Es la historia de una mujer que se niega a dejar a su pareja luego de descubrir sus mentiras, organiza la forma de conocer a su rival buscando respuesta....
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CAPITULO 19
CAMBIOS NOTABLES.
Billy se sintió como si no encajara en su propio hogar. Durante ese fin de semana, Donna parecía fría, impidiendo un contacto físico discreto, pero claro. No lo abrazaba con la calidez habitual, no lo miraba como antes y, aunque no lo confrontaba directamente, su forma de actuar le daba la impresión de haber hecho algo incorrecto. Hizo todo lo posible por hacerla reír, agradarle y recordarle cuánto la quería, pero ella respondía con sonrisas fingidas y palabras que sonaban vacías.
Inquieto, Billy decidió hablar con la única persona que estaba más tiempo con Donna cuando él no estaba presente: Sofía, la niñera. Cuando Fernanda dormía, la llamó a la cocina bajo el pretexto de tomar un café y, con delicadeza, le preguntó:
—Sofía, ¿has notado algo extraño en Donna últimamente?
La joven frunció el ceño y tomó un sorbo de su café antes de contestar:
—Para ser honesta, sí. La veo más callada, parece estar en otra parte. . . No sé si está estresada por su trabajo o si tiene otro tipo de preocupaciones. ¿Han tenido alguna discusión?
Billy negó con la cabeza, sintiendo una presión en el pecho.
—No, pero tengo la sensación de que se aleja de mí. Y no sé por qué.
Sofía suspiro, algo incómoda. No quería inmiscuirse en la vida de su jefa, pero era claro que algo estaba ocurriendo.
—Quizás deberías hablar con ella directamente. A veces, las mujeres atravesamos momentos que no compartimos de inmediato.
Esa plática dejó a Billy más intranquilo. No sabía qué pensar, y el temor de perder a Donna empezó a invadir sus pensamientos. Mientras esto pasaba, en la habitación ajena a su inquietud, Donna también meditaba. Era consciente de que su comportamiento estaba afectando su relación con Billy y que, si continuaba así, podría poner en riesgo todo lo que había construido. ¿Realmente deseaba eso? ¿Estaba preparada para dejarlo ir?
Se miró en el espejo y respiró hondo. No. No podía arriesgarse a perderlo por algo que ni siquiera sabía si sentía con certeza. Así que esa noche decidió hacer lo que siempre había hecho: reprimir sus dudas y actuar como la persona que Billy esperaba que fuera.
Organizó una cena especial con velas y su vino favorito. Cuando Billy entró al comedor, su rostro se iluminó al ver la mesa elegantemente decorada, la cena servida con cuidado ya Donna esperándolo con una sonrisa.
—Esto es maravilloso, cariño —dijo él, acercándose para besarla suavemente en el frente. —¿Qué estamos celebrando esta noche?
Ella le devolvió una mirada cálida, acariciándole el rostro con ternura.
—Solo quiero que tengamos una hermosa noche juntos.
Billy se sentía totalmente aliviado. Durante la cena intercambiaron palabras como solían hacer en el pasado, entre risas y complicidad. Se sintió tranquilo, como si todo lo que había pasado fuera solo una fase temporal. Cuando finalmente le tomó la mano y la llevó a la habitación, sintió que su mundo volvía a tener sentido.
Los besos se volvieron más intensos, las caricias más ardientes, y cuando sus cuerpos se encontraron en la sombra de la habitación, Billy sintió que todos sus miedos desaparecían. Donna temblaba en sus brazos, respondiendo con entrega, y él lo vio como una señal de que todo seguía igual entre ellos. La duda de los días recientes se enterro bajo el deseo.
Mientras la abrazaba después, con una sonrisa satisfecha, Billy pensó que todo había regresado a la normalidad. Donna estaba a su lado, como siempre, y eso era lo único que realmente importaba.
Sin embargo, lo que él no sabía era que, en la penumbra, ella mantenía los ojos abiertos, mirando al techo con una sensación de vacío que no podía pasar por alto.