En la ciudad de Lunaris, donde los misterios y las sombras se entrelazan, vive Aurora Selene, una joven tímida y reservada que nunca ha sentido que pertenece al mundo ordinario. Cuando una noche de luna llena descubre un antiguo colgante en el ático de su casa, su vida cambia para siempre. El colgante la vincula a un antiguo linaje de magical girls, las “Fantomenas”, guerreras encargadas de proteger el equilibrio entre la luz y la oscuridad. Aurora, ahora conocida como Fantomena Luna Night, debe aprender a dominar sus nuevos poderes mientras enfrenta a los Nocturnos, criaturas sombrías que desean sumir al mundo en una eterna oscuridad. A medida que se adapta a su nueva identidad, descubre que no está sola. Otras chicas con destinos similares comienzan a despertar, formando un grupo unido por un vínculo ancestral. Entre ellas se encuentra Cassandra, una misteriosa joven con una conexión especial con la oscuridad, que podría ser tanto una aliada como una rival. Aurora siente una atracción creciente hacia Cassandra, lo que complica aún más sus decisiones. Mientras el amor y la magia florecen, las líneas entre el bien y el mal se desdibujan, y Aurora debe decidir si seguirá el camino de la luz o se adentrará en las sombras junto a Cassandra.
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Capítulo 3: Primera prueba
Aurora despertó esa mañana con una sensación extraña. El colgante de plata que había heredado de su abuela, y que ahora sabía que era más que una simple joya, descansaba sobre su pecho, pulsando con un leve calor que la hacía sentir viva y al mismo tiempo inquieta. Recordó los eventos de la noche anterior: Cassandra, la extraña y misteriosa mujer que había aparecido en su vida de la nada, le había revelado la verdad sobre su linaje como Fantomena. Había visto con sus propios ojos a los Nocturnos, criaturas de oscuridad pura, y ahora sabía que la luna, su luna, era tanto su fuente de poder como el presagio de una terrible amenaza.
Aurora se levantó de la cama, observando cómo la luz del sol se filtraba a través de las cortinas de su habitación. El contraste entre la calidez del día y la fría luminosidad de la luna la hizo estremecerse. Se dirigió al espejo, donde su reflejo la observaba con una mezcla de miedo y determinación. Sus ojos, que antes solo mostraban la inquietud de una adolescente común, ahora reflejaban algo más profundo, algo más antiguo.
—¿Estás lista para lo que viene? —le susurró una voz familiar.
Aurora se giró para ver a Cassandra, apoyada en el marco de la puerta. Su presencia, como siempre, era etérea, como si pudiera desvanecerse en cualquier momento. A pesar de su aparente juventud, había una sabiduría insondable en sus ojos.
—No estoy segura —admitió Aurora, volviendo la mirada al espejo—. Esto es… mucho.
Cassandra sonrió, un gesto que transmitía tanto compasión como desafío.
—Lo es. Pero también es lo que estás destinada a hacer. El entrenamiento comienza hoy.
Aurora asintió, sintiendo cómo la ansiedad se enredaba en su estómago. Había aceptado el destino que se le había impuesto, pero eso no significaba que estuviera preparada para lo que venía. Mientras seguía a Cassandra fuera de su casa, una parte de ella todavía se aferraba a la idea de que todo esto era un sueño, una fantasía que pronto se desvanecería.
El día transcurrió rápidamente. Después de las clases, Aurora se encontró en el claro del bosque, el mismo lugar donde había encontrado a Cassandra por primera vez. El sol estaba comenzando a ponerse, y las sombras de los árboles se alargaban sobre el suelo, creando un escenario de penumbras. El aire estaba cargado de una expectación silenciosa, como si el bosque mismo estuviera conteniendo la respiración.
Cassandra se detuvo en el centro del claro y se volvió hacia Aurora.
—Antes de que puedas enfrentarte a los Nocturnos, debes aprender a controlar tu poder —dijo, con una firmeza que hizo que Aurora sintiera un nudo en la garganta—. El colgante que llevas es un conducto para la luz de la luna, pero no es solo la luna la que te da fuerza. Tú eres la clave.
Aurora frunció el ceño, sin estar completamente segura de lo que Cassandra quería decir.
—¿La clave?
—Sí. La luna es poderosa, pero también peligrosa. Su luz puede purificar, pero también puede consumir. Tú debes aprender a equilibrarla, a canalizarla sin permitir que te abrume.
Cassandra levantó una mano, y de repente el colgante de Aurora comenzó a brillar, proyectando una suave luz plateada. Aurora sintió que el calor en su pecho aumentaba, casi hasta ser incómodo. Sus ojos se cerraron instintivamente, pero la voz de Cassandra la mantuvo anclada en el presente.
—Respira profundamente. Deja que la luz fluya a través de ti. No la resistas, pero tampoco te rindas a ella.
Aurora hizo lo que le dijeron. Inhaló profundamente, sintiendo cómo la energía pulsaba desde el colgante, extendiéndose por su cuerpo. Era como si cada célula de su ser se encendiera con una luz propia, un destello de la luna misma. Al principio, la sensación fue abrumadora. Quiso dejarse llevar por esa corriente de poder, pero algo dentro de ella se rebeló. Sabía que si cedía, perdería el control.
Luchó por equilibrar la luz dentro de ella, manteniéndola bajo control. Sentía que se desbordaba, que quería consumirla por completo, pero poco a poco, con cada respiración, logró estabilizarla. Finalmente, abrió los ojos.
Frente a ella, una figura oscura había aparecido en el claro. Era un Nocturno, similar al que había enfrentado la noche anterior, pero este parecía más tangible, más sólido. Su forma era un remolino de sombras con ojos rojos brillantes que la observaban con una hambre insaciable.
Aurora dio un paso atrás, sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir más rápido. Cassandra no se movió de su lugar.
—Esta es tu primera prueba —anunció—. Usa la luz para derrotarlo.
El Nocturno avanzó, sus movimientos fluidos y amenazantes. Aurora levantó una mano, instintivamente tratando de invocar la luz. Sin embargo, solo una chispa débil emergió de su palma antes de apagarse. El Nocturno se abalanzó sobre ella con una velocidad aterradora.
Aurora apenas tuvo tiempo de reaccionar, rodando hacia un lado para evitar el ataque. Sentía que su respiración se volvía más rápida, su mente se llenaba de pánico. Pero entonces recordó las palabras de Cassandra: “No la resistas, pero tampoco te rindas a ella”.
Concentrándose, Aurora intentó nuevamente invocar la luz. Esta vez, en lugar de intentar forzarla, permitió que fluyera a través de ella, guiándola suavemente. La luz en su colgante comenzó a brillar con más fuerza, y una suave corriente plateada se extendió por su brazo, formándose en una esfera de energía en su mano.
El Nocturno se lanzó hacia ella de nuevo, pero esta vez Aurora estaba preparada. Lanzó la esfera de luz, que impactó al Nocturno en el pecho. La criatura soltó un chillido agudo mientras la luz la atravesaba, desintegrándola en un remolino de sombras que se disipó en el aire.
Aurora se quedó quieta, respirando con dificultad mientras observaba el lugar donde el Nocturno había estado. La luz en su colgante comenzó a atenuarse, y el claro volvió a su estado normal. Cassandra se acercó a ella, con una expresión neutral en su rostro.
—Bien hecho —dijo suavemente—. Pero esto es solo el comienzo. La luna aún tiene mucho que enseñarte, y los Nocturnos se volverán más fuertes con cada día que pasa.
Aurora asintió, todavía sintiendo el residuo de poder fluyendo por su cuerpo. Sabía que había ganado esta batalla, pero también entendía que la verdadera guerra estaba lejos de terminar. Mientras caminaban de regreso por el bosque, Aurora miró hacia el cielo, donde la luna ya comenzaba a asomar en el horizonte, su luz fría y distante.
Se preguntó cuánto tiempo más tendría antes de que esa misma luna se convirtiera en su mayor enemiga.
Me recuerda a un título de Touhou