser débil.
El tiempo se desvaneció, a veces despertaba sin recordar si habían pasado semanas, meses o años, el calendario que tallaba en piedras con marcas rudimentarias apenas lograba mantenerme atada a la noción del tiempo, Y, sin embargo, cada línea grabada en la roca era un testimonio de que seguía aquí, respirando.
Mi cuerpo ya no era el de una niña, la adolescencia me sorprendió sola, en medio de la selva, sin un espejo que me confirmara los cambios, mi piel debería estar curtida por el sol, pero no deje que eso pasara, se de cuidados de belleza y los aplique como Dios manda, mis músculos se habían endurecido por la caza y el trabajo constante, mis pies, antes suaves, eran ahora duros como cuero, acostumbrados a correr sobre piedras y raíces, no lo pude evitar, pude hacer ropa pero los zapatos se me hicieron difíciles de llevar y más porque no había encontrado un animal con un excelente cuero, cuando lo encuentre será para hacerme señores zapatos.
La isla había dejado de ser mi enemigo, ahora era mi territorio, mi reino
Había aprendido a moverme en silencio entre la maleza, a distinguir huellas de animales, a identificar sonidos que antes me parecían indistintos, el crujido de una rama, el susurro de alas, el rugido lejano… todo hablaba un idioma que había aprendido a comprender.
Una tarde, mientras seguía rastros en el barro, los encontré: marcas profundas de garras, al principio pensé que era un felino prqueño, pero el tamaño me heló la sangre, aquella criatura no era presa, era un depredador, Y yo como siempre, siendo miércoles, estaba en su territorio.
No hui, la Arianna de diez años habría corrido llorando, la Arianna de quince no lo haría, solo apreté la lanza de madera endurecida al fuego y afilada con piedra que sostenía en la mano derecha, el miedo estaba allí, latiendo, pero era un miedo que encendía mi sangre, no que me paralizaba.
El encuentro no tardó, el rugido resonó entre los árboles y un animal enorme emergió: un felino salvaje, de fauces abiertas y ojos brillantes, el mundo se redujo a ese instante, una GRAN pantera negra, bella si es.
El choque fue brutal, la bestia se lanzó sobre mí, y rodé en el suelo, clavando la lanza con todas mis fuerzas en el costado del animal, el grito fue desgarrador, mis brazos temblaban parecen gelatina, el peso de la criatura me aplastaba, las garras lograron desgarrar uno de mis costados.
Con un empujón desesperado, hundí la lanza hasta atravesar al animal, la sangre caliente me bañó mientras el cuerpo del felino se sacudía y, finalmente, se desplomaba a mi lado.
El silencio que siguió fue absoluto……
quede arrodillada junto al cadáver, con el pecho subiendo y bajando como un tambor, eso fue peligroso, pero salí victoriosa, magullada sí, pero viva, tenía cortes en los brazos, sangre en la cara, y, sin embargo, lo único que sentía era un fuego abrasador dentro de mí.
Jeinnys: (No llore, no temblé, mire al animal muerto y susurre) Ahora yo soy la cazadora, presa sí que no, soy muy joven para morir
Y tu Jei deja de ser impulsiva y mantén distancia con ese William!
Ta buena esa