nix es la reina del reino más prospero y con los brujos más poderosos pero es engañada por su madrastra y su propio esposo que le robaron el trono ahora busca venganza de quienes la hicieron caer en el infierno y luchará por conseguir lo que es suyo
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capitulo 20
La figura de Eryas se alzaba imponente en la oscuridad que parecía extenderse hasta el infinito. Su silueta era una amalgama de sombra y algo más antiguo, más primitivo que el tiempo mismo. Los ojos rojos, brillantes y crueles, escudriñaban cada rincón del alma de Nix, como si fuera un libro abierto.
–Tienes valor, pequeña reina –dijo Eryas con voz gutural, que retumbaba como un trueno lejano–. Pocos se atreven a invocar mi presencia y aún menos permanecen de pie al mirarme.
Nix apretó los puños, sintiendo la fría piedra del altar aún bajo sus pies. La sensación de irrealidad era intensa, pero su mente permanecía firme. No podía mostrar miedo.
–No te he invocado, dios de las sombras –replicó con voz firme–. Has sido tú quien ha cruzado mi camino.
Eryas soltó una carcajada, un sonido seco y aterrador que reverberó en la nada que los rodeaba.
–Oh, pero lo has hecho –respondió él, inclinando ligeramente su enorme cabeza–. Cada acto de venganza, cada juramento de sangre, me llama. Yo soy el eco de la oscuridad que existe en todos los corazones mortales, Nix. Y el tuyo arde con una llama muy, muy especial.
La mandíbula de Nix se tensó.
–Si estás aquí para detenerme, has perdido tu tiempo. No importa cuántas sombras arrojes en mi camino, voy a recuperar mi trono.
Eryas avanzó un paso, y la sombra que lo rodeaba pareció crecer, devorando el espacio.
–¿Detenerte? –su voz era suave ahora, casi seductora–. No, mi reina. Estoy aquí para ayudarte.
Nix sintió un escalofrío recorrerle la columna.
–¿Ayudarme? ¿A qué precio?
–Eres más lista de lo que esperaba –respondió Eryas, y sus ojos ardieron con intensidad–. No te ofrezco ayuda sin condiciones. Pero escucha bien, porque lo que te ofrezco podría cambiar el curso de tu destino.
Nix no dijo nada, pero su mirada lo invitó a continuar.
–Tus enemigos son astutos y poderosos –prosiguió Eryas–. Kael y Elara no son meros traidores; están bajo la influencia de alguien mucho más grande, alguien que busca reinar sobre los Reinos Unidos y traer una era de oscuridad.
–¿Quién? –espetó Nix.
–Todo a su tiempo, reina guerrera –sonrió Eryas–. Lo que necesitas saber es esto: si sigues tu camino actual, fracasarás. Tu ejército no será suficiente. Tu fuerza no será suficiente. Pero conmigo... conmigo puedes tener el poder de un dios.
Nix entrecerró los ojos, sus instintos advirtiéndole que no debía confiar en aquella entidad.
–¿Y qué quieres a cambio?
–Un juramento –respondió Eryas, y la luz roja de sus ojos pareció intensificarse–. Un simple juramento de que, cuando reclames tu trono, me rendirás una sola ofrenda.
Nix frunció el ceño.
–¿Qué clase de ofrenda?
–Ya lo sabrás cuando llegue el momento.
El silencio se hizo pesado entre ellos. Nix sentía el peligro latente en cada palabra de Eryas, pero también entendía la verdad oculta en su oferta. Sabía que su ejército, por más fuerte que se hiciera, no sería suficiente si fuerzas superiores se interponían en su camino. Pero un trato con un dios... ¿cuántas historias había escuchado sobre aquellos que hacían pactos con seres como él y terminaban perdiéndolo todo?
No.
–No necesito tu ayuda –dijo Nix finalmente, con voz firme.
Los ojos de Eryas brillaron con furia contenida.
–Te ofrezco poder ilimitado, y lo rechazas...
–No soy como los demás –respondió ella con fiereza–. Recuperaré mi trono por mis propios medios. No me someteré a ti ni a nadie.
Eryas se inclinó hacia adelante, tan cerca que Nix sintió su aliento frío como el invierno.
–Lo veremos, reina caída. Lo veremos...
De pronto, la oscuridad que los rodeaba comenzó a desmoronarse como si fuera vidrio roto. La figura de Eryas se desvaneció entre las sombras mientras su risa retumbaba en el vacío.
–No podrás escapar de mí, Nix. La venganza siempre tiene un precio...
El Despertar
Nix abrió los ojos de golpe, respirando con dificultad. Estaba de nuevo en el claro del Bosque de Hylian, tendida sobre el altar. Thalos, Drystan y el resto del grupo la rodeaban, sus rostros llenos de preocupación.
–¡Nix! –exclamó Drystan, ayudándola a incorporarse–. ¿Qué ocurrió? Estuviste inconsciente por horas.
Nix se llevó una mano a la frente, tratando de asimilar lo que acababa de suceder. La voz de Eryas aún resonaba en su mente, como un eco lejano.
–Lo vi –murmuró ella, mirando a Thalos–. Vi a Eryas.
El rostro del mago se ensombreció.
–¿Qué te dijo?
Nix respiró hondo, su expresión endureciéndose.
–Me ofreció un trato. Poder a cambio de un juramento.
Drystan soltó una maldición.
–¿Y lo aceptaste?
Nix negó con la cabeza.
–No. No me someteré a él.
Thalos asintió lentamente, aunque la preocupación no abandonó sus ojos.
–Eso fue sabio, pero ten cuidado. Rechazar a un dios como Eryas no es algo que olvide fácilmente.
–Lo sé –respondió Nix, poniéndose de pie con esfuerzo–. Pero no importa lo que haga. Nada me apartará de mi camino.
El grupo intercambió miradas, y por un momento, nadie dijo nada. Finalmente, Thalos habló, su voz baja y solemne.
–Si Eryas está interfiriendo, significa que temen lo que eres capaz de lograr, Nix. Tu camino será cada vez más peligroso, pero también más claro. Ahora, más que nunca, debemos movernos rápido.
Nix asintió, su mirada fija en el horizonte. El eco de la risa de Eryas aún rondaba en su mente, pero había algo más: una certeza inquebrantable de que su camino no se había desviado.
–Si los dioses quieren detenerme –dijo con voz firme–, tendrán que hacer algo más que enviar sombras.
Drystan sonrió débilmente.
–Entonces será mejor que nos preparemos. Porque esto apenas comienza.
Con el Bosque de Hylian a sus espaldas y el eco de lo desconocido aún en el aire, el grupo continuó su marcha. El altar había revelado un enemigo mucho más grande que Kael y Elara, pero Nix no tenía miedo. Al contrario, su voluntad era ahora más fuerte que nunca.
Venganza siempre tiene un precio..., había dicho Eryas.
Pues bien, pensó Nix. Estoy lista para pagarlo.
reina y tiene algo q ofrece y te invita a seguir leyendo.me gusta buen libro gracias