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VENDIDA AL MEJOR POSTOR

VENDIDA AL MEJOR POSTOR

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Novia sustituta / Matrimonio arreglado / Novia subastada / Amor-odio / Diferencia de edad / Completas
Popularitas:1.7M
Nilai: 4.8
nombre de autor: Yazz García

Ella siempre supo que no encajaba en esa mansión. No era querida, no era esperada, y cada día se lo recordaban. Criada entre lujos que no le pertenecían, sobrevivió a las humillaciones de su madre y a la indiferencia de su hermanastra. Pero nada la preparó para el día en que su madre decidió venderla… como si fuera una propiedad más. Él no creía en el amor. Sólo en el control, el poder y los acuerdos. Hasta que la compró. Por capricho. Por venganza. O tal vez por algo que ni él mismo entendía. Ahora ella pertenece a él. Y él… jamás permitirá que escape.

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Frío y Cálido

Los días posteriores al enfrentamiento con su padre fueron, incómodos, fríos, densos.

Adrián había vuelto a ser ese hombre distante y metódico. El mismo que conoció cuando apenas llegó a la mansión. No hubo más preguntas por la noche, ni miradas suaves, ni esas sonrisas breves que parecían escaparle cuando creía que nadie lo veía. Nada. Solo el silencio. Y órdenes.

Thalía lo sentía en cada gesto. En la forma en que dejaba la taza de café en la mesa, sin siquiera cruzar una palabra. En cómo se encerraba en su despacho y pasaba horas sin salir, evitando incluso encontrarse con ella en los pasillos. El muro que había empezado a derrumbarse durante la luna de miel, volvía a levantarse. Más grueso. Más frío.

Pero lo que más dolía era Amelia.

La niña había regresado de casa de la madre de Adrián, emocionada por ver a Thalía. Corrió a sus brazos al llegar, la llenó de dibujos, de palabras lindas y cuentos con mucha imaginación. Y aunque Adrián no decía nada, Thalía notaba cómo la observaba desde lejos. En silencio. Como si estuviera juzgando algo que ni él entendía.

Esa noche, después de acostar a Amelia, Thalía se encontró a Adrián en la sala. Estaba tomando un whisky, solo, frente al ventanal.

—¿Puedo sentarme?

Adrián no respondió. Solo hizo un leve gesto con la cabeza.

Ella se sentó al otro extremo del sofá. El silencio era incómodo. Agobiante.

—Si hice algo mal, me gustaría que me lo dijeras —dijo ella, intentando sonar tranquila.

Él bebió un sorbo.

—No hiciste nada. Ese es el problema.

Thalía frunció el ceño.

—¿Entonces cuál es?

—Que estás… aquí. Metida. En todo. En Amelia. En mi vida. Y no debería molestarte eso, pero… molesta.

—¿Molesta que me preocupe por tu hija?

—Molesta que ella te vea como si fueras algo que no eres.

El golpe fue seco. Doloroso. Pero no lloró. Solo asintió.

—Ya veo.

Se levantó.

—Thalía —la detuvo Adrián, su voz quebrándose un segundo—, no… no sé cómo hacer esto.

—No tienes que hacerlo. Puedes seguir fingiendo que no sientes nada, que no pasa nada. Yo ya me acostumbré.

Thalía permanecía sentada en silencio, observándolo de reojo mientras él daba otro sorbo al vaso de whisky. Había una tensión espesa entre ellos, como si algo invisible pero punzante colgara sobre sus cabezas.

—Adrián —dijo finalmente, rompiendo el hielo—. ¿Sabes cuál es el color favorito de Amelia?

Él la miró con el ceño ligeramente fruncido. Abrió la boca, pero no salió nada. Cerró los labios y bajó la vista al vaso.

—¿Es… azul? —aventuró, sin convicción.

Thalía soltó una risa baja, cargada de tristeza.

—Es verde —respondió—. Verde como el vestido que llevaba la primera vez que me abrazó. Verde como los dibujos que me deja debajo de la puerta cada mañana para que los vea antes de desayunar. Verde como las galletas que intentó hacerme porque yo le dije que eran mis favoritas.

Él no dijo nada. No podía.

—¿Sabes a qué le tiene miedo?

—Thalía…

—¿Sabes qué sueña con ser cuando sea grande? ¿Qué juego la pone feliz? ¿Qué canción le gusta cantar antes de dormir? —su voz se quebró un poco, pero se obligó a mantener la firmeza—. No tienes idea, ¿verdad?

Adrián apretó los labios.

—Tú no eres su madre —espetó él, casi como una defensa.

—¡Pero al menos estoy presente! —respondió ella con dolor—. ¿Tienes idea de lo sola que se siente? ¿De lo mucho que intenta que la mires más de cinco minutos seguidos? ¿Crees que no me he dado cuenta? ¿Crees que no noto cómo se encoge cuando tú entras a una habitación y ni siquiera la saludas?

Él se puso de pie, tenso, incómodo. Pero no replicó.

—A veces pienso que me quedé en esta farsa solo por ella —continuó Thalía, de pie también—. Porque si tú no vas a estar para tu hija, alguien tiene que hacerlo. Alguien tiene que notar cuando tiene fiebre, cuando se siente triste, cuando está feliz por una tontería como una estrella de papel.

Adrián la miró con rabia. Como si le estuviera gritando una verdad que se negaba a aceptar.

—Yo no pedí esto —murmuró él, pero ya no parecía seguro de a qué se refería.

—Yo tampoco —susurró Thalía, dando media vuelta—. Pero aquí estamos, Adrián. Fingiendo que no sentimos nada, mientras arrastramos a una niña inocente con nosotros.

Y se fue al cuarto. Esta vez, sin cerrar la puerta de un portazo. Solo la empujó suavemente… y la dejó entreabierta, como si en el fondo, aún esperara que él viniera tras ella.

Pero no…

El solo se quedó ahí, con el vaso de whisky en mano.

Al otro día, en la tarde. Thalía llevó a Amalia al parque. Amelia corría de un lado al otro, riendo, con las mejillas encendidas por la emoción.

Thalía la observaba desde la banca con una sonrisa leve, aunque en sus ojos aún latía el cansancio de la noche anterior.

—¡Mira, Thalía! ¡Soy una astronauta! —gritó Amelia mientras se balanceaba en el columpio.

—¡Ten cuidado, astronauta! ¡No vayas a terminar en la luna! —respondió ella, divertida.

Fue entonces cuando una figura familiar apareció caminando por el sendero de grava. Alto, con una sonrisa inconfundible y una bolsita de pan en la mano. Joshua.

—¿Thalía? —saludó con una mezcla de sorpresa y alegría—. No esperaba encontrarte aquí.

Ella se levantó de la banca, algo incómoda, pero le devolvió el saludo con una pequeña sonrisa.

—Joshua. Qué coincidencia…

Amelia, curiosa, se detuvo de inmediato y corrió hasta ellos.

—¿Quién es él? —preguntó, mirando a Joshua con ojos grandes.

Joshua se agachó hasta quedar a su altura y le ofreció una sonrisa cálida.

—Hola, soy Joshua. Un viejo amigo de Thalía.

—¿Amigo? —repitió Amelia—. ¿También te gustan los cuentos de dragones? Porque yo tengo uno que se llama “El dragón sin fuego” y mi profe dice que lo inventé muy bien.

—¿Un dragón sin fuego? Eso suena muy épico. ¿Me la contarías?

Amelia asintió con entusiasmo y, sin pensarlo dos veces, tomó a Joshua de la mano y comenzó a hablarle mientras caminaban hacia los árboles.

Thalía los observaba en silencio. Amelia lo miró como si acabara de encontrar a su nuevo mejor amigo.

—¿Puedo invitarte un helado? —le preguntó Joshua a Amelia cuando terminaron su paseo imaginario entre dragones y castillos—. Pero solo si me cuentas el final de la historia.

—¡Sí! —gritó Amelia feliz—. Pero no le digas a mi papá porque dice que el helado es solo para los domingos, ¡y hoy es miércoles!

Amelia dio saltitos de emoción mientras se tomaba de la mano de Joshua.

Los tres rieron, y Thalía sintió cierta calidez subir por su pecho.

1
Maru Ortiz
Thalia la neta ya me caíste mal, por tus acciones tu hijo y marido sufren por tus miedos los arrastrastes a ellos dos a esto y ahora vienes a culpar a Joshua ese hombre que solo a estado por y para ti por tus malas decisiones.
Lisbeth Ramirez
excelente novela autora te la comiste graciass infinitas
Graciela Rodriguez
💯💯
Bibiana Salazar Sanchez
cosas y casos tristes pero muy reales!!! felicitaciones a la escritora.
Cele Esprella
wow es mucho para un dia
Noemi Santos
Me encantó gracias bendiciones muy excelente muy bonita y divertida me fascinó
Gabriela💕
Pobrecita🥺😭ningún niño debería pasar por eso
Cele Esprella
fuerte ...me gusta
Cele Esprella
te cuento que me encanta leer soy una jubilada y paso mi tiempo de ocio leyendo leo muchas historias por esta página y buscar historias que te enganches de un principio no es fácil... pero esta realmente muy buena
Rosario Avila
Excelente
Lilith
La historia pintaba buena, pero ya es mucho el círculo vicioso de los Muñoz. Adrián se convirtió en lo que su padre fue. No avanzó nada la historia.
Concepción Alfreda Ramírez Pérez
Yo quería ver el final de Adrián
Socorro Ramirez
que tonta eres Thalia, el dio todo por ustedes, y ahora sales con esto? que decepción
Georgina Reyes Riquene
Excelente
Socorro Ramirez
aprende, Joshua tuvo más dignidad y amor propio que tú.
Socorro Ramirez
no mujer. estás tú más rota que el. tienes el poder de salir adelante tu sola, y demostrarle lo fuerte que eres para así poder ayudarlo,
Socorro Ramirez
ay mujer, no se que haces ahí, deberías irte, la niña no tiene la culpa, pero primero deberías sanar tu para poder estar con ella, que más quieres escuchar para ser fuerte. esa familia no vale la pena
Verónica Zavala Hernandez
Como lo mencione anteriormente tu novela sobrepasa las espectaivas de una novela donde el poder estaba por encima del amor y del valores tuvieron que pasar infinidad de cosas para poder alcalzar su felicidad esta novela nos deja una gran lección de vida uno nunca deve sobarse de nadie y aun cuando la luz esta muy lejos no devemos claudicar, la familia es lo más importante y la union mientras uno tenga eso nunca te podrán derribar, felicidades!!! Autora es uy hermosa historia
Yazz: ¡muchas gracias!🤗💜
total 1 replies
Verónica Zavala Hernandez
Uah uah una novela extremadamente impactante donde la ambición sobrepasa tood límite no importando pasar sobre los qué sé dicen son su seres queridos
Nereida Hernández montes
Excelente 👌 historia agradecida de tu gran trabajo
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