Queda huérfana y tiene que cuidar de sus hermanos, así que con sólo 15 años se casa con un hombre ciego y malhumorado.
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Capitulo 18
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Bruce está pensando en lo que le dijo Luis. Su hermano no tenía por qué mentirle. Admitió frente a su madre sobre sus infidelidades. ¿Por qué negaría su relación con Camila?
El empieza a recordar mejor lo que pasó esa noche. Sintió la entrada de Camila estrecha, pero no imaginó que era por esa razón. En ese momento estaba cegado por la rabia.
— ¿Así que puedes ver? — Su madre interrumpe sus pensamientos.
— No estoy para tus reclamos. Tengo que ir por Camila. — El quiere salir pero su madre no lo deja.
— Te vas a divorciar de ella.
— No. — Bruce se niega de inmediato.
— Tu querías divorciarte.
— Ya no quiero.
— ¿Por qué?
— No voy a dejar que Luis se quede con ella.
— Lo siento. Pero no pienso lastimar más a esa chica. Ya fui demasiado lejos. Tú no la quieres y ella no te quiere. Es mejor que se divorcien. — Cecilia se va dejándolo sólo. Bruce sube a su habitación por más pastillas.
.....
Al día siguiente Camila se levanta temprano, hace el desayuno y lo sirve. Luis huele la comida y se levanta de la cama. Va a la cocina y la ve preparando las cosas.
— Buenos días. — Lo saluda ella.
— Buenos días Camila. — El se sienta en una silla. — ¿Qué huele así de bien?
— El desayuno. ¿Quieres?
— Por favor. — Ella le da algo de comida, y en eso llega uno de sus hermanos.
— Buenos días Oscar. — Ella le da un beso en la frente y le pregunta si quiere desayunar.
— Si quiero. Tengo hambre. — El pequeño se sienta en la mesa. A los pocos minutos llega Alberto. Ella lo recibe igual que a Óscar. Con un beso.
— ¿Cómo logras distinguir quién es quién? — Pregunta Luis sorprendido.
— Es por qué conozco sus manías. — Responde ella. Franco llega unos minutos después. El no ve con buenos ojos a Luis. Pero disimula para que su hermana no lo noté. Después del desayuno Luis se ofrece a llevarlos a la escuela y los tres aceptan.
...
Camila se queda sola en el departamento y alguien toca la puerta. Es una chica. Camila la saluda con amabilidad, pero la otra mujer no le regresa el saludo.
— ¿Quién eres y que haces aquí? — Le pregunta a Camila. Ella no sabe que responder. Su situación es complicada.
— Soy amiga de Luis.
— ¿Qué clase de amiga? — Pregunta la chica viéndola con desden.
— Amiga que es más cómo una hermana. — Responde Camila, no quiere malos entendidos.
— ¿Y dónde está Luis?
— Fue a su trabajo.
— ¿A qué hora regresa?
— No lo sé. Pero le puedo decir que viniste.
— No es necesario. Adiós amiga de Luis. — La mujer se va y Camila suspira. Un segundo más con ella y se le abría amargado el día. Ella está volviendo a su habitación cuándo el timbre suena de nuevo.
— Qué no sea esa tipa. — Pide en voz alta. Luego se mentaliza para no perder los estribos. Abre la puerta y no es la tipa, es su esposo. Camila se apresura a cerrar pero Bruce empuja la puerta y ella se cae. El se preocupa e Intenta ayudarla a levantarse.
— ¡NO ME TOQUES! — Grita ella y lo aparta. — Lárgate.
— Tenemos que hablar.
— ¿Ya estás preparando el divorcio?
— No.
— Entonces no quiero hablar contigo.
— Camila lamentó lo que pasó ese día. Yo no quería hacerlo.
— Te veías muy feliz mientras lo hacías. — Dice ella enojada.
— Por favor escúchame. Yo estoy... — El le quiere contar sobre su enfermedad. Ahora sí quiere ser sincero con ella.
— Tu estás mal de la cabeza. — Reclama Camila. — Tantas veces que te di mi aprobación, tantas veces que te dije que si. Pero no, tu decidiste tomarme justo el día que yo no quería. Eres un animal.
— Por favor no me trates así.
— ¿Y cómo debería tratarte? Si eres una basura. Ahora entiendo por qué tantas mujeres se han divorciado de ti. Seguramente a ellas también las tomaste a la fuerza.
— No.
— ¿Y que te hice? — Unas lágrimas se le escapan. — ¿Qué hice para merecer lo que me hiciste?, siempre fui amable y tolerante. A pesar de todas tus groserías.
— Lo siento.
— ¿Por qué lo sientes? ¿No querías que te odiara.? Eso es lo que buscaste desde el primer día. Pues bien ya lo conseguiste. Te odió. Te odió como no tienes idea. — Bruce se siente lastimado al escucharla.
— Lárgate. O te voy a denunciar.
— Camila. — El de nuevo se quiere acercar pero ella se aleja. Bruce se empieza a poner mal, y para no cometer otra locura se va lo más rápido que puede. Cuándo llega a su casa lo primero que hace es ir a la habitación de su madre.
— ¿Qué te pasa hijo? — Cecilia lo nota mal.
— No puedes dejar que se divorcié de mi.
— ¿De que hablas?
— Ella no me puede dejar. Tienes que impedirlo. — Le dice el respirando con dificultad.
— ¿Estás teniendo un episodio...?
— Mamá dímelo. Promete que ella no se va divorciar de mi. PROMETE. — Grita el ya muy alterado.
— Te lo prometo. — A Cecilia no le queda más que aceptar.
....
Luis regresa de su trabajo temprano para poder recoger a los trillizos. Intenta platicar con ellos, pero siempre los confunde a uno con otro. Y eso molesta a los pequeños.
Al volver a su departamento busca su diario, desde el día anterior no lo ha visto y le preocupa que Camila lo lea.
— ¿Dónde carajos te dejé? — Se pregunta preocupado. Camila toca la puerta y al entrar en su habitación nota el desastre que tiene.
— ¿Buscas algo?
— Esté... No... Bueno si, estoy buscando mi diario.
— ¿Diario? ¿Tienes un diario? — Pregunta Camila sorprendida.
— ¿Por qué te sorprende?
— No se. No imaginó lo que un hombre pueda escribir en un diario.
— No escribo todos los días . Sólo cuando realmente necesito desahogarme con alguien.
— ¿Por qué no lo haces con tus amigos.?
— A mis amigos no les puedo contar ciertas cosas.
— Ya veo.
— Por favor si lo encuentras no lo leas. Prométeme lo.
— ¿Qué cosas vergonzosas tiene ahí?
— No me preguntes. Sólo promete que no lo leerás.
— Okay. Te lo prometo.
— Muchas gracias.
.....
Días después Camila recibe la visita de su suegra. Ella no quiere verla. No después de cómo se portó, pero aún que sea de mala gana la recibe.
— ¿Qué quiere?
— Pedirte un favor.
— No le quiero hacer favores a una mujer cómo usted.
— Sólo escúchame.
— Hablé rápido. — Cecilia se sienta y suspira. Esto que va hacer es muy difícil para ella.
— Bruce está muy mal desde que te fuiste.
— No me importa. El y cualquier persona de esa casa me da igual.
— Yo sé que lo odias, pero el no te hizo daño por gusto.
— ¿Me va decir que yo tuve la culpa? — Camila habla con indignación. Al parecer su suegra la creé idiota.
— No. Tú no tuviste la culpa. La enfermedad de mi hijo es quién la tuvo.
— ¿Y que enfermedad tiene su hijo? — Camila piensa que Cecilia está inventando todo.
— El tiene TLP.
— ¿Qué es eso?
— Es el Trastorno límite de la personalidad. Sus cambios de humor no soy normales. El...
— Señora dejé de inventar enfermedades. Su hijo es un abusivo. Un animal que debería estar en una jaula.
— No hables así. El no tiene la culpa de lo que le pasó. El era un chico muy dulce y cariñoso, escribía poemas y siempre tenía una sonrisa. Su accidente, mis esfuerzos por hacerlo feliz y las traiciones de su hermano fueron las acciones que lo cambiaron.
— ¿Ahora quiere culpar a Luis? Es increíble hasta dónde llega su amor ciego por Bruce.
— Amo a mis hijos por igual.
— Pues no lo parece. A Bruce le da toda la atención, mientras a Luis lo hace a un lado. Incluso lo culpa por los errores de su hermano. Me queda claro que usted no sabe ser madre. Y ya váyase. — Camila se levanta, camina a la puerta y la abre. — Bruce enserio está mal. Te pido que vengas a verlo. Sólo a verlo.
— No pienso ir. — Le asegura ella. Cecilia va saliendo cuándo llegan los trillizos.
— ¡Mami!. — Le dicen los pequeños Alberto y Óscar emocionados mientras la abrazan. Ella también los abraza.
— ¿Viniste por nosotros? — Pregunta Alberto, es el más sensible de los tres y le ha tomado mucho cariño a Cecilia.
— Ella ya se va. — Aclara Camila.
— ¿No volveremos con mamá? — Pregunta Oscar.
— No. No vamos a volver a esa casa. — Cecilia decide irse. No sin antes ver con algo de rencor a Luis.
..........
Franco está por la mitad del diario cuándo su hermana lo descubre.
— ¿Qué haces con esto? — Le pregunta a su hermano enojada.
— Camila no es...
— Voy a confiscar ésto. No tenías por qué leerlo. ¿Quién te enseño a ser tan curioso?
— Lo siento. Pero debes leerlo. Luis no es una buena persona. No debes confiar en el...
— ¿Por qué hablas así? Luis nos está ayudando.
— No. Por favor confía en mí. Si lees eso que tienes en las manos vas a descubrir que no miento. — Camila ve el libro en su mano. Ella prometió al dueño no leerlo. Quiere cumplir su promesa. Pero al mismo tiempo quiere saber que de que habla su hermano.