segunda parte de mi hermoso vagabundo.
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CAPÍTULO 9
(Sam Warren)...
_ ¿Tienes hambre? _ pregunto a la chica cuando salimos del hospital.
_ Sí, mucha _ me responde, antes de subir a mi carro.
_ Te llevaré a comer algo _ le digo y ella asiente con la cabeza mientras enciendo el motor.
Me resulta tan inquietante su presencia, no tengo palabras para explicar ni entender qué siento cuando estoy cerca de ella. Quizás la forma singular que actúa o lo que me hace sentir cuando escucho su voz.
Su voz me parece tan familiar que, por más que traté de marcharme del hospital una y otra vez, para dejar a esa desconocida vagabunda ahi... No pude hacerlo, no pude dejarla sola y como un tonto estoy aquí con ella, en mi carro, para llevarla a comer algo, porque me preocupa de una forma indescriptible su salud.
_ Sam... _ me dice y luego se queda en silencio.
_ ¿Cómo sabes mi nombre? _ le pegunto confundido.
_ Lo escuché de uno de tus escoltas _ me responde mirándome fijamente por unos segundos.
La miro de reojo mientras conduzco, observo la forma en como le tiemblan un poco las manos y como se muerde los labios, como si quisiera callar algo.
_ ¿Qué te gustaría comer? _ le pregunto para matar el incómodo silencio.
_ Si fuera por mí, me comería una vaca entera _ me dice sonriendo.
_ No sé dónde conseguir una vaca a esta hora _ le respondo y luego escucho una carcajada de su boca.
La chica me mira sorprendida, le regalo una sonrisa espontánea. Recuesta la cabeza hacia atrás, mirando al techo del carro, quedando así un instante para luego comenzar a hablar.
_ Sam, necesito que recuerdes quién soy _ escucho sus palabras y un fuerte e insoportable dolor de cabeza me aqueja.
Detengo el carro de inmediato, rápidamente me bajo e intento tomar un poco de aire. Llevo ambas manos a mi cabeza, siento que en cualquier momento me voy a desmayar del dolor.
_ ¿Estás bien? _ aquella chica se baja preocupada del carro.
_ Mis pastillas, están en..._ No puedo seguir hablando, siento que mi cabeza va a explotar. El dolor es más fuerte que otras veces, no puedo respirar y todo me da vueltas.
_ Toma _ me entrega mis pastillas con una botella de agua que llevo siempre en el carro en casos de emergencia.
Con la ayuda de la chica, tomo asiento en la acera y me tomo el medicamento e intento tranquilizarme para que el dolor vaya sediento de a poco.
_ ¿Estás enfermo? _ me pregunta la chica con lágrimas en sus ojos.
_ A veces sufro de fuertes dolores de cabeza _ le respondo.
_ Volvamos al hospital _ me dice mientras posa suavemente una de sus manos temblorosas por mi cabello.
_ No es necesario, ya estoy mejor.
_ No es normal tener esos dolores de cabeza _ me dice preocupada.
_ Hace un año que los tengo _ No sé por qué le respondo.
_ ¿Qué pasó hace un año?
_ Sufrí un accidente automovilístico _ me levanto y reprimo la necesidad de seguir hablando con ella y contarle el infierno que ha sido mi vida este último año.
Le doy la espalda de forma grosera y vuelvo a subir al carro, mientras ella me observa desde afuera del carro, sin saber si puede volver a subir o no.
_ Vamos, sube, ni modo que te deje tirada aquí _ le digo y ella me ignora. Y comienza a caminar en sentido contrario.
_ ¿Qué estás haciendo? _ le pregunto cuando me veo obligado a poner la marcha atrás.
_ Regresaré sola, no necesito que me lleves _ me grita molesta.
_ No estás en condiciones de caminar, vuelve al carro, por favor.
_ ¡Mierda! _ maldice y luego gruñe entre dientes. Pero al final se sube al carro.
No entiendo por qué está molesta, no logro descifrar si está triste, enojada o no sé qué le pasa.
_ Ya se me quitó el apetito, me puedes llevar al refugio temporal qué está en la avenida Brixton.
_ ¿Es lo que quieres? _ Le pregunto.
_ Sí
_ De acuerdo _ le respondo y no volvemos a cruzar palabra.
VEINTE MINUTOS DESPUÉS...
Llegamos a la dirección que me indicó la chica. Se mantuvo en silencio todo el camino y lo agradezco, porque el dolor de cabeza aún es intenso.
_ Gracias por traerme _ me dice mientras abre la puerta para bajarse.
Yo no respondo, ya que de una forma me encuentro molesto y siento la necesidad de darle golpes al manubrio para calmar la ira. Al ver cómo aquella vagabunda entra a lo que es un refugio nocturno para la gente en situación de calle.
Miro el reloj, son casi las una de la madrugada y me doy cuenta de que se me pasó el tiempo volando.
Vuelvo a la mansión y al poner el primer pie, escucho la voz de mi madre.
_ ¿Dinos, dónde te habías metido? _ me pregunta mi madre.
La ignoro, ni que fuera un crío para tratarme de este modo.
_ ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? _ me pregunta, esta vez mi esposa.
_ Estaba en el hospital _ le respondo y sigo mi camino por el pasillo hasta llegar a mi habitación. Mientras me sigue mi esposa para luego quedar parada en el umbral de la puerta, observándome.
_ ¿Está todo bien? _ inquiero al ver que no dice nada y solo me observa al pie de la puerta y me mira con una ceja levantada.
_ Eso es lo que yo, quiero saber _ me responde cruzando los brazos molesta.
_ Todo bien ¿Por qué no debería estarlo?_ le respondo con una pregunta y luego me encierro en el cuarto de baño para darme una ducha y no seguir hablando con ella.
Doy el agua fría, quito mi ropa y me meto en la ducha para intentar sacarme a esa chica de mi mente, pero por más que me esfuerzo no puedo. Es como si me hubiese hechizado o algo por el estilo.
que explote la bomba y dinamiten a esas brujas desgraciadas de la vida de Sam