Una Cenicienta Más

Rafael siempre creyó estar enamorado de Susana pues desde que eran unos niños siempre estaban juntos primero fueron grandes amigos hasta convertirse en prometidos y su que Rafael en un principio había sido un mujeriego desde que Susana lo había aceptado le había sido fiel, todo iba muy bien entre ellos, aunque Rafael desde que conoció a Rafaela no había podido sacársela de la cabeza algo en ella le atraía pero sin dudarlo el creía que Susana era el amor de su vida y es que ellos parecían la pareja perfecta se entendían muy bien, la cena con la familia de Susana no fue precisamente algo grato ya que Rafael no le tenía el mínimo apresuró a las hermanas de Susana Valentina y Marina ellas eran algo insoportable cuando Rafaela empezó a servir la cena Marina hizo un comentario

—Doña Lucrecia, que está muchachita no fue la que ensució a Rafael, usted debió de despedirla gente como ella no debería servir a una familia tan prestigiosa como la de Usted —

Rafaela estaba muy enojada sin embargo tuvo que cuidar sus modales, ella sabía que lo único que tenía era este trabajo y no podía arriesgarlo además doña Lucrecia siempre se había portado muy bien con ella incluso le daba permisos especiales cuando acompañaba a su abuelo al médico por eso no debía dejarla en mal, pero Susana no se cayó y le dijo a su hermana: —Marina no te debes de expresar así además está muchacha cometió un error como cualquiera— Rafaela entendió el porque el joven se había enamorado de esa muchacha además de ser hermosa se veía que era buena persona, en cambio las hermanas de esa joven eran insoportables no perdían oportunidad en molestarla y tratarla de humillar, cuando la cena termino Rafaela se fue a su casa como de costumbre, pasaron varios días y Rafaela seguía con la misma rutina de siempre sin embargo ya no había tenido encuentros con el joven y por una parte ella se sentía tranquila ya que cada vez que lo tenía cerca era inevitable sentir revoloteando miles de mariposas en su estómago. Rafael regreso a estudiar al extranjero y todo siguió igual en la vida de Rafaela así paso más de un año, la señora le ordenó arreglar la recámara del joven ya que el llegaría en unas horas, Rafaela subió dispuesta a limpiar entro a la habitación y comenzó a limpiar pero escucho ruidos en el baño como si alguien se estuviera duchando ella tuvo miedo sin embargo la curiosidad fue más fuerte, tocó la puerta para abrirla pero se detuvo por un momento , el agua había dejado de correr quizá fue solo su imaginación pero justo cuando se iba alejar escucho un ruido sin dudarlo ella abrió la puerta comenzó a gritar, lo había visto desnudo, si había visto desnudo al joven de la casa ¿Pero que hacía el ahí?, Si se suponía que llegaría mucho más tarde, el cubrió la boca de Rafaela mientras se cubría con una toalla

—¿Qué hace usted aquí?— dijo ella cuando él la soltó.

—Esta es mi habitación, la pregunta sería ¿Qué haces tu aquí?—

—Su madre me mandó a limpiar ya que usted llegaría mucho más tarde—

—Es cierto, mi madre no sabe de mi llegada es una sorpresa, mi padre me ayudó— la puerta de la habitación que permanecían entre abierta se abrió por completo era doña Lucrecia, al ver a su hijo fue directamente abrazarlo.

—Pero por qué no me has dicho que ya has llegado —

—Lo siento madre pero quería darte una sorpresa, pero la sorpresa se la he dado a esta niña que pensó que había un ladrón en casa —