Secretos De Una Poción

Ursula habia cabalgado por varias horas, dejando atrás la mansion y el comedor aun lleno de polvo y restos de la explosion. el viento movia su cabello y levantaba pequeñas nubes de tierra mientras montaba, pero dentro de ella habia un torbellino mucho mas fuerte que cualquier ráfaga.

no sabia que le dolia más.. si que le echaran la culpa siendo ella completamente inocente, siendo que solo habia tratado de proteger, de guiar, de hacer lo correcto.. o la preocupacion del duque por esa mujer.. que aunque fuera la hermana del asistente, habia provocado que él se sintiera angustiado y preocupado..

[¿por que siempre tiene que ser asi? hago lo que puedo, ayudo, protejo… y aun asi, me juzgan, me señalan…]

el recuerdo del rostro del duque, sus ojos llenos de enojo mirándola.. la rabia en su voz.. su preocupación al recogerla a Judy.. todo lo revivia una y otra vez.. habia querido confiar en él, compartir su mundo.. pero… su corazon se mezclaba entre la tristeza y la frustracion. queria volver, queria explicarle, pero tambien necesitaba espacio para ordenar sus pensamientos.. mientras cabalgaba, sus pasos se sincronizaban con su respiracion, con el ritmo de la tierra bajo los cascos del caballo, y poco a poco el dolor de la culpa injusta y la preocupacion por el duque se mezclaban en una mezcla dulce-amarga, dejando un silencio pesado a su alrededor, solo roto por el sonido del viento y el trote constante del animal.

sabia que eventualmente tendria que volver… y enfrentar lo que habia sucedido. pero por ahora, necesitaba sentir que podia respirar sin que nadie la juzgara, sin que nadie la hiciera sentir responsable de lo que no habia causado.

cada kilometro la acercaba a la claridad, pero tambien la hacia darse cuenta de algo.. que la preocupación del duque por otra mujer le dolia.. de una manera que ni siquiera ella misma podia explicar del todo..

el duque la busco por todos los lugares en los que sabia que ella solia pasar el tiempo.. el laboratorio, el jardin con tierra quemada, el establo, incluso la colina desde donde se veia el mar. cada rincón de la mansion fue inspeccionado, pero Ursula no estaba en ninguno de ellos.

las horas pasaron lentamente y cuando el sol se oculto, el duque seguia inquieto, caminando de un lado a otro, repasando mentalmente cada lugar donde ella podria haberse ido. el silencio de la mansion era pesado, solo roto por el crujir de sus botas sobre el piso de madera y el lejano ulular de un buho.

se sento finalmente en el escritorio del laboratorio, mirando la mesa llena de frascos y cuadernos que ella habia dejado, y sintio un nudo en el pecho que no podia quitarse.

[¿donde estaras, Ursula…?¿estas bien?]

esa noche, el duque se quedo esperando, con la ventana entreabierta y el viento fresco acariciando su rostro, sin poder conciliar el sueño. cada sonido lo hacia sobresaltarse, esperando que ella apareciera por la puerta. pero la noche paso, silenciosa y larga, y Ursula no llego.. su corazón se sentía pesado, cargado de la incertidumbre y la angustia de no saber si ella estaba bien, o si le dolia su ausencia tanto como a él le dolia no poder estar a su lado para protegerla y comprenderla.. por primera vez, comprendió con claridad lo que significaba realmente preocuparse por alguien, y lo vacio que podía sentirse cuando esa persona, a quien admiraba y confiaba, estaba lejos.

al dia siguiente, cuando el sol apenas iluminaba los jardines de la mansion, Ursula llego tranquilamente, montando su caballo como si nada hubiera pasado. su cabello estaba recogido de manera simple, su mirada seria, y su paso seguro.

el duque, al verla aparecer, sintió un alivio momentáneo y se acerco rápidamente, tratando de romper el hielo:

Duque: Ursula… me alegra que hayas vuelto…

pero ella lo observó con frialdad, los ojos completamente serios, y respondió con una distancia que cortaba el aire..

Ursula: buen dia, duque Langley.

esa simple frase, cargada de formalidad y desapego, hizo que el corazón del duque se apretara como nunca antes. la calidez, las sonrisas y la cercanía que conocía en ella parecían haberse desvanecido de golpe.

Duque: Ursula…

Ursula: con su permiso, me retiro a trabajar.

hizo una reverencia perfecta, elegante, pero vacía de cualquier sentimiento que él recordara. luego, sin esperar respuesta, giró y se dirigió hacia su laboratorio, cada paso firme, calculado, dejando al duque parado, con el pecho oprimido y la sensación de que la mujer que conocía había cambiado en un instante..

el duque permaneció allí, parado en el pasillo del laboratorio, observando como Ursula se alejaba con pasos firmes y decididos, y por primera vez sintió un impulso extraño, casi doloroso. algo en él deseaba que ella reaccionara, que mostrara emoción, aunque fuera ira, aunque fuera reproche, incluso aunque fuera un frasco de veneno en sus manos.. quería escuchar su voz, sentir su fuerza, aunque eso significara que lo atacara, que lo reprendiera con dureza. cualquier cosa era mejor que esa distancia helada que ahora los separaba.

[maldita sea… preferiria mil veces que me gritaras, que me des un frasco de veneno, que me dijeras que soy un inepto… antes que esto… este silencio, esta frialdad… esta distancia]

cada palabra que había intercambiado con ella, cada gesto compartido, le venía a la mente, y el contraste con la Ursula que ahora se alejaba lo hizo doler como nunca. ella no era la misma que lo sonreía, que se dejaba llevar por la curiosidad y la risa.. ahora era distante, seria, casi impenetrable. el duque sintió su corazón oprimido y una mezcla de culpa y frustración que lo carcomía desde dentro.. y mientras ella se perdía entre la luz del amanecer y el humo residual de los experimentos de los días pasados, él solo pudo quedarse allí, con el pecho ardiendo, deseando, en el fondo, que ella le gritara, que lo desafiara… que volviera a ser la Ursula que él conocía.