Tras su muerte, Martina despierta en un cuerpo que no era el suyo y en un mundo antiguo regido por la nobleza. Ella ahora es la emperatriz, Iris Dorni, una joven desdichada de una novela trágica, en la que Iris fue obligada por sus padres a casarse con el emperador y que en su noche de bodas fue obligada a consumar la unión, esto ocasiono que ella sintiera un profundo odio por el hijo que dio a luz y finalmente, Iris murió sola sin poder olvidar su desdicha.
Pero ahora, Martina conociendo la historia está dispuesta a cambiar todo, ella conoce la verdad tras los hechos, por lo que demostrara que todo lo sucedido es por culpa de sus padres y se esforzara en ser una buena madre para su hijo y así evitar que los tres tengan una vida llena de soledad, ¿podrá esta nueva Iris cambiar su destino?
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Capítulo 23
Capítulo 23
Al escuchar mis últimas palabras me miro extrañado, pero no quise decirle al final los nombres de los culpables. Al menos no por ahora. Ya vería la forma de desacerarme de esos malditos que se atrevieron a hacerle algo tan malo a su propia hija.
-Está bien, esperaré hasta que estés lista para decirme quienes son los culpables.
Me dijo David con un asentimiento, aunque sabía muy bien que él, sí quería saber esa información, ahora. Pero por mí, acepto a que se lo dijera a su debido tiempo. Después de esa charla, dimos lugar a hablar de otras cosas, entre ellas de Marcos y su nuevo maestro.
-Lo conocí. Me ha parecido un gran maestro y es muy agradable.
-¿Dónde lo conociste?
Me preguntó extrañado.
-Pues fui a conocerlo con Marcos y hemos hablado durante un muy buen rato. ¿Por qué?
-No me ha gustado que te parezca, tan buen maestro.
Dijo mirando a la mesa.
-¿Es que acaso estás celoso?
Dije asombrada.
-¿Quién? ¿Yo?
-¡Sí, tú!
Dije mientras me reía a carcajadas. Al escucharme, provocó que él también empezara a reír y al poco tiempo ambos estábamos secándonos las lágrimas provocadas por la risa.
-¿En serio estás celoso, por qué el maestro de Marcos me ha parecido alguien capaz para el puesto?
-Pues sí. Que te puedo decir, me muero de los celos. No quiero escuchar, decir a mi esposa que un hombre que no soy yo le agrada.
Me pareció tierno como lo decía, así que me acerqué y tomé su rostro con mis manos atrayendo su mirada.
-El maestro si me agradó y mucho. Pero no debes estar celoso, porque tú eres mi esposo y eso te da todos los privilegios que otro hombre jamás tendrá de mí.
Nuestros ojos se quedaron pegados. No había como despegarlos en ese instante.
-¿Cuáles son esos privilegios de los que hablas?
-ji ji ji Estos!
Me reía de su pregunta cuando le enseñe, cuáles eran. Acerque mi rostro hasta pegar nuestros labios y empecé a darle un pequeño beso, que fue rápidamente en aumento de intensidad, porque David tomó el control del beso. Movía sus labios con pasión sobre los míos. Pronto me tenía sentada sobre sus piernas mientras pasaba su lengua dentro de mi boca y hacía que la mía le respondiera con la misma intensidad.
Cuando nos separamos ambos respirábamos con dificultad.
-Es el primer beso que me das, perdón si me emocione demás.
Me dijo mientras yo me levantaba de su regazo. Yo un poco apenada, lo miré a la cara.
-No es por eso que me levanto, es que alguien podría entrar y vernos así.
-Ho…
Dijo mientras sonreía.
-¿Quisiera mi emperatriz acompañarme a una caminata por los alrededores del palacio? Nos hará bien después de comer.
-Claro que si, mi emperador.
Dije mientras él se levantaba de la silla y estiraba el brazo para que yo lo tomara. Una vez enrede el brazo con él y ambos partimos del comedor.
Hicimos el pequeño recorrido hablando y riendo de cosas comunes que pasaban en el reino y el palacio, luego me guio hasta las puertas de mi palacio, donde me dejó después de haber besado mi mano, prometiendo que nos veríamos mañana para almorzar juntos.
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