Alex Borisov es un Don de la mafia rusa. Tenía un acuerdo de matrimonio cerrado con la italiana Caterina Colombo, cuando él alcanzaba la mayoría de edad y ella era apenas una adolescente. Una de las cláusulas de ese acuerdo era esperar a que Caterina cumpliera dieciocho años, y que ella solo supiera que tenía un prometido el día de la boda.
Los años pasaron, y Alex fue víctima de una trampa, obligándolo a casarse con la joven, con quien tuvo una hija. Fueron meses viviendo amargados, recordando que no deseaba ese matrimonio. Él, que siempre había sido serio, se cerró a todo, como una piedra inaccesible. Hasta que, misteriosamente, su esposa es asesinada.
Cuando queda viudo, decide ir en busca de su verdadera prometida en Italia. Caterina llega a la vida de Alex con toda su intensidad y persuasión, dispuesta a sacudir su mundo y, con su insistencia, promete romper la piedra que él puso en lugar de su corazón.
NovelToon tiene autorización de Josy Santos para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 3
Alex Borisov
Salí de la casa de Francesco, furioso. Había venido de Rusia, solo para conversar con él. Mi intención era convencerlo de que llevara a su hija conmigo. Necesitaba una esposa, una mujer, para asumir el papel de madre de mi hija.
Llegué al hotel escoltado por mis hombres de confianza. Cuando entré en la habitación, me quité la corbata y el traje, y abrí algunos botones de la camisa. Me serví un poco de whisky y me senté en un sillón.
Había aprendido a amar a mi hija, aunque fuera generada en circunstancias que yo no quería, pero nunca amé a su madre, mucho menos quise aquel matrimonio. Al fin y al cabo, desde mis dieciocho años, yo sabía con quién debía casarme y esperé pacientemente, hasta que todo salió mal.
Tal vez por ese motivo, aún estoy insistiendo en ese acuerdo, que fue sellado entre su padre y el mío. Son negocios. Nunca me gusta perder y soy insistente.
Aún hay muchas cosas por resolver y descubrir. Principalmente sobre la muerte misteriosa de la madre de mi hija, todo eso me ha dejado aún más estresado.
Suspiro, y tomo otro trago de la bebida, cierro los ojos y saboreo el líquido mientras me cuestiono, ¿por qué salí de mi país, para venir detrás de alguien que ya no me pertenece? En realidad, ella nunca perteneció.
Podría elegir a cualquier hija de mafioso ruso soltera y cerrar un acuerdo, para casarme nuevamente, porque es un hecho que no puedo quedarme sin una esposa, ahora que comando una mafia y soy el Don, y también quiero una presencia femenina y maternal para mi hija.
Pero, ¿por qué solo pensé en ella para casarme nuevamente, después de haberme quedado viudo?
Cuando su padre cerró el acuerdo de matrimonio con mi padre, yo tenía dieciocho, casi diecinueve y ella tenía apenas doce años. Imaginé encontrar una niña infantil, pero me sorprendí con su postura. Ella tenía una forma determinada de actuar, sin vacilación, pero también tenía una dulzura y delicadeza para hablar con las personas. Aquello me dejó intrigado y... interesado, no puedo negarlo. Y por un momento, me entusiasmó la idea de que ella se convirtiera en mi esposa un día, solo necesitaba esperar a que cumpliera dieciocho años.
Aquel día la observé desde lejos, sin embargo, ella solo percibió mi presencia, cuando la libré de un Pitbull e incluso recibí una mordida, la cual cargo la cicatriz hasta hoy. La mirada que ella me lanzó aquel día, nunca la conseguí olvidar. Me sentí extraño...
Y ¿quiere saber?... creo que esa mierda es una tontería. Yo tenía apenas dieciocho años, ya no soy aquel chico de antes, solo nos vimos una única vez, ¿por qué vine para acá a insistir en este car4jo? ¿Cuándo puedo elegir a cualquier mujer para ser mi esposa? Muchas hijas de mafiosos aliados, se sentirían afortunadas de convertirse en mi mujer.
Me levanto determinado del sillón, agarrando el teléfono listo para llamar y pedir que preparen el jet para que vuelva a mi país. Antes de que marque el número, el nombre de Francesco se enciende en la pantalla en una llamada.
Me quedo sin entender, hace menos de una hora atrás, él insistió diciendo que no aceptaría volver con el acuerdo. ¿Qué quiere ahora?
La curiosidad habla más alto y yo contesto.
—Borisov... ¿podemos conversar un minuto? —su voz suena tranquila del otro lado.
—No entiendo qué quiere conmigo, ahora. Si no vamos a hablar de negocios, no tengo nada para conversar.
—Bueno... sé que fue idea suya colocar en nuestro contrato que su identidad solo fuera revelada cuando mi hija cumpliera dieciocho y fuera a acontecer el matrimonio. —respiro hondo, sintiendo la irritación crecer.
—¿A dónde quiere llegar? No tengo tiempo para rodeos.
—Yo cumplí el acuerdo, mi hija nunca supo del contrato y mucho menos quién es usted. Pero, ella acabó escuchando parte de nuestra conversación hoy y vino a cuestionarme y yo le conté a ella...
—¿Y déjeme adivinar? Ella tampoco aceptó, por yo tener una hija. No necesita llamarme para reforzar que ese acuerdo no existe más, yo ya acepté y hoy...
—Espere... Ella me propuso conocerlo a usted y a su hija y así irá a aceptar el matrimonio.
Contuve la respiración, mi corazón casi paró. ¡Mierda!
—¿Ella misma quiso eso? —me quedé en duda.
—Mi hija sabe la importancia de una alianza para nuestra familia. No puedo negar que un acuerdo con la mafia Borisov es muy ventajoso, son negocios y ella sabe de eso.
¡Claro! Son negocios. Eso causó algo extraño dentro de mí. Tal vez una parte mía, aún quisiera saber si ella sintió lo mismo que yo cuando nuestros ojos se encontraron por primera vez aquel día. Pero, esa mierda de romanticismo y amor no existe. Si de hecho nos casamos, será apenas negocios, un acuerdo, nada más.
—Mi hija nunca viajó, iría a demorar demasiado para organizar todo y traerla aquí, yo necesito casarme esta semana aún. Estoy volviendo para su casa e iremos a conversar nuevamente, ahora con su hija junto. Puedo ofrecer apenas una foto de la niña, ya que ella quiere conocer a la niña.
—Yo ya le dije algunas veces, que Caterina tiene un genio fuerte y un temperamento difícil...
—No me importa.... —lo interrumpí. —Esos son mis términos, que ella acepte o no. No tengo más tiempo que perder.
Colgué, aunque algo dentro de mí se animó con la idea de que ella aceptara. No entiendo lo que está aconteciendo conmigo.
Vestí nuevamente mi traje y mi corbata, me miré en el espejo para verificar si yo continuaba presentable.
Era fin de tarde, estaba casi anocheciendo. Entré en el coche y conduje hasta la casa de Francesco nuevamente, escoltado por mis hombres. Yo iba a resolver eso aún hoy.