La Mascota Del Alfa

Las palabras de Leila las sentí tan ridículas. Ella me creía tan tonta como para caer en su truco. Sabía muy bien que incluso si me negara ella no le enviaría ese audio a mi padre.

— ¿Tu dignidad o tu dignidad? El reloj está corriendo, juguetito — susurró en mi oído mientras depositaba un beso en mi mejilla.

¿Qué? Pensé que yo era la enferma, pero había alguien más enfermo que yo. Justo cuando iba a negarme, ella se alejó.

Por cierto, ¿a qué se refería con que sea su juguete? ¿Acaso estaba diciendo que me convierta en su juguete sexual? ¡Qué miedo! Ahora que lo pienso para ser una chica ella no luce muy delicada, también su voz es algo gruesa y ni hablar de su rostro. ¿Acaso será un chico disfrazado de chica? ¿Quizás por eso usa esa extraña gargantilla en el cuello? ¿Tal vez se enamoro de mi y por eso me pidió que sea su juguete? Tsk. Lo sabía. Sabía que mi belleza sería mi tragedia.

Señor, ¿por qué me hiciste tan hermosa?

Al notar hacia la dirección extraña que estaban girando mis pensamientos, sacudí la cabeza, luego observé a Esther, la cual me abrazó de manera imprevista.

— No me debes nada, Mia. Es más, seré tu amiga toda la vida. Solo trata de tolerar a la señorita Leila durante un mes, ese es el tiempo que le toma aburrirse de sus “juguetes”.Te estaré animando. Es más, si necesitas algo solo dímelo, te ayudaré.

Ella estaba actuando tan amable que por un momento no supe qué pensar.

— ¿Gracias? Supongo. Pero, ¿es tan mala esta chica Leila?

— No es que sea mala, por lo general es amigable, sin embargo, cuando alguien no le agrada o la ofende, ella hace de la vida de esa persona un infierno. Al ser una de las pocas hembras sangre puras, digamos que tiene cierto prestigio dentro de la academia y su palabra, sus deseos son ley. Ni siquiera los maestros pueden ir en contra de Leila, al igual que tampoco pueden ir en contra de las palabras de su Alteza Asther, su Alteza Bastian y el joven Ciel.

¿Ellos eran algo así como los F4 del drama coreano "Los chicos son mejores que las flores"? Pensé que eso solo pasaba en las novelas.

Sin embargo, ¿cómo la ofendí?, ¿qué hice? No me digas que es por el comentario malintencionado de su prometido Bastian. No, no lo creo. Debe haber algo más. Ella parece ser amiga de Emily, será que está tomando venganza por su amiga si era esto, estaba siendo ridícula. Después de todo, los problemas entre Emily y yo son nuestros, no deben meterse terceros. Además que desde que hablé con el duque ella ha estado ignorandome.

— Solo vamos a clases — le dije a Esther — Luego cómprame una caja de chocolates, si lo que dices es cierto, necesito una gran cantidad de azúcar para soportar lo que me espera.

— Lo que quieras. Te trataré bien.

Me burlé de lo ingenua que era Esther. ¿Cómo podía ser tan crédula? Ya que no planeaba ser la esclava juguete de Leila.

***

Cuando entré al salón de clases me di cuenta de que el ambiente a mi alrededor se sentía tenso. Las personas le lanzaban miradas llenas de desdén a Esther, incluso la chica que compartía banca con ella, alejó su asiento de su lado.

— Ellos me odian — susurró Esther —No fui la única que empezó el rumor, ellos incluso lo distorsionaron. ¿Por qué soy la única culpable? — se quejó en voz baja. — Me tratan como si apestara.

— No te preocupes ahora me tienes a mí — le dije a modo de consuelo, después de todo, yo fui la principal incitadora por lo que no podía dejarla sola frente a estos lobos.

Esther mostró una mirada llorosa, parecía no sentirse consolada por mis palabras.

— Tú pronto te convertirás en una marginada como yo. No eres de ayuda. Nuestro futuro es tan sombrío. Debí hacerle caso a mi abuela y tomarme un año sabático — susurró mientras se sentaba con la cabeza gacha. — Todos son tan crueles.

Sacudí la cabeza mientras me dirigía a mi asiento. El príncipe enmascarado ya estaba en su lugar como de costumbre. Él parecía concentrado en algo. No pude evitar admirarlo. Asther se veía tan hermoso. Aunque solo la mitad de su rostro estaba descubierta, eso no le quitaba hermosura, es más, lo hacía ver misterioso.

Me preguntaba la razón por la que ocultaba su rostro, había muchas posibilidades, pero no quería especular. Si tan solo su actitud no fuera tan mala le hubiera pedido una cita. Y si eso no funcionaba, le hubiera pedido que se convierta en mi esposo y si eso aún no funcionaba, le hubiera pedido que se convierta en mi sugar daddy. Y si eso aún no hubiera funcionado le diría que podía convertirme en su séptima esposa. Lástima.

Espera...

¿Que diablos estaba pensando? Concéntrate, Mia. No debes dejarte llevar por tus bajos instintos, además, él no tiene una personalidad agradable.

— Buenos días — lo saludé con una sonrisa en los labios, pero no recibí su respuesta. Ni siquiera me miró, me trató como si fuera aire.

Lo sabía, pero valía la pena intentarlo.

A modo de venganza, aunque más que una venganza, era una travesura. Me puse a hacer el mayor ruido posible mientras sacaba mis libros. Los saque, los metí de nuevo, los saque de nuevo, vacié mi mochila, la volví a llenar. Mientras hacía esto, observé la expresión de Asther, contemplé con diversión como poco a poco su rostro se tornaba rojo.

Luego cuando estaba a punto de vaciar mi mochila de nuevo, Asther se levantó de su asiento, me observó por un momento haciendo que mis acciones algo infantiles se congelen mientras esperaba lo que iba a hacer. Después como si hubiera llegado a un acuerdo con el mismo, respiró hondo y me quitó mi bolso.

— Te lo devolveré cuando llegue el maestro — murmuró.

— Pero…

— Eres tan ruidosa.

— Yo…

— ¡Shhhh! — dijo colocando un dedo sobre mis labios — Silencio.

— Tú…

— ¡Shhhh!

Sonreí para mis adentros. Mi plan dio resultado. ¡Sí!