Elena Carter, una brillante y empoderada empresaria de Nueva York, ha construido su imperio tecnológico desde cero, enfrentándose a un mundo lleno de desafíos y competencia. Nada ni nadie ha logrado desviarla de su camino… hasta que aparece Damian Moretti. Rico, influyente y peligrosamente atractivo, Damian es un mafioso italiano con un oscuro pasado y un obsesivo interés por Elena.
Cuando Damian intenta infiltrarse en su vida a través de una tentadora propuesta de negocios, Elena se encuentra atrapada en una red de pasión y peligro. Su determinación por mantener el control choca con la implacable necesidad de Damian de poseerla, no solo en los negocios, sino en cada aspecto de su vida.
Entre celos, conspiraciones y una atracción que no pueden negar, ambos descubrirán que hay líneas que no pueden cruzarse sin consecuencias. ¿Podrá Elena resistir el encanto y el poder de un hombre que lo arriesgará todo por tenerla? ¿O terminará cayendo en la trampa de una obsesión peligrosa...?
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Capítulo 6: El Precio de la Tentación
Elena se despertó esa mañana con una mezcla de emociones que la tenían al borde de la frustración. Había pasado la noche reviviendo el beso que Damian le robó. Cada vez que cerraba los ojos, sentía su toque y el calor abrasador de sus labios.
"Esto tiene que parar," pensó, intentando convencerse de que todo era una mala idea. Damian Moretti no era más que un problema, uno que debía erradicar antes de que se colara más en su vida.
Se arregló con más esmero del habitual, eligiendo un traje negro elegante que irradiaba autoridad. Su cabello, recogido en un moño pulcro, era un escudo adicional. Hoy, más que nunca, necesitaba sentirse en control.
Sin embargo, al llegar a la oficina, notó un cambio en el ambiente. Las miradas de sus empleados eran más curiosas de lo habitual, y Sophie, que la esperaba en su despacho, parecía tensa.
—Buenos días, Sophie. ¿Qué ocurre? —preguntó mientras dejaba su bolso en la silla.
—Creo que deberías ver esto. —Sophie le entregó una tableta, y al mirar la pantalla, Elena sintió que el color se le escapaba del rostro.
La foto mostraba a Damian y a ella en el restaurante la noche anterior. Aunque no había nada comprometedor en la imagen, la descripción era lo suficientemente provocadora como para causar problemas:
"¿La reina de los negocios ha encontrado a su rey oscuro? Elena Carter y el enigmático Damian Moretti vistos en una cita privada. ¿Romance o alianza secreta?"
Elena soltó la tableta con un suspiro exasperado.
—¡Por el amor de Dios! Esto es lo último que necesito.
Sophie la miró con preocupación.
—¿Qué quieres que haga? Puedo preparar un comunicado para aclarar que no hay relación entre ustedes.
Elena negó con la cabeza, aunque agradecía el apoyo.
—Eso solo alimentaría más el chisme. Lo mejor será ignorarlo.
Sophie asintió, pero el ceño fruncido en su rostro dejó claro que no estaba del todo convencida.
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Más tarde, mientras revisaba contratos en su oficina, su teléfono vibró. Era un mensaje de Damian:
"No le des importancia al artículo. La gente siempre habla. Lo que importa es lo que tú piensas. -D.M."
Elena apretó los labios, irritada por su capacidad para mantenerse tan calmado. Decidió no responder, pero apenas unos minutos después, su secretaria entró para informarle que Damian estaba en la sala de reuniones esperándola.
—Dile que estoy ocupada.
La secretaria vaciló.
—Él dijo que no se irá hasta hablar con usted.
Elena cerró los ojos, conteniendo una maldición, antes de levantarse con determinación. Cuando entró a la sala de reuniones, encontró a Damian sentado con una postura relajada, como si tuviera todo el tiempo del mundo.
—¿Qué parte de no invadas mi espacio no entiendes? —preguntó, cruzándose de brazos.
Damian sonrió, como si su molestia le resultara entretenida.
—Vine a asegurarme de que no te preocuparas por la prensa. Puedo encargarme de eso si quieres.
—¿Encargarte cómo? ¿Comprando otro medio? —replicó Elena con sarcasmo.
—Si es necesario. —Damian se encogió de hombros, su tono despreocupado haciendo que la irritación de Elena creciera.
—No necesito que "arregles" nada por mí. Lo que necesito es que te mantengas fuera de mi vida.
Damian se levantó, acercándose lo suficiente como para invadir su espacio personal.
—Si realmente quisieras que me mantuviera alejado, no estaríamos teniendo esta conversación.
Elena sintió que su corazón se aceleraba, pero se obligó a mantener la compostura.
—Esto no tiene futuro, Damian. Lo sabes, y yo también.
Él sonrió, inclinándose ligeramente hacia ella.
—Lo único que sé es que no puedo apartarme de ti, Elena. Y si soy honesto, no creo que tú quieras que lo haga.
Elena dio un paso atrás, sintiendo que la intensidad de su mirada la desarmaba.
—Esto no es más que una distracción.
Damian ladeó la cabeza, evaluándola.
—Si eso es lo que piensas, ¿por qué dejaste que te besara anoche?
Elena sintió cómo su rostro se calentaba.
—Fue un error.
—¿Fue un error o simplemente te asusta admitir lo que sientes? —replicó Damian, su tono bajo y provocador.
Elena apretó los dientes, frustrada tanto con él como consigo misma.
—Esto se acabó, Damian. Y si vuelves a aparecerte aquí sin invitación, no dudaré en llamar a seguridad.
Damian no respondió de inmediato. En lugar de eso, se inclinó lo suficiente como para que su aliento rozara la mejilla de Elena.
—Llámame lo que quieras, Elena, pero no puedes negar lo que hay entre nosotros.
Antes de que ella pudiera responder, Damian se giró y salió de la sala, dejándola sola con sus pensamientos caóticos.
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Esa noche, mientras intentaba relajarse en casa, Elena recibió una llamada inesperada de Sophie.
—Elena, acabo de enterarme de algo preocupante.
—¿Qué pasa? —preguntó Elena, sentándose en el sofá.
—Alguien está investigando tu vida personal. Un contacto mío en el departamento de tecnología detectó movimientos sospechosos en tus cuentas y correos electrónicos.
Elena sintió un escalofrío.
—¿Sabes quién está detrás?
—No lo sé, pero podría estar relacionado con Moretti o con alguien que quiera perjudicarte.
Elena suspiró, pasando una mano por su cabello.
—Gracias, Sophie. Investigaré más sobre esto.
Después de colgar, Elena no pudo evitar pensar en Damian. ¿Estaba relacionado con esto? ¿O tal vez era una advertencia genuina, como la de Marco?
Mientras analizaba sus opciones, el sonido de su intercomunicador la sobresaltó. Miró la pantalla y, para su sorpresa, Damian estaba en la entrada de su edificio.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —preguntó a través del altavoz.
—Necesitamos hablar. Es importante.
Elena dudó, pero finalmente abrió la puerta. Cuando Damian llegó a su apartamento, su expresión era más seria de lo habitual.
—No tienes idea de lo que está pasando, Elena.
—Entonces, explícame.
Damian suspiró, pasándose una mano por el cabello.
—Hay gente que quiere usar nuestra conexión para dañarte, para presionarme.
Elena lo miró, incrédula.
—¿Conexión? Damian, no hay conexión entre nosotros.
Él avanzó hacia ella, tomándola suavemente por los brazos.
—Deja de mentirte a ti misma. Sabes que esto es real, y ahora que estás en mi mundo, no puedo permitir que te lastimen.
Elena quiso replicar, pero las palabras se atascaron en su garganta. La intensidad de su mirada, combinada con la fuerza en su voz, la dejó sin argumentos.
—Damian…
—Confía en mí, Elena. Solo esta vez.
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