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El Loto Negro —el Renacer De Un Jade—

El Loto Negro —el Renacer De Un Jade—

Status: En proceso
Genre:La Vida Después del Adiós / Reencuentro / Apoyo mutuo / Amor eterno / Demonios / Reencarnación
Popularitas:813
Nilai: 5
nombre de autor: Xueniao

Tras haber ganado la guerra entre los tres reinos y revivido al loto blanco, Liú Huó, rey del inframundo , se verá envuelto en una nueva travesía lleno de obstáculos en sus camino.

Nuevos enanemigos amenazara la paz de la corona en busca de venganza y poder. Pero esta ves será la prueba del Loto Blanco, quien tendrá que tomar el poder que por sangre siempre le correspondió y, poner fin a las calamidades de atormentan la tranquilidad y el equilibrio entre los imperios.

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Inocente corazón

—Alteza, yo...

La cara de su Alteza era una obra de arte digna de admirar, pero que solo yo tenía permitido hacerlo. Las palabras se atoraron en mi garganta ante su atrevimiento, pero, sobre todo, ante el dolor con el que cargaban estas. Era como un grito desesperado por piedad ante un destino despiadado. Y como no conocer aquel sentimiento, si fue el mismo grito que di aquel día que clavé ese frío puñal en el pecho de su Alteza.

Intenté calmar los caóticos pensamientos que rondaban mi memoria, lo miré fijamente pensando con cuidado cada palabra que fuese a salir. Sabía que en este momento su Alteza hablaba más que nunca con el corazón. Pero es por ello que no puedo aceptarlo, jamás osaría usar mi estado para contaminar la pureza de su Alteza. O eso pensé hasta que vi la cara de su Alteza llenarse nuevamente de esas desgarradoras lágrimas que solo me dedicaba a mí. —Tú no quieres...

Me miró fijamente por unos segundos, segundos justos donde pude apreciar el dolor de su mirada ante un posible rechazo. Ante aquello el pánico se apoderó de mí y las palabras en mi garganta se hicieron un nudo que les impedía salir a tiempo. —Liu Xin, no El rey Huó seguramente ha experimentado mucho durante tantos años y un cuerpo como el mío... tan infantil...

—¡Alteza!

—¡Eh! y-yo...

Agarré fuertemente su muñeca quitando la mano de su cara y lo jalé fuertemente hacia mí besándolo con desespero, intentando trasmitir todo el deseo que intentaba ocultar, intentando calmar cualquier tonto pensamiento. Y para cuando me di cuenta, mis manos tomaron el control deslizándose lentamente por su cuerpo. Podía sentir el calor de su piel aun con todo el ropaje puesto, y el solo hecho de tocarlo de esa manera tan indebida, hacía que cualquier tipo de contención que impuse durante tanto tiempo, se fuera a la basura.

Su fina cintura se movía descaradamente en busca de un contacto indebido y provocaba que mis dedos bajaran tentados ante las curvas de sus glúteos. Jamás, ni en mis sueños más lujuriosos creí escuchar tal sonido salir de los labios de su alteza al ser tocado de esta manera. Justo cuando mis dedos apretaron la masa esponjosa de su trasero, justo en ese momento un melodioso y excitante sonido salió desde los labios de su alteza, provocando al mismo tiempo que moviera su cadera en un vaivén peligroso que terminó por rosar el punto dulce de la puerta a todos los placeres reprimidos. Placeres que terminaron por salir en un gruñido gutural desde lo más profundo de mi garganta. —Alteza, ¿Cómo puede siquiera pensar en ello como una posibilidad? Si con solo su presencia tengo que usar toda mi fuerza para reprimir estos deseos tan libidinosos que usted despierta en mí.

Los ojos de su Alteza seguían empañados, pero ahora estaban llenos de una espesa lujuria que me consumía con cada mirada, sus labios hinchados y su ropa desalineada solo hacía que mi vano intento por controlarme unos segundos y explicar la situación, fueran una travesía casi imposible de cumplir. Su Alteza sonrió y aun que quería seguir hablando, todo quedó en absoluto silencio cuando guio su cabeza a mi pecho y me abrazó fuertemente mientras contaba en murmullos, los acelerados latidos de mi corazón. —¿Alteza?

—Lo siento... por todo, por comportarme de esta manera, por pedirte algo tan fuera de lugar y por explotar tan infantilmente... aunque haya dormido mil años, no dejo de ser un niño a tu lado... yo no quiero darte más problemas de los que tienes, pero tengo miedo y no entiendo muchas cosas...

La calma rápidamente volvía a mí ante sus palabras, no pude evitar que una sonrisa apareciera en mis labios. Guíe una de mis manos a su cabeza y acaricié lentamente su cabello mientas con la otra le afirmaba fuertemente contra mí. —No tienes que apresurarte, ve poco a poco, a tu ritmo Alteza, y cuando tengas una duda solo ven a mí, contestaré cada una de la forma más sincera posible.

—Mm, ¿entonces... puedes empezar por las que hice hace unos minutos?

Una risa salió suavemente de sus labios y no pude evitar imitar aquel acto. Lo separé de mí lentamente dejándome ver su rostro. Sus ojos aún estaban vidriosos, sus mejillas sonrosadas y sus labios rojos e hinchados ante los actos efectuados. Sonreí ante el panorama y guíe una de mis manos a su mejilla acariciándola suavemente mientras me dedicaba a guardar el arte que era su mirada, en mi memoria. —¿Por dónde quiere empezar, Alteza?

Él sonrió y acunó su rostro en mi mano mientras tomaba su tiempo en pensar las preguntas en orden. —¿Por qué me ocultaste tu estado? ¿No confías en mí?

Negué con suavidad y le miré seriamente. —Su Alteza es la única persona que tiene mi vida, no existe nadie que tenga la confianza que le tengo a su Alteza... pero esto, solo es una carga, aun no sé cuál será el resultado, tengo a mi mejor hombre resolviéndolo, no quería preocuparlo, no cuando recién se está integrando a su nueva realidad y mucho menos luego de que nuestra relación en el pasado fue tan dañada por mi culpa.

—¿Solo eso?

Lo miré sorprendido ante su pregunta y no pude evitar reír de su perspicacia. —No, también está el hecho de mi posición, de la suya y de la cantidad de enemigos que nos tienen en la mira luego del asedio en los cielos. Estamos en un punto crítico, cualquier signo de debilidad significa una nueva guerra y una pérdida. Dejar que mi estado se sepa, es revelar mi punto débil ante el enemigo y de la misma forma, dejar a DíYú en la boca del lobo, soy el rey de estos seres su Alteza, mi deber es su seguridad, mi deber es ser fuerte, poderoso y controlar el equilibrio de los tres reinos, no puedo mostrar debilidad.

—Pero estás mal, no puedes ocultarlo, podría ayudarte, buscar otra forma...

Sonreí ante su angustia y sus ganas de ayudar, mi corazón se enternecía con cada uno de sus actos haciendo que todo mi ser temblara de felicidad. —Su Alteza, se lo dije, su sola presencia es más que suficiente para que todo mal dentro de mí se disperse.

Él me miró con un pequeño mohín en sus labios, rebelando ese lado infantil que guarda en la pureza de su corazón. Negó suavemente y sonrió dejando un pequeño beso en mi mejilla. —Desde hoy, te ayudaré a buscar una forma de sanarte y no puedes ocultarme nada más...

Levanté mi mano hacia el cielo dejando tres dedos arriba en señal de juramento. —Lo que su Alteza desee.

—Has dicho eso desde que entré, pero aún me llamas "Alteza" ... bien siguiente pregunta...

—Solo es un pequeño capricho A-l-t-e-z-a...

Él rio suavemente mientras negaba y se acomodaba entre mis piernas. —Yo... ya sé que m-me a-amas... ¿Pero por qué te reprimes...s-si es mutuo?

Sus mejillas sonrosadas eran un acto puro de inocencia totalmente contrariado a los lujuriosos sonidos que provocó minutos antes con esos hermosos labios. Solo sonreí ante aquello y negué suavemente mordiendo mi labio inferior y mirándole fijamente a los ojos. —Su Alteza... usted ha vivido toda su vida dentro de un palacio y resto de ella dormido por una maldición, dejarle ver todos mis deseos y todo lo que quiero hacer con usted... estoy seguro de que terminaría asustado y sin ninguna gana de ser tocado por mí, y ante ello, prefiero esperar un poco más a que esté al tanto de lo que en realidad me está pidiendo.

Los ojos de su Alteza se abrieron en desmedida, intente aguardar la risa mientras veía cómo ocultaba su cara en mi pecho. —Tal vez... no soy tan inocente como piensas, leí mucho durante mi vida en aquel encierro, incluso supe antes que tú de mis propios sentimientos...

—Entonces... casémonos su Alteza, tome su lugar en los cielos, el trono que por sangre le corresponde, luego cacémonos y de esa forma, podré tomarlo sin restricciones, sin ataduras y de la forma correcta.

—Liu...Huó

Su Alteza se levantó rápidamente mirándome a los ojos mientras finas lágrimas empezaron a viajar por sus mejillas. Una gran sonrisa fue la respuesta a tal propuesta y sus brazos se apretaron con fuerza entre mi cuello mientras asentía fervientemente —Mm, vamos a casarnos Huó-ge...

Lo mantuve abrazado unos minutos hasta que sentí su corazón calmarse, las horas habían pasado rápidamente y para cuando miré por la ventana que daba frente a nosotros, pude apreciar que ya no faltaba mucho para que el sol se empezara a ocultar. Despegué suavemente a su alteza de mí y señalé los papeles esparcidos por la mesada y por el piso. —Ahora su Alteza tiene que dejarme terminar con esto o no Podré pasar el resto del día con usted...

—¿Uhm?

Su Alteza miró algo contrariado a su alrededor y sus mejillas se tiñeron nuevamente de un rosa pálido, se levantó rápidamente de mis piernas y miró todo el alrededor apenado. —¡Lo siento Huó-er! Te ayudaré a llenarlo y a terminar con ello...

Sonreí suavemente y palmé mi muslo en señal de que volviera a sentarse sobre mis piernas. — Claro que lo hará, después de todo su alteza fue muy atrevido el día de hoy y merece un pequeño castigo.

Su Alteza sonrió y asintió levemente mientas se sentaba en mis piernas dejando un suave beso en mi mejilla. —Pero Huó-er, ese no es un castigo, no uno apropiado, yo de verdad quiero ayudarte.

Asentí sonriendo, rodeé su cintura y apoyé mi mentón en su hombro mirando el desastre en el escritorio. — Lo sé Alteza y de verdad necesito su ayuda ahora, esto será igual a la administración de sus eventos en el palacio de WūYā, solo con nombres diferentes, si tiene alguna duda, solo tiene que indicármelo

Señalé el libro frente a mí y besé su mejilla. —En ese libro también está todo sobre DíYú y sobre Heiyu, puede buscar allí si no quiere preguntarme.

Su Alteza asintió suavemente y tomó el gran libro mirándolo con atención, sus ojos estaban atentos a cada letra dentro de él y una sonrisa en sus labios se formaba cada vez más grande. —Hue-er ¿Quién escribió esto? Está muy detallado y es tan fácil de comprender, incluso sin conocer nada.

Miré el libro tocando sus hojas y le miré a él sonriendo levemente. —Lo escribió Lu Xiao, él es quien realmente se encarga de todas estas cosas y de que cualquier cosa sea fácil de tratar y comprender.

—Oh, así que es el novio de Song Song quién se encarga de esto... es realmente genial...

—Mmm, ¿Qué tan genial? ¿más que yo?

—¿Eh?... Huó-ge

—Solo digo que parece muy genial si lo dices sonriendo de esa forma...

Su Alteza rio estruendosamente, posó sus manos en mis mejillas y me besó lentamente. —Tonto...

Susurró suavemente antes de darse la vuelta y seguir leyendo atentamente el libro, sonreí y le abracé fuertemente por la cintura mientras esparcía pequeños besos por su cuello. —Nadie es más genial que tú Huó-er...

Sonreí y ante la victoria de sus palabras me dispuse a trabajar, el resto del día fue tranquilo. Luego de terminar su Alteza se dispuso a sacar cada duda en su mente y con ello un paso más se abrió al nuevo camino de nuestras vidas, uniendo nuestros labios en aquella fuente fuera del palacio de Hēiyù.

Quien se hubiese imaginado, que, en la cercanía de las sombras, un ser se ocultaba mirando maliciosamente en la espera del poder colocar sus garras ante el invaluable loto blanco, aquel Loto que aun a causa de la bruma generada en los mil años de descanso, no se percataba de enorme poder que corría por sus venas, despertando la codicia de seres que jamás imagino conocer. Un nuevo enemigo que ansía el invaluable poder que corre por sus venas —Falta poco para nuestro encuentro mi pequeño Loto, disfruta mientras puedas, muy pronto toda esa felicidad que muestra tu mirada, no serán más que tortuosos recuerdos de un ayer...

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