Está es la historia de como se enamoraron, Sir Gabriel, General del ejército real del Reino Rubi, y la Princesa Artemis, Princesa heredera del Reino Greenwich y Generala del ejército de su Reino.
Como superan las diferencias entre las clases sociales a las cuales pertenecen y lograr vivir su amor intensamente.
Está es una historia paralela y que se desprende de mi novela previa "La Prometida con Magia de Fuego", y comienza al firmar el tratado de paz entre el Reino Rubí y el Reino Greenwich.
Los invito a leer está emocionante historia.
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Capitulo III. Llegando a la frontera.
Gabriel estaba a una distancia prudencial de Artemis. Mientras está se estaba quitando la armadura y la ropa que llevaba. Y poco a poco mojaba su cuerpo y lo limpiaba lo mejor posible.
Cuando terminó se colocó solo su ropa, que consistía en una camisa sencilla y una pantalón cenido.
Y al girar para comenzar a caminar, se dió cuenta que Gabriel la observaba. La camisa se pegaba a su torso debido a la humedad de su piel. Ella sonrió. Y siguió caminando como si nada.
- Vamos, General? - le pregunto cuando paso a su lado y él quedó estático.
Gabriel no dijo nada, solo se límito a seguirla. Sin embargo, cuando faltaban unos pasos para salir del bosque, él la tomó del brazo y jalandola hacia si, la acorraló contra el tronco de un árbol.
Se miraron por un momento, y entonces Gabriel sin poder contenerse más, la besó con furia, estrechandola contra su cuerpo, mientras acariciaba su espalda y caderas, como si fuera necesario para mantenerse con vida.
Artemis primero se sorprendió de su reacción, y de la furia con que besaba sus labios y acariciaba su cuerpo. Pero luego le correspondió, dejando invadir su boca con la lengua ajena. Y acariciando su espalda y enredando su dedos en sus cabellos. Cuando las acciones de Gabriel iban a llegar más allá, algo lo alerto dentro de él de alejarse o se metería en problemas. Se detuvo de golpe y solo la mantuvo abrazada a su cuerpo, mientras intentaba calmarse. Y ella lo abrazaba con fuerza, mientras no entendía cómo y porque se había detenido.
Él se alejó dandole la espalda.
- ¿Qué sucede? - le pregunto consternada ella con la voz entrecortada, tratando de calmarse para entender porque él se alejaba.
Con un suspiro y soltándo el aire lentamente, Gabriel dijo,
- Siento mi comportamiento, Alteza. No volverá a suceder. Me mantendré alejado de usted. Que descanse. - Y sin voltear a verla, se alejó saliendo rápidamente del bosque dejando a la princesa apoyada en el tronco del árbol desconcertada y deseando más de ese hombre. Una lágrima corrió por su mejilla. Nunca la habían rechazado de esta manera.
Respiro profundo. Y luego salió rápidamente del bosque y directo a su tienda sin siquiera cenar.
Sus escoltas la vieron, toda sonrojada y con el rostro triste y cabizbajo , y se preguntaron que había pasado. Ya que nunca habían visto a su Generala de esa manera. Ella era una mujer fuerte y capaz de derrotar a un ejército entero ella sola, si era necesario. Era la primera vez que la veían tan vulnerable.
Carlos que estaba cerca, había observado a su amigo, Gabriel, salir de casi el mismo sitio de donde había salido la sonrojada Princesa. "¿Que habría pasado allí?" pensó.
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Pasaron los días, y Gabriel cumplió su promesa. Se mantuvo alejado de la Princesa Artemis. E hizo que Carlos vigilará su tienda, para que él pudiera dormir un rato en las noches. No sabía de lo que sería capaz si se quedaba a solas con la princesa. La deseaba tanto o más que la primera vez que la vio.
Por su parte, Artemis intentaba seguir con su actividades normales e intentaba acercarse a Gabriel. Por lo menos para conversar pero él siempre huía de ella, la ignoraba, lo que hizo que la joven se sintiera triste, cambiando drásticamente su forma de ser, inclusive trato de tener un combate con espada con él, para por lo menos acercarse a él de esa manera. Pero él se negó, diciendo que no causaría un incidente con su reino si la lastimaba.
Esto conllevo a que la princesa comenzará a molestarle todo lo que hacían sus subalternos. Y comenzó a darle más trabajo del que ya tenían los soldados, comenzó a querer ir un poquito más allá de donde debían acampar, y a sabotearle el trabajo de vigilancia que estaba haciendo Gabriel con su escuadrón, dando órdenes contradictorias, hasta que el General se harto, y tuvo que hablar con la princesa.
Gabriel escuchaba quejas, tanto del bando de la princesa como de su bando, acerca de la actitud agresiva e irritable que tenía la princesa para con todos, hasta su doncella había pagado su mal humor.
Ya había pasado un mes de viaje y aún faltaban algunas semanas más para llegar al reino de Greenwich. Y Gabriel no estaba dispuesto a seguir tolerando la actitud de la princesa hacia su subalternos. Claro que reconocía que él había tenido la culpa en parte pero ella no tenía por qué desquitarse con nadie así que decidió hablar con ella.
Ese día acamparon en la tarde contradiciendo lo que quería la princesa, que era seguir avanzando hasta el anochecer. Y tomó el segundo turno a medianoche como acostumbraba, intentó descansar pero le era difícil porque sabía lo que tenía que hacer. Ya había hablado con Carlos para que tomará el turno que supuestamente él haría, y él iría directo a la tienda de la princesa a conversar con ella.
Pero nunca se imaginó que esa conversación iba a terminar de una manera diferente.
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Gabriel entro sigiloso en la tienda evadiendo a los escoltas de la Princesa, que estaban en la entrada.
Vio a la doncella, Karina, a un lado, y a la princesa del otro lado de la tienda, ambas dormidas.
Se acercó con cuidado a la doncella y le tapó la boca para que no gritara. Esta se despertó, sorprendida, y no pudo gritar, pero al reconocerlo se quedó tranquila. Él le hizo señas que saliera de la tienda y lo dejará solo con la princesa. La joven asintió y se retiró sigilosa de la tienda. Lo hizo porque sabía que su señorita se había enamorado del joven general, y tal vez pudieran arreglar las cosas en ese momento. Y así cambiará su actitud con la gente a su alrededor, inclusive con ella.
Gabriel al quedarse solo, se acercó a dónde estaba acostada durmiendo la Princesa. Y por un momento se olvidó a que había ido allí. Se sentó a su lado, y con sumo cuidado, apartó un mechón de cabello de su rostro. El contraste del color rojizo de su cabello con el color canela de su piel, lo atraía demasiado. Acaricio suavemente la piel de su rostro.
Y de repente ella se comenzó a mover, y respiro profundo, abriendo los ojos poco a poco. Y encontrándose con la mirada de Gabriel. Se quedaron unos instantes mirándose el uno al otro. Hasta que fue Artemis quien halo hacia si a Gabriel, abrazándolo por el cuello y tumbandolo sobre ella.
Artemis lo besó apasionadamente, sin darle oportunidad a nada. Gabriel se sorprendió primero y luego correspondió, acomodándose sobre ella. Ella hizo que ambos girarán para quedar ella encima de él, incorporándose un poco para quitarse la fina bata que llevaba puesta.
- Princesa... - trato de detenerla Gabriel. Ella le coloco un dedo sobre los labios. Mientras Gabriel miraba su busto perfecto ante sus ojos.
- No me rechaces de nuevo. No lo soportaría. Por favor...- le suplico ella acercando su rostro para darle un beso.
Y fue entonces que él reaccionó, entendiendo que ya no podía apartarse de ella. La abrazó, volviendo a girar para quedar encima de ella y besarla con pasión. Ella correspondió.
Esa noche ambos se entregaron en cuerpo y alma. Y contrario a lo que él pensó inicialmente de la Princesa, por lo descarada y atrevida que ella era con él, Artemis le había entregado su primera vez. Eso inicialmente lo lleno de culpa. Pero ella le dijo que no lo hiciera. Que ella se había entregado voluntariamente. Porque se había enamorado de él desde un principio.
Pasaron toda la noche, entregándose el uno al otro. Y amanecieron juntos, abrazados.
El primero en despertar fue él.
Se quedó mirando el rostro perfecto de su princesa. Si, era suya. Y de nadie más, pensó Gabriel. No sabía cómo lo haría, pero la haría su esposa, y tendría muchos hijos con ella, por lo menos cinco.
Artemis comenzó a despertar, estirándose, rozando con su cuerpo el cuerpo ajeno, que reaccionó a ella y la abrazo. Ella sonrió y se acurrucó en su pecho.
- ¿Cómo estás, mi general? - pregunto con los ojos cerrados pero acariciando su pecho.
El acarició su espalda y hasta abajo a su cadera levantando su pierna y colocándola sobre la cadera propia. Ella jadeó al sentirlo entrar.
- Muy bien - respondió Gabriel en un susurro mientras besaba su cuello y volvía a llevarla a las estrellas.
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Luego, de ese día procuraron que nadie se diera cuenta de sus encuentros.
Gabriel siguió tomando el turno de media noche, pero quien lo cumplía era su segundo al mando y mejor amigo, Carlos.
- Me debes muchas, amigo. - advirtió Carlos gruñón.
- Y te las pagaré con creces, amigo. De verdad. Gracias - aseguro Gabriel sonriendo.
Habían tenido que avisar en el reino de tránsito que ellos iban cruzando, y su destino era el reino vecino de Greenwich. Para que supieran que un escuadrón del Reino rubí, estaba en tránsito por la zona, acompañando a la Princesa heredera de ese Reino a llegar segura a su destino.
A medida que se acercaban a la frontera, tanto la Princesa Artemis como Sir Gabriel, se ponían ansiosos.
Artemis le había contado a Gabriel que su padre quería casarla con un archiduque que era un pilar fundamental en el Reino. Sin su apoyo, perderían el apoyo de más de la mitad de los nobles. Y eso podría provocar una rebelión. Ella no quería casarse. Nunca se imagino casada o teniendo una pareja, hasta que llegó Gabriel a su vida.
Ella siempre se había imaginado, como una importante comandante del ejército real. Y había logrado su sueño, hasta ahora que su padre insistía en el matrimonio con él Archiduque Ríos.
Artemis inclusive le había dicho a su padre, que era mejor que lo casará con su hermana, un año menor que ella. Ahora Ana tenía 19 años. Ella si aceptaría a un hombre mayor como el Archiduque. Hasta la había escuchado decir, hace mucho tiempo, que el hombre se veía interesante. Pero su padre está obstinado en su decisión que es con su hija mayor y heredera.
Hasta había pensado, si era que su padre quería que el Archiduque fuera quien lo sucediera en vez de ella, y por eso su insistencia en querer casarla con ese hombre.
Según lo que había investigado, podría ser cierto. Pero su padre era muy capaz de hacer algo así, ya que no había tenido hijos con su emperatriz, que era infértil, había muerto hace unos años. Y las dos hijas que tenía eran de su concubina favorita, Lady Raquel. La mayor y declarada heredera, la primera Princesa Artemis, y la segunda Princesa de nombre Ana, que vivía en el campo junto a su madre, que busco alejarla de su padre.
Gabriel al saber todo esto no dejaría que lastimarán a la Princesa. La joven se estaba ganado su corazón. Había vuelto a ser una joven extrovertida, traviesa y descarada pero jovial con todos, luego de arreglar sus "diferencias" con Gabriel.
Y ese mes fue el más feliz en la vida de ambos.
Hasta que llegaron al Reino Greenwich, y el ejército apostado en la frontera los recibió.
- Bienvenida, Su Alteza la primera Princesa y General de ejército real, Princesa Artemis. - dijeron el grupo de hombres a una sola voz. Sorprendiendo al escuadrón del Reino rubí.
El capitán de ese escuadrón se acercó a la Princesa.
- Su Alteza, el rey pidió que la llevemos urgente al palacio. Es un asunto de interés para usted. - informo el capitán de ese escuadrón.
- ¿Sabían que veníamos? - pregunto Artemis extrañada.
- No, mi Generala. Tenemos tres semanas esperando aquí en la frontera su llegada. - informo el capitán haciendo una reverencia.
Artemis se sorprendió por eso. Su padre estaba muy apurado por casarla. Lamentaba era no poder estar más con Gabriel. En su reino todos a su alrededor estarían muy pendientes de ella y de lo que hacía. Y si cometía un error, no dudarían en acusarla delante de su padre y perdería la ventaja que tenía.
- Bien, Capitán. Este es el General del ejército del Reino Rubí, escoltando a la comisión de nobles y sabios que nos ayudarán en el reino. Que sus hombres se queden escoltandolos y usted y algunos de sus hombres y mis guardias, me escoltaran hasta el palacio. - ordenó Artemis
- Muy bien, su Alteza. - el hombre se movió a dar sus órdenes.
Artemis se giró y miró a Gabriel que estaba a cierta distancia de ella. Parecía que con la vista le decía que quería hablar con él.
Artemis ordenó que un grupo se preparará para acompañarla.
Carlos se acercó y le dijo en voz baja a su amigo,
- Ve y habla con ella. Tal vez es la última vez que lo puedas hacer. - le sugirió dandole dos palmadas en el hombro a su amigo.
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