¿Podría un hombre marcado por la sangre cambiar al encontrarse con una mujer que veía la esperanza en todo?
¿O el pasado de ambos sería demasiado fuerte para escribir una nueva historia?
NovelToon tiene autorización de Sadprincess para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Cap. 12
El rostro del poder
Esa noche, el Club Nocturno “Luz Negra”, ubicado en la colonia Roma, cerró sus puertas al público. No era una noche cualquiera. En el salón privado del segundo piso se reunían los líderes de la organización criminal más temida del país: La Sangre Fría.
Cinco grupos conformaban la estructura: el Cártel del Trueno, liderado por Andreas; el Círculo del Cielo, bajo el mando de James; el Clan del Alma, dirigido por Narendra; el Sindicato del Deseo, presidido por Miranda; y el Cártel del Poder, encabezado por el Barón. Todos respondían al mismo nombre: Lucifer.
Lucifer no era un apodo casual. Era el nombre que se había ganado por su frialdad, su precisión y su capacidad para controlar el caos. Elegido por el antiguo líder, Miguel León, antes de morir en circunstancias sospechosas, Lucifer había heredado no solo el mando, sino también los enemigos.
La regla era clara: no se tocaba a mujeres ni a niños. Pero si alguien traicionaba, la tortura no se negociaba.
Lucifer se levantó de su asiento de cuero negro, con un cigarro encendido entre los dedos.
—Me llegó información de que alguien está intentando mover armamento pesado en territorio nacional. ¿Alguien quiere confesar antes de que yo lo descubra? —dijo con voz calmada, pero cargada de tensión.
El silencio se apoderó del salón. Todos se miraban entre sí, sudando frío.
—¿Nadie? —preguntó Lucifer, mientras caminaba lentamente entre las mesas.
Se detuvo frente al Barón, que intentaba mantener la compostura.
—¿Tú sabes algo? —preguntó Lucifer, apoyando una mano en su hombro.
—No, señor... le juro que no —respondió el Barón, temblando.
Lucifer lo miró unos segundos. Luego siguió caminando, silbando una melodía que nadie reconocía.
Sacó su pistola, una Glock negra con grabados dorados. El sonido del seguro al liberarse hizo que todos contuvieran el aliento.
Y entonces...
—¡Pum! ¡Pum! —dos disparos secos retumbaron en el salón.
Uno de los hombres del Barón cayó al suelo, con la cabeza abierta y el hombro destrozado.
—Aris, lleva el cuerpo a su familia. Diles que no se metan en lo que no les corresponde —ordenó Lucifer.
—Sí, patrón —respondió Aris, llamando a dos hombres para levantar el cadáver.
—¿Era tu gente, Barón? —preguntó Lucifer.
—Sí, señor...
—Dales una compensación. No quiero que sus hijos terminen en la calle por culpa de su padre.
—Sí, señor...
Lucifer se giró hacia el resto.
—No me interesa si me odian. Pero si me traicionan, no hay segunda oportunidad. ¿Está claro?
—Sí, señor —respondieron todos al unísono.
—Hendra, prepara el coche. Tengo hambre —ordenó Lucifer, apagando el cigarro.
—Sí, patrón.
—Los demás, váyanse a casa. Cuídense. Y cuiden a los suyos... mientras puedan —dijo Lucifer, saliendo del salón.
El Barón apretó los puños, con los ojos llenos de rabia.
—Algún día te voy a matar, maldito —murmuró.
Desde el fondo, Narendra lo observaba con una sonrisa sarcástica.
—Qué idiota —susurró.
—Es un demonio. Pero qué demonio tan guapo —dijo Narendra, con tono juguetón.
—Ten cuidado, Narendra. No vaya a ser que termines como ella —bromeó Miranda.
—Ay, qué envidiosa —respondió Narendra, girando su dedo meñique.
...****************...
Mientras tanto, en una pensión humilde en la colonia Guerrero, Eva hablaba con la señora Carmen, la dueña del lugar.
—Disculpe, señora... sé que ya se venció el pago, pero en una semana le prometo que le pago —dijo Eva, nerviosa.
—No te preocupes, hija. Ya sé que eres cumplida. Cuando tengas, me das. Mientras tanto, tranquila —respondió Carmen, acariciándole el cabello.
—¿Ya comiste? Tengo arroz con mole. Si quieres, comemos juntas.
—Gracias, señora, pero ya comí. De verdad.
—Bueno, entonces ve a descansar. Y no te preocupes por nada.
Eva regresó a su cuarto. Se sentó en la cama, mirando el techo.
—Ojalá que él... ese hombre... tenga una vida larga. Aunque sea frío, me ayudó. Y eso no se olvida —murmuró.
...****************...
En su departamento de lujo en Polanco, Lucifer encendía otro cigarro. Aris y Hendra acababan de llegar.
—¿Todo bien, patrón? —preguntó Aris.
—Siéntense —ordenó Lucifer, sin mirarlos.
Ambos se acomodaron en los sillones de piel. Se miraron entre sí, nerviosos.
—¿La regamos? —susurró Aris.
—¿Nos metimos en problemas? —murmuró Hendra.
Lucifer los observó en silencio. Luego soltó el humo lentamente.
—Tengo algo que decirles —dijo.
Y el aire se volvió más pesado que nunca.
Te felicito
espero que ese tipo le diga a Eva que su padre la vendió a el para pagar la deuda que tenia con el aver si con eso ya habré los ojos y se da cuenta que ellos no la quieren y solo la ven como un objeto que pueden usar del cual desacerse
y así ella se aleje y corta lazos con esa gente que si la buscan con escusas barata no los escuche ni les de dinero que solo se preocupe por ella y su hermano que se ve que la quiere y se preocupa por ella