En mi vida pasada, mi nombre era sinónimo de vanidad y egoísmo. Fui un error para la corona, una arrogante que se ganó el odio de cada habitante de mi reino.
A los quince años, mi destino se selló con un compromiso político: la promesa de un matrimonio con el Príncipe Esteban del reino vecino, un pacto forzado para unir tierras y coronas. Él, sin embargo, ya había entregado su corazón a una joven del pueblo, una relación que sus padres se negaron a aceptar, condenándolo a un enlace conmigo.
Viví cinco años más bajo la sombra de ese odio. Cinco años hasta que mi vida llegó a su brutal final.
Fui sentenciada, y cuando me enviaron "al otro mundo", resultó ser una descripción terriblemente literal.
Ahora, mi alma ha sido transplantada. Desperté en el cuerpo de una tonta incapaz de defenderse de los maltratos de su propia familia. No tengo fácil este nuevo comienzo, pero hay una cosa que sí tengo clara: no importa el cuerpo ni la vida que me haya tocado, conseguiré que todos me odien.
NovelToon tiene autorización de Crisbella para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
La propuesta
Punto de vista de Katerine
Dante frunció el ceño. —¿Y eso qué?
—Significa que la presión de la Abuela para tener un heredero se concentra sobre Clarisa. Y Clarisa no puede cumplir. Su vientre es su debilidad.
—Vamos a usar ese "riesgo operativo" que tanto te preocupa, Dante. No la expondremos; la haremos aún más vulnerable a los ojos de la Abuela. El siguiente golpe no será financiero. Será en el linaje. Y si Clarisa cree que soy la responsable, se destruirá a sí misma intentando probarlo.
Dejé la carpeta sobre la mesa, esperando su asentimiento. El golpe era sucio, efectivo, y garantizaba el terror lento que yo deseaba.
Dante, sin embargo, no asintió. Se inclinó sobre la mesa, su mirada penetrante como nunca antes.
—Mi organización no se dedica a la guerra psicológica de hermanas, Katerine. La ejecución de la deuda era simple: un intercambio de activos por efectivo. Esto... esto es cirugía social. Implica infiltración, desinformación y el riesgo de que la Abuela me rastree.
Apoyó sus manos en la mesa, acortando la distancia.
—Tienes un plan impecable. Es cruel y es brillante. Pero si quieres que use a mis hombres y arriesgue mis operaciones por algo tan personal, el precio será mayor.
Mi mandíbula se tensó. Detestaba que me pusieran condiciones.
—¿Y cuál es ese precio, Dante Viteri? No creo que un treinta por ciento adicional baste para compensar el drama que tanto aborreces.
Él sonrió, un destello rápido y peligroso.
—No se trata de dinero, Katerine. Se trata de control. Quiero tu lealtad exclusiva en el próximo gran negocio que mi familia planea. Necesito que firmes un contrato que me asegure la gestión de los activos que aún conservas, garantizando que todo lo que hagas de ahora en adelante sirva a mis intereses primero.
Me estaba pidiendo un yugo. No solo una alianza, sino una subordinación total de mi poder financiero restante, amarrando mi futuro al suyo.
—Estás pidiendo que te entregue mi cabeza financiera en bandeja —repliqué, manteniendo la calma a pesar de la rabia que ardía en mi pecho.
—Pido que te asegures de que nuestra alianza sea rentable para ambos, Katerine. Soy tu martillo; dame la propiedad del mango. Si quieres que el linaje de tu hermana se pudra, tienes que pagarme con lo único que valoro: seguridad y exclusividad en tu mente de estratega.
Me estaba pidiendo un yugo. No solo una alianza, sino una subordinación total de mi poder financiero restante, amarrando mi futuro al suyo.
—¿Estás pidiendo que te entregue mi cabeza financiera en bandeja —repliqué, manteniendo la calma a pesar de la rabia que ardía en mi pecho.
Él sonrió, un destello rápido y peligroso.
—Pido que asegures la exclusividad, sí. Pero un simple contrato de gestión es papel mojado en este mundo. Si quieres que yo arriesgue mi organización para desintegrar a tu familia desde el linaje y asegurar que Clarisa no se interponga... el precio debe ser inquebrantable.
Dante se enderezó y su rostro se tornó completamente serio. Sus ojos no reflejaban lujuria ni siquiera afecto, solo la fría lógica del control empresarial.
—No quiero tu firma, Katerine. Quiero una garantía social, legal y total de que tu mente me pertenece.
Se acercó lentamente a mí, deslizando algo del bolsillo interior de su chaqueta. Era una pequeña caja de terciopelo. La abrió. Dentro no había un diamante, sino un sencillo anillo de platino, grueso y sin tallas, que parecía más un grillete que una joya.
—El precio final por mi lealtad y la destrucción total de tu familia es que te cases conmigo, Katerine. Legalmente.
Sentí que el aire abandonaba mis pulmones. La propuesta era de una audacia brutal.
—Así —continuó Dante, su voz baja y firme—, yo aseguro la gestión total de tu fortuna restante. Y tú aseguras el golpe social más devastador a esa familia. ¿Qué mejor manera de demostrarles que ya no eres la tonta, sino la mujer que se casa con su mayor enemigo y les arrebata hasta la última esperanza de futuro? Piensa en Clarisa, Katerine. Piensa en el linaje.
Me quedé paralizada, reviviendo por un instante mi matrimonio de farsa con Esteban. ¿Volver a ser la esposa de un hombre poderoso para lograr un fin estratégico?
—Quieres atarme con una cadena de hierro —siseé.
—Quiero asegurarme de que la mujer más peligrosa que he conocido sea mi aliada, y no mi enemiga. ¿Aceptas el precio, Reina?
Me quedé pensando en la propuesta de Dante, ¿sería capaz de volver a revivir el infierno de mi otra vida? ¿Realmente Dante ya no sentía nada por Clarisa? El miedo me invadió, pues en mi vida pasada yo amaba a Esteban y este solo me utilizó para sus fines, y ahora estaba pasando lo mismo con este hombre frente a mí. ¿Qué debía hacer? Era la pregunta que retumbaba en mi cabeza. En este mundo, yo era una estratega y mi voz era escuchada, muy distinto a lo que pasaba en mi mundo, sin embargo, el poder de estas personas era aterrador. Pero había algo cierto: Dante no era Esteban, y yo no sería más Katherina, por lo que no tenía por qué repetirse la historia.
—Está bien, acepto tu propuesta. Seré tu esposa —. Mi respuesta fue la de una estratega, la de una reina que acepta un mal menor para obtener un reino mayor.
Dante tomó mi mano, deslizando el anillo en mi dedo anular. El metal era frío, pesado. No era un símbolo de amor, sino un sello de propiedad mutua. El pacto sería sellado y con él, mi destino.
—No habrá mejor reina de la Mafia que tú.
Sin previo aviso, unió nuestros labios en un beso apasionado que amenazaba con devorarme hasta el alma. A pesar de ser una maldita estratega, en este momento estaba totalmente expuesta, pues ni mi yo del pasado ni la tonta dueña de este cuerpo teníamos experiencia en esto del romance. Me aferré a su chaqueta, mi mente gritando advertencias mientras mis sentidos respondían a la urgencia, al peligro que representaba la boca de este hombre, un hombre que ahora será legalmente mío.