Hace mil años, en un valle oculto de Nørhaven, se conocia una leyenda que el dragón legendario, conocido como el "Dragón Dorado", nacerá en un "receptor", el oráculo profétizo, que" una joven guerrera lo tendrá en su interior, y solo encontrando a quien su corazón anela despertara".Los clanes idearon una batalla de guerreros, fue cuando el poder de Aria despertó pero.. Su poder aun era una parte,
Aria, una hermosa Joven muy dulce, pero su gran error fue confiar en su amiga Lyra, quien astuta y ambiciosa, llena de celos al ver como los príncipes la querían, motivada por su deseo de obtener poder para sí misma y proteger sus propios intereses, comienza a planear su muerte, lleno de mentiras a los príncipes, culpando de estar aliada con el príncipe Kael, el villano , quien ni quiera la conoce, Muriendo cruelmente frente a todos.
..Pero nadie se vio venir que ese fue su final para el valle, desatando la furia de los dioses, quien dio la reencarnación de otra alma a Aria.
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Cortando al parásito
«Si mal no recuerdo, hoy es la ceremonia donde nos presentaremos ante los príncipes. Hoy tengo que evitar a Lyra… y también a los príncipes. Ella solo aprovecha mi estatus para acercarse a ellos.»
Aria salió de su cuarto mientras observaba el castillo. Su aroma amaderado y húmedo le daba un toque familiar, parecido al de su hogar.
«Espero que sus padres sean buenos… si no, tendré que pensar en otra cosa.»
Caminó por el largo pasillo contemplando la vista de las montañas. El olor a flores y el choque de las olas formaban un sonido bellísimo en sus oídos, relajando su pecho.
Bajó hasta el jardín; aún no veía a nadie alrededor.
Se sentó un rato, disfrutando de lo lindo que era ser rica.
«¿Y si mejor me encierro en este palacio y disfruto de estos placeres de reina?»
Sonreía para sí misma mientras se recostaba en el asiento de cemento, tan suave como una seda.
—Mi niña, por fin te despiertas… —dijo una dulce voz detrás de ella.
«Wow… ¿esta señora es mi madre? Sí que no perdió el tiempo, es muy joven.»
—Madre… —sonrió nerviosa mientras recibía su abrazo, apretado y cálido.
—Pensé que aún dormías. Dime… ¿qué te preocupa? —se sentó a su lado.
—Emmm, nada, madre… ¿por qué lo dices? —pregunté con una sonrisa forzada. Fue como si pudiera leerme la mente; me recordó a mi madre anterior, a la que tampoco podía mentirle.
—No me mientas, cariño. Soy tu madre… Sabes que puedo saber cuando mientes. Ayer ya te noté extraña, y tú nunca duermes hasta el mediodía —suspiró, acariciándome la mejilla.
«Quisiera ese poder que tienen.»
—Madre… Me peleé con Lyra. No es una amiga como pensé, así que no quiero volver a verla. —Tenía que evitar que viniera; según recordaba, siempre estaban juntas.
—Mi niña… —suspiró—. Veo que al fin te diste cuenta.
«Espero que me crea… Espera, ¿¡qué!?»
—¿Cómo? ¿Madre… tú sabías que no era buena?
—Siempre noté algo en ella, pero no quería llenarte la cabeza. Preferí que te dieras cuenta sola. Su madre hizo lo mismo conmigo una vez… —sus ojos reflejaron un enojo evidente al mencionar eso último.
«Cómo no me di cuenta antes… Si las dos son de la misma calaña. Madre e hija. Con razón está tan tranquila.»
—Gracias, mamá. Por eso no quiero que venga al castillo —susurré, como si me doliera.
—No te preocupes, es mejor así. Después de todo, hoy es la ceremonia. Tenemos mucho que hacer —sonrió—. Avisaré a los guardias; seguro que intentará venir —dijo, caminando hacia el jefe de guardias.
Aria miró alrededor. El castillo era gigantesco y mucha gente trabajaba en él. Se asomó hacia la colina y vio un gran viñedo.
«Si mi madre viera esto, estaría loca metida entre esas uvas.»
Pensó sonriendo mientras tomaba algunas y las comía.
—Mmm, riquísimas…
—Señorita… no puede comer así. Puede hacerle mal —dijo una voz varonil.
Un joven con sombrero, los brazos llenos de tierra, la piel tostada por el sol. Su mirada era suave, y su sonrisa… una belleza escondida.
«Santa madre… lo que trae la cosecha.»
—Ho… hola…
Aria tenía tantas uvas en la boca que nadie entendió lo que dijo. Solo quedó pasmada, hipnotizada por esa sonrisa perfecta. El joven rió al verla, como si fuera una ardilla con los cachetes llenos.
—Señorita… déjeme limpiarlas —dijo amablemente.
—No, no, yo lo haré, no te preocupes —respondió nerviosa, tragando de golpe todo lo que tenía, casi ahogándose.
—Veo que le gustaron… ¿quiere que le junte algunas? —preguntó.
—Sí… están riquísimas, como tú… digo, las uvas… sí, las uvas —rodó los ojos, casi tartamudeando.
«Pero qué tonta, ¿cómo digo eso?»
—Claro —rió—. Me llamo Tomás. Hoy empecé a trabajar en la cosecha —dijo quitándose el sombrero con una pequeña reverencia.
—Mucho gusto, Tomás… Yo soy Aria… bueno, supongo que eso ya lo sabías… —sus nervios le jugaron una mala pasada.
«Ay por Dios…»
—Hija, es hora de irnos —dijo su madre desde lejos.
—Ah… me tengo que ir. Fue un gusto, Tomás… y muy ricas tus uvas… digo… mis uvas… bueno, son mías pero ustedes las cosechan… —retrocedía caminando de espaldas.
Tomás sonrió al verla tan nerviosa.
—Tú me entiendes… Adiós —dijo ella, más roja que un tomate, caminando hacia el carruaje con su madre.
«Qué tonta… ¿por qué hice eso? ¿“Como tú”? ¿En serio dije eso?»
Tomás la vio alejarse, aún sonriendo.
«No tiene nada de mala, según lo que dice la gente.»
Pensó, volviendo a su trabajo.
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– Mary madre de Aria
Aria
Ricardo su padre
Ester madre de Lyra
Lyra
Príncipes León
Dario
Kael
lo intenté, llegué hasta este punto de la historia solo porqué la historia, la trama es buena, pero tantos errores gramaticales y de redacción, cansan honestamente, hacen que la lectura sea tediosa, el solo hecho de que en menos de 2 párrafos el mismo personaje tenga escrito de 2 o 3 formas diferentes el nombre, sumado a muchos otros detalles, hacen que el interés en la historia caiga.
Le aconsejaría a la autora, que antes de sacar una historia a la luz, lo lea y revisé con ojo crítico y si es posible que alguien más lo lea y le haga las críticas, entiendo que está es una plataforma gratuita y no puedo pedir una Ágatha Christie o un John Katzenbach o similar, pero si que las historias tengan un poquito de mejor redacción