En un reino lejano y mágico llamado Lumaria, vive una valiente princesa llamada Isabella, que siente una conexión especial con la naturaleza y las criaturas mágicas que habitan el bosque encantado que rodea su castillo. Un día, mientras explora el bosque, se encuentra con Luna, un hada madrina que le revela que ha sido elegida para una misión crucial: salvar al reino de la oscuridad que amenaza con consumirlo.
Con determinación, Isabella acepta el desafío y se embarca en una aventura llena de peligros y maravillas. A lo largo de su viaje, se encuentra con seres mágicos como duendes traviesos, unicornios majestuosos y dragones. Además, conoce a Alejandro, un joven mago que se convierte en su leal compañero de viaje. Juntos, enfrentan la malvada bruja Morgana, quien ha sumido a Lumaria en la oscuridad con sus hechizos malignos.
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Capítulo 3: La Revelación del Corazón
Isabella y Clara salieron del claro del lago y se encontraron nuevamente en el pasaje oscuro que conducía a la Puerta del Bosque. La atmósfera era diferente, más ligera, como si la luz que habían encontrado en el lago hubiera dejado una huella en el aire.
—No puedo creer que lo hayamos logrado —dijo Clara, sonriendo mientras caminaban—. Enfrenté mi miedo y descubrí que soy más fuerte de lo que pensaba.
—Tú lo hiciste, Clara. Te vi brillar. Ahora, tenemos que encontrar el Corazón de la Magia y detener a Morgana —respondió Isabella, sintiendo que la determinación crecía dentro de ella.
Al llegar a la Puerta del Bosque, las piedras antiguas que la rodeaban parecían brillar con una luz suave. Isabella tocó la madera de la puerta y sintió una energía familiar.
—¿Estás lista? —preguntó Isabella, mirando a Clara.
Clara asintió, con una mezcla de nervios y emoción.
—Sí, estoy lista. Vamos a hacerlo.
Con un empujón suave, la puerta se abrió, revelando un sendero iluminado por una luz dorada. A medida que avanzaban, el bosque se tornaba más vibrante, con colores vivos y sonidos de la naturaleza que parecían cantar.
—Esto es hermoso —dijo Clara, mirando a su alrededor—. ¿Crees que el Corazón de la Magia estará cerca?
—Luna dijo que está en el corazón del Reino Perdido. Debemos estar cerca —respondió Isabella, manteniendo la mirada fija en el camino.
A medida que caminaban, comenzaron a notar una serie de símbolos tallados en los árboles a su alrededor. Eran figuras de criaturas mágicas y escenas de batallas antiguas.
—Mira esos símbolos. ¿Qué crees que significan? —preguntó Clara, deteniéndose para examinar uno de los árboles más cercanos.
—Parece que cuentan una historia —dijo Isabella, acercándose a observar—. Quizás son relatos de los héroes que vinieron antes que nosotras.
—¿Crees que nos están guiando? —Clara sonrió, sintiendo una chispa de esperanza.
—Tal vez. Si seguimos adelante, quizás descubramos más —Isabella tomó la mano de Clara y continuaron caminando.
Después de unos minutos, llegaron a un claro amplio, donde un pedestal de piedra se erguía en el centro. En la cima del pedestal, había un objeto brillante que emitía una luz radiante: el Corazón de la Magia.
—¡Mira! —exclamó Clara, apuntando hacia el objeto—. ¡Está ahí!
Isabella sintió una oleada de emoción. Se acercaron al pedestal, y a medida que se acercaban, la luz se intensificaba.
—Es hermoso —dijo Isabella, maravillada por el resplandor del Corazón—. Pero... algo no se siente bien.
Clara frunció el ceño, sintiendo una ligera inquietud.
—¿Qué quieres decir? —preguntó.
—Siento que este lugar está demasiado tranquilo. Como si algo estuviera a punto de suceder —Isabella respondió, buscando en su interior cualquier indicio de peligro.
Justo en ese momento, una risa resonó en el aire, oscura y burlona. Isabella y Clara se giraron rápidamente, y allí estaba Morgana, la bruja oscura, con una sonrisa maliciosa en su rostro.
—Bienvenidas, chicas —dijo Morgana, cruzando los brazos—. He estado esperando su llegada.
—¿Tú? —preguntó Clara, dando un paso atrás—. ¿Qué haces aquí?
—Vine a asegurarme de que no puedan llevarse el Corazón de la Magia —Morgana respondió, sus ojos brillando con un fuego maligno—. Este poder es mío, y nunca lo dejaré ir.
Isabella sintió que su corazón se aceleraba. Tenía que actuar rápido.
—¡No te dejaremos llevarlo! —exclamó, tratando de no dejar que el miedo la dominara.
—¿Y qué piensas hacer? —Morgana rió, su voz resonando como un eco—. Eres solo una niña, y Clara... bueno, ya vi lo que eres capaz de hacer.
—¡No somos solo niñas! —gritó Clara, sintiendo que la rabia comenzaba a surgir dentro de ella—. Somos guerreras de Lumaria.
—¿Guerreras? —Morgana se burló—. No me hagas reír. Ustedes no pueden ni siquiera enfrentarse a sus propios miedos.
Isabella recordó el desafío que habían superado en el lago. La luz que habían encontrado en su interior era su mayor fortaleza.
—No te tememos, Morgana. Juntas, somos más fuertes que tú —dijo Isabella, su voz resonando con confianza.
Morgana frunció el ceño, pero su sonrisa no se desvaneció.
—¿De verdad creen que pueden derrotarme? He estado esperando este momento durante siglos. ¡El Corazón de la Magia es mío!
Con un movimiento de su mano, creó una sombra oscura que se extendió rápidamente hacia Isabella y Clara. Las chicas retrocedieron, sintiendo el frío de la oscuridad.
—¡Clara, no! —gritó Isabella, viendo cómo la sombra se abalanzaba hacia su amiga.
Clara cerró los ojos, recordando la luz que había encontrado dentro de ella. Cuando la sombra la tocó, Clara levantó su mano y gritó:
—¡NO! ¡Soy más fuerte que esto!
Una luz brillante emergió de su corazón y se expandió, disipando la sombra que la rodeaba.
—¡Eso es! —gritó Isabella, sintiendo que su propia luz se unía a la de Clara—. ¡Juntas podemos hacerlo!
Las dos chicas levantaron sus manos, y una luz resplandeciente se unió entre ellas. Morgana, sorprendida por el poder que emanaba de las chicas, retrocedió.
—¿Qué está pasando? —exclamó, sintiendo que su poder se debilitaba.
—Estamos unidas, Morgana. Tu oscuridad no puede vencer nuestra luz —dijo Isabella, sintiendo que la confianza en su interior crecía.
Con un grito unificado, las chicas canalizaron su luz hacia Morgana. La bruja oscura se tambaleó, sintiendo el poder que la rodeaba.
—¡No! —gritó, levantando sus manos para protegerse—. ¡Esto no puede estar sucediendo!
La luz de Isabella y Clara creció, envolviendo a Morgana y llenando el claro con un brillo radiante. La oscuridad comenzó a disiparse, y Morgana se dio cuenta de que estaba perdiendo poder.
—¡No puede ser! ¡El Corazón de la Magia es mío! —gritó, pero su voz se desvanecía con la luz.
Finalmente, con un último destello, la luz envolvió a Morgana, y un grito resonante se escuchó mientras la bruja desaparecía, llevada por la luz.
Isabella y Clara se quedaron en el claro, respirando pesadamente y sintiendo una mezcla de alivio y asombro.
—Lo hicimos... —dijo Clara, mirando a Isabella con incredulidad.
—Sí, lo hicimos —respondió Isabella, sintiendo que su corazón latía con fuerza—. Y el Corazón de la Magia... ¡es nuestro!
Se acercaron al pedestal, donde el Corazón de la Magia seguía brillando con intensidad. Isabella extendió su mano y, con un toque suave, tomó el objeto brillante.
—Es hermoso —dijo Clara, admirando el resplandor del Corazón—. ¿Qué hacemos ahora?
—Debemos llevarlo de regreso a Lumaria. Es nuestra única oportunidad para restaurar la luz y proteger nuestro hogar —dijo Isabella, sintiendo que el Corazón emanaba una energía reconfortante.
Mientras sostenía el Corazón, una oleada de poder recorrió su cuerpo. Las imágenes de los árboles tallados y el bosque comenzaron a cobrar vida en su mente.
—¡Mira! —exclamó Clara, señalando hacia el pedestal—. Los símbolos están brillando.
Isabella observó cómo los símbolos comenzaban a iluminarse, formando un camino que se extendía hacia el horizonte.
—Parece que el bosque nos está guiando —dijo Isabella, sintiendo una nueva esperanza.
—Debemos seguir ese camino —sugirió Clara, llena de determinación.
Con el Corazón de la Magia en sus manos, Isabella y Clara comenzaron a caminar hacia el sendero iluminado, sintiendo que una nueva aventura las esperaba. Juntas, habían enfrentado sus miedos y habían vencido a la oscuridad. Ahora, estaban listas para regresar a Lumaria y restaurar la luz en su hogar.
Mientras avanzaban por el sendero, la luz del Corazón brillaba intensamente, llenando el aire con una energía mágica. Las sombras del bosque se disiparon, y el sol comenzó a brillar a través del dosel de los árboles, iluminando su camino.
—Estamos más cerca de casa —dijo Clara, sintiendo que su corazón latía con emoción.
—Sí, y cuando lleguemos, todos sabrán que la luz ha vuelto a Lumaria —respondió Isabella, sintiendo que el Corazón de la Magia la conectaba con su reino.
A medida que caminaban, el bosque parecía cobrar vida a su alrededor. Los animales salían de sus escondites, y los árboles susurraban palabras de aliento. Isabella y Clara sentían que su viaje estaba a punto de llegar a su clímax.
Finalmente, al salir del bosque, se encontraron ante un vasto campo que conducía a las puertas del castillo. A lo lejos, podían ver las torres del castillo de Lumaria, brillando bajo la luz del sol.
—¡Mira! —exclamó Clara, señalando hacia el castillo—. ¡Estamos casi allí!
Isabella sintió una oleada de emoción y alivio. Habían superado tantos desafíos, y ahora estaban a punto de regresar a casa.
—Vamos, Clara. ¡Es hora de que Lumaria vuelva a brillar! —dijo Isabella, apretando el Corazón de la Magia con fuerza.
Juntas, corrieron hacia el castillo, sintiendo que su destino las esperaba. La luz del Corazón de la Magia brillaba intensamente, y sabían que estaban listas para enfrentar lo que viniera. Su hogar, su reino, y su futuro dependían de ellas.