En el lujoso mundo de los negocios, donde el poder y la codicia son la regla, surge una historia de amor llena de traiciones, celos y secretos ocultos. "Sombras de Pasión" narra la vida de Sofía Valente, una joven mujer independiente y decidida, que lucha por cumplir sus sueños en un mundo controlado por hombres de hierro. A lo largo de la novela, su vida se entrelazará con la de Gabriel Ríos, un empresario frío, calculador y exitoso, cuya única pasión parece ser el dinero y el control.
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Capítulo 3: El Juego de las Sombras
La luz del día aún se colaba entre las cortinas del lujoso apartamento de Sofía cuando la alarma sonó a las 7:00 a.m. El sonido fue lo suficientemente fuerte para arrancarla de un sueño ligero, plagado de imágenes borrosas de Gabriel, de su oficina fría y de los acuerdos que aún no había firmado. A pesar de sus esfuerzos por mantener la calma, la preocupación se había instalado en su pecho, como un nudo que no dejaba de apretarse.
Había algo en el aire desde la primera vez que se encontraron: una tensión palpable, como si los dos supieran que su relación, aunque comercial, iba a ser mucho más complicada de lo que parecía.
Sofía se levantó de la cama con movimientos mecánicos. No podía permitirse ser vulnerable, no en este momento. Si su marca *Valente* quería sobrevivir, necesitaba esa inversión. Y para conseguirla, tenía que estar preparada para enfrentar lo que se avecinaba.
El mensaje de Gabriel seguía retumbando en su mente:
**"Espero que hayas entendido el precio que estamos jugando. Nos vemos mañana para ultimar los detalles."**
El precio… Sabía que no se refería solo al dinero. Gabriel siempre había jugado con las reglas del poder, y ahora, sin querer, ella estaba atrapada en su juego. Pero lo que más la inquietaba no era el dinero, ni siquiera el acuerdo; era la forma en que él la hacía sentir. Esa mezcla de miedo y atracción que no lograba entender.
Esa mañana, en el espejo del baño, su reflejo le mostró a una mujer fuerte, decidida, pero también agotada. Sofía eligió un conjunto sofisticado, elegante pero no tan llamativo: una blusa de seda azul oscuro, con una falda de cuero negro que acentuaba su figura. Su cabello lo recogió en una coleta alta, dejando caer unos pocos mechones rebeldes sobre su rostro. Decidida. No podía dar el lujo de mostrar inseguridad.
La reunión con Gabriel se llevaría a cabo a las 10:00 a.m., en su oficina, y aunque la idea de enfrentarlo la aterraba, también sabía que debía mantener la compostura. Sabía que Gabriel no solo estaba evaluando su negocio; estaba evaluándola a ella.
El reloj marcó las 9:30 a.m. y, como era de esperar, la seguridad en la entrada del rascacielos donde se encontraba la oficina de Gabriel la reconoció de inmediato. Era una rutina que ya había vivido muchas veces, pero nunca con esta sensación de urgencia. La ciudad, a sus pies, seguía en su ajetreo constante, pero para ella, todo se sentía diferente.
Cuando entró al edificio, su corazón latía con fuerza. Los ventanales enormes mostraban el paisaje urbano en todo su esplendor, pero no podía dejar de pensar en lo que estaba por venir. Sus pasos resonaban en el lobby de mármol, como si la ciudad misma la estuviera observando. Unos minutos más tarde, el ascensor la llevó hasta el piso 45, el mismo al que había llegado el día anterior, pero esta vez con una carga emocional mucho más pesada.
La puerta de la oficina de Gabriel se abrió antes de que pudiera llamar. Lucas Montoya, el socio de Gabriel, la recibió con una sonrisa cortés.
—Sofía, buen día. El jefe está esperando.
Su tono, aunque amistoso, tenía una frialdad que no le pasaba desapercibida. Algo había cambiado, algo que no podía identificar, pero que la inquietaba. Lo siguió a través de la amplia oficina, donde los altos ventanales ofrecían una vista espectacular, pero no le dieron la sensación de bienestar que esperaba. Al contrario, la atmósfera parecía cada vez más opresiva.
Gabriel ya estaba allí, de pie, observando la ciudad a través de los cristales. Su figura era imponente, como siempre. Los trajes oscuros le quedaban perfectos, cada uno de ellos elegido con precisión para proyectar poder.
Se giró lentamente cuando escuchó sus pasos, sus ojos oscuros se encontraron con los de Sofía, una chispa de interés en su mirada, casi como si estuviera esperando algo de ella.
—Sofía, por fin. —Su voz era suave, pero cargada de una amenaza implícita que no podía ignorar—. Pensé que llegarías tarde. Me alegra ver que no lo hiciste.
Sofía no pudo evitar fruncir el ceño ante su tono casual. No quería ser una marioneta en este juego, no con Gabriel. Y no lo sería.
—Llegué a tiempo porque este es el día que cambiará mi vida —respondió con calma, caminando hacia la mesa donde estaban los documentos.
Gabriel levantó una ceja, como si lo que había dicho le pareciera interesante, pero no particularmente significativo. Se acercó y, con un gesto de su mano, le ofreció la silla frente a él.
—Toma asiento, Sofía. Vamos a ver si realmente cambiará tu vida o si, por el contrario, será solo un pequeño ajuste.
Sofía se sentó con decisión, dejando claro con su postura que no iba a dejarse intimidar. Lo que no sabía era que, en esos momentos, Gabriel ya había trazado su estrategia. No solo estaba evaluando su negocio, sino también su carácter. Sabía que cada movimiento que ella hiciera, cada palabra que dijera, sería una pista sobre cómo podría manipular la situación a su favor.
—He leído tus propuestas —dijo Gabriel, señalando los papeles en la mesa—. Pero aún me falta algo.
Sofía lo miró con el ceño fruncido.
—¿Qué más necesitas?
Gabriel sonrió ligeramente, como si estuviera disfrutando el control que tenía sobre la conversación. Se acercó a ella, cruzando los brazos sobre su pecho.
—Quiero saber por qué *Valente* significa tanto para ti. ¿Qué te motiva, Sofía? ¿La ambición o algo más profundo? —Su mirada se clavó en la suya, y por un momento, todo el espacio entre ellos se volvió denso, como si las palabras que iban a salir de sus bocas fueran demasiado poderosas.
Sofía sintió un tirón en su pecho. No esperaba esa pregunta, y mucho menos de Gabriel. Su expresión se endureció, pero por dentro, sus emociones se entrelazaban con fuerza. Sabía que no podía mostrar debilidad, pero tampoco quería mentir. No con él.
—Mi vida ha sido una lucha constante, Gabriel. Desde joven, he tenido que luchar por cada cosa que tengo. *Valente* no es solo mi marca; es mi vida, mi legado. Lo que hago aquí define lo que soy. No es solo una cuestión de dinero.
Gabriel la estudió por un momento. Sus ojos, normalmente fríos, parecían analizarla, desentrañándola poco a poco.
—Interesante. —Su voz era casi inaudible, pero Sofía lo escuchó perfectamente—. Ahora entiendo lo que estás dispuesta a arriesgar.
Se sentó frente a ella, con un movimiento tan calculado que Sofía casi pudo ver el reloj en su mente, eligiendo el momento perfecto para hablar. Entonces, con una voz más baja, agregó:
—Te voy a hacer una oferta, Sofía. Pero antes, quiero que sepas que nada es gratuito en este mundo. No se trata solo de números.
Sofía se tensó. Sabía lo que venía. Lo que no sabía era si estaba preparada para pagar el precio que él estaba a punto de proponer.
**¿Estaba dispuesta a sacrificarse por su marca, o por algo más?**
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El juego de poder entre Sofía y Gabriel comienza, mientras se revelan más emociones y la complejidad de su relación comienza a tomar forma. La tensión entre ellos sigue creciendo, mientras Gabriel pone a prueba las motivaciones de Sofía, dejando claro que este juego es mucho más que una simple negociación...
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