Cuando Sophie Dubois, una joven de 25 años con dependencia emocional, comienza a sospechar la infidelidad de su esposo, Ricardo Conti, su mundo se desmorona. Sophie hace de todo por mantener su matrimonio, preparando cenas a las que su esposo no llega. En vez de eso, él se dedica a recalcar que Sophie ha desmejorado su aspecto.
Decidida a salvar su matrimonio, Sophie acude a una terapia de pareja aconsejada por su mejor amiga. Sin embargo, el terapeuta que la recibe no es quien dice ser.
Lorenzo Moretti, un mujeriego y adinerado empresario de 30 años adicto al trabajo, se hace pasar por su hermano, el terapeuta, cuando este no llega. Desde el momento en que ve a Sophie, él se siente atraído por ella.
A través de las falsas terapias, él intenta que Sophie aprenda a amarse a sí misma y deje la dependencia que tiene hacia Ricardo. Entre risas, lágrimas y situaciones inesperadas, Sophie deberá decidir si vale la pena luchar por un amor que la ha traicionado o es momento de volver a amar
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Un regalo para Ricardo.
El lujoso salón de fiestas de la compañía CONTI era un verdadero espectáculo de elegancia y sofisticación. Ubicado en el corazón de Milán, el salón estaba decorado con un estilo contemporáneo que reflejaba el éxito y la opulencia de la empresa.
Las paredes estaban revestidas con paneles de madera oscura, adornadas con obras de arte modernas y espejos dorados que reflejaban la luz de las impresionantes arañas de cristal que colgaban del techo.
El suelo de mármol pulido brillaba bajo la iluminación suave y cálida, creando un ambiente acogedor y exclusivo. Las mesas, cubiertas con manteles de lino blanco y centros de mesa florales, estaban dispuestas en un patrón circular alrededor de una pista de baile central, donde los invitados podían disfrutar de la música en vivo. Los asientos, tapizados en terciopelo azul marino, ofrecían un toque de lujo adicional.
En un extremo del salón, un escenario elevado albergaba a los músicos y cantantes que Ivette había contratado para la ocasión. La acústica del lugar era impecable, permitiendo que cada nota resonara con claridad. En el otro extremo, un bar de diseño moderno servía una selección de cócteles exclusivos y vinos finos, atendido por camareros vestidos de manera impecable.
En ese lujoso salón se llevaba a cabo la celebración del cumpleaños del dueño y presidente de esta empresa. En el lugar estaban sus amigos cercanos, sus familiares y trabajadores de la empresa; uno que otro socio también estaba presente.
Lujo y brillo había por doquier. Ivette se había encargado de las invitaciones. A pesar de haber socios presentes, la celebración se sentía muy íntima; no había prensa presente, pues en estas celebraciones él solía tener del brazo a mujeres, las cuales no eran su esposa y las mostraba a los presentes. Obviamente, ninguno de ellos le diría a su señora, unos porque apoyaban a Ricardo y otros simplemente no la conocían. Jamás la mostró y eran pocos los que conocían el nombre de Sophie.
Ricardo tenía un traje negro a medida; se veía guapo como siempre, y su acompañante Ivette Lucia, un vestido rojo corto con un escote profundo en cuello bobo agarrado al cuello y unos tacones plateados.
Vestido de Ivette.
El resto de los invitados se encontraban en sus mesas disfrutando del trago y la música. Había una joven cantando en vivo cualquier tema que le pedían, todos estaban en lo suyo, unos hablando, otros bailando y Ricardo estaba en una mesa central con Ivette a su lado y varios amigos y socios disfrutando la celebración.
"Todo quedó hermoso, Ricardo" lo alaba una de las acompañantes de sus amigos.
"Si mi adorada Ivette se lució, todo quedó fantástico como cada año", sellaron el momento con un beso y en ese preciso instante dos hermosas mujeres entraron al lugar y observaron la escena. Sophie miró a su amiga y ambas sintieron que se robaron la mirada de algunos invitados; por suerte Ricardo no la había visto.
Ella caminó hacia una mesa de atrás y se quedó observando todo el espectáculo.
Sophie estaba muy diferente; ni la familia de su esposo la reconoció.
Mientras, Isabella y ella disfrutaban de unas copas que les sirvieron unos camareros.
Ambas sonreían, disfrutando de ver cómo Ricardo besaba y abrazaba a Ivette delante de todos. Los padres de él se veían muy cómodos y ella simplemente se quedaba sorprendida. Sophie solo respiraba; ella seguiría esperando que la velada siguiera para luego darle el regalo a su adorado esposo.
Lorenzo la llamó para ver cómo iba todo; él sabía lo que quería hacer ella, claro que no sabía lo que se le ocurrió a último momento al ver a la cantante en vivo y a varios trabajadores que pasaron a decir palabras sobre el excelente jefe y persona que era Ricardo.
✓«Te sientes bien, puedo ir ahora mismo, solo dime la dirección». Escribió Lorenzo haciendo sonreír a Sophie y llenándola de valor para hacer lo que tenía que hacer esta noche.
✓» Me siento muy bien, tranquilo y no es necesario que vengas; debí hacerlo sola; te cuento luego si cuídate. L.
Isabella sonreía con Picardía, mirando a Sophie; estaba feliz por su amiga.
"Amo a Leonardo; es un ángel", Sophie asintió de desacuerdo.
"Te amo, demasiado amiga, gracias", dijo y caminaron con altivez, mezclándose entre los invitados y atrayendo a dos caballeros muy guapos.
"Buenas noches, encantó, me harías el honor de bailar conmigo", dijo uno de los hombres y ella sonrió coqueta, haciendo un gesto con su cabello que Ricardo reconoció de lejos y se levantó para ver si estaba equivocado.
El hombre se fue acercando hasta verla; bien era ella; su esposa estaba allí sonriendo a otro hombre y estaba divina.
Ricardo se acercó a ella. Estaba nervioso y molesto porque un imbécil estaba cerca de ella.
"Sophie, qué haces aquí", dijo y ella le sonrió.
"Vine a traerte un regalo de cumpleaños", hablo de la manera más dulce posible.
"Conoces a Ricardo, bueno, es obvio que estás aquí", bromeó el hombre que estaba tratando de sacarla a bailar, quien era socio de Ricardo.
"Si él es un amigo", dijo y la cabeza de Ricardo se giró hacia ella como un resorte mientras abría sus ojos exageradamente.
"Soy su esposo", el hombre frunció el ceño y lo observó.
"Ella es tu esposa; no creo que esta mujer tan dulce y bella sea tu mujer", dijo el hombre y Sophie sonrió coqueta.
"Gracias, caballero, me alaga, pero no creo que sea para tanto" dice Sophie y este sigue.
"¿Qué dice? Tiene a medio salón babeando por usted. Aparte de ser muy capaz e inteligente, yo soy el hermano de la dueña de la galería que usted restauró. Quedé impresionado con su trabajo. La adula y ella sigue sonriendo, ignorando a Ricardo.
"Muchas gracias, fue un reto porque ella quería conservar el aspecto antiguo y eso fue lo que hice", él frunció el ceño de nuevo.
"Usted hizo arte, lo que no entiendo es por qué trabaja con la empresa Caruso en vez de hacerlo en la de su esposo o es mentira que es tu esposa, Ricardo". Un gran signo de interrogación se formó en la cabeza de Ricardo; no entendía nada.
"¿De qué está hablando él?", preguntó y Sophie sonrió.
"Trabajo en la compañía Caruso, pero no vine a eso porque mejor no te sientas; te entrego tu regalo y me puedo ir", él la mira confundida.
"Me lo das en casa, ahora tenemos que hablar, cómo es eso de que trabajas, el tiempo era para que recapacitaras, Sophie". Isabella, quien se había dado cuenta de todo, subió al escenario para salvar a su amiga.
"Buenas noches a todos, mi nombre es Isabella Ricci y quiero felicitar al exitoso Ricardo, felicidades, eres una gran persona y un hombre aún mejor", decía con toda la ironía del mundo.
"¿Qué demonios está haciendo?", murmuró y Sophie no aguantaba las risas.
"Ricardo toma asiento, falta un regalo, Sophie Conti también te hará un homenaje, amiga sube". Ricardo quería que la tierra se lo tragara; él veía nervioso a todos lados; al parecer no se habían dado cuenta de Ivette.
"Ve a sentarte, Ricardo", dijo sonriendo y caminando hasta la tarima. Isabella estaba a su lado con un presente en la mano: era una carpeta dorada con un moño rojo.
"Buenas noches a todos, al ver que cada uno habló o cantó para el festejado, yo también haré lo mismo". Nadie entendía nada; la familia y los amigos de Ricardo sabían que algo andaba mal; la esposa y la amante en la misma noche no eran nada bueno.
Isabella habló con los músicos y una melodía comenzó a sonar: era la pista de Ha* Ash "Supongo que lo sabes". La canción salía de la boca de Sophie con una voz impresionante.
Siempre decías y hacías lo correcto.
Parecías el hombre perfecto.
Me ganaste siendo un caballero.
Y lo sabes.
Meses pasaron; te fui conociendo.
La emoción fue disminuyendo.
Los detalles desapareciendo
Y lo sabes.
Te hacía la cena y tú no llegabas.
Todas tus excusas yo te las compraba.
Las primeras cinco veces te creí.
¿Qué quieres que piense ya de ti?
La gente comenzó a aplaudir, pues la voz de Sophie realmente era hermosa mientras ella seguía moviéndose de un lado a otro, cantando con el alma cada palabra…
Ricardo estaba tenso; ella cantaba hermoso, pero la letra no le estaba gustando. La canción seguía y todos pensaban que era solo una canción.
🎵Yo no debería decirte qué hacer.
Tú me enamoraste y lo hiciste muy bien.
Yo he intentado todo, pero es imposible.
Entiende que sola yo no puedo
Y si supiste conquistar mi corazón.
Hoy que es todo tuyo, ven y cuídalo.
A pesar de todo, yo aquí estoy…
Supongo que lo sabes…
Luego, juraste que ibas a cambiar.
Que tu egoísmo se quedase atrás…
Ilusionada, yo te esperaba.
Y lo sabes.
Seguía haciendo cenas y tú no llegabas.
Ahora, tus excusas ni las escuchaba.
Las segundas 20 veces me rendí.
Y aún me pides que confíe en ti…
Ya no sé qué hago aquí esperándote.
Te amo, pero todo tiene un límite.
Yo te di más de lo que nadie le ha dado
Mucho, mucho más, quizás fue demasiado.
Poco a poco, mis maletas empaqué.
Esperando me dijeras: "quédate"
No te diste cuenta lo que me faltaba.
Me va a extrañar tu cama y lo sabes.
Y ya no hay nada más que tú puedas hacer.
Tú me lastimaste y lo hiciste muy bien.
Aunque intentes todo, ya nada es posible
Entiende que hoy sola yo puedo
Si supiste abandonar mi corazón,
Hoy que ya está solo, solo déjalo.
Que después de tanto, ya por fin me voy…
Supongo que lo sabes…
Mientras solo la acústica de la música sonaba, Isabella le entregó el sobre a Sophie y ella lentamente, mientras seguía cantando, se acercó a la mesa donde estaba Ricardo, Ivette, quien ahora estaba más lejos de Ricardo y varias personas más.
🎵Por tu culpa he conocido a alguien más.
Alguien que me da su vida y me da paz
Y eso no lo sabes…
Sophie le entregó la carpeta con la demanda de divorcio a Ricardo y una demanda por abandono de hogar, infidelidad y daños y perjuicios.
"Feliz cumpleaños, Ricardo, eres libre" dijo y se fue e Isabella la siguió. Algunos aplaudían sin saber lo que en verdad sucedía y Ricardo quedó helado y más al abrir la carpeta y ver la demanda de divorcio con las fotos de él con Ivette y capturas de los mensajes que Ivette le envió a ella.
Ricardo salió tras ella, pero ya se habían ido, así que dejando todo tirado se fue en su auto a su casa y allí tampoco estaba; de hecho, al parecer hace mucho no iba para allá, mientras Sophie estaba muerta de risa con Isabella en su apartamento, sorprendida de lo que hizo Sophie.