Mico brilla bajo las luces de los escenarios, Tina vive entre raíces sencillas y reale. Sus mundos nunca debieron haberse cruzado, pero lo hicieron; entre secretos y la presión de la fama, tendrán que decidir si lo que sienten vale el riesgo de perderlo todo.
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capitulo 13: Confesiones
El día había sido largo, con horas interminables de grabación y la tensión de los rumores aún flotando en el aire.
Tina intentaba concentrarse en sus tareas, pero su mente no podía dejar de pensar en Mico. Cada gesto, cada mirada, cada sonrisa contenía algo que no podía definir del todo, pero que la hacía sentir viva y como una adolecente estúpida.
Mico, por su parte, se movía entre escenas y entrevistas con profesionalismo, pero el peso de la presión era evidente en sus ojos. Sabía que cada comentario, cada rumor sobre ella y Tina, podría volverse viral y eso la aterrorizaba. Pero había algo más profundo que la inquietaba: la necesidad de ser honesta con alguien, de mostrarse sin máscaras, aunque fuera solo por un instante.
Cuando el equipo se dispersó para un breve descanso, Tina se acercó a Mico, quien estaba sentada sola en el camerino, revisando notas. El ambiente era silencioso, apenas interrumpido por el murmullo lejano de la producción.
—¿Todo bien? —preguntó Tina, con la voz suave, tomando asiento frente a ella.
Mico levantó la mirada, por un momento, pareció sorprendida de verla allí. Su expresión, mezcla de cansancio y vulnerabilidad, hizo que Tina se acercara un poco más.
—No del todo —admitió Mico, bajando la vista— Hay cosas que no puedo compartir con nadie. No es solo por la fama, es miedo. Miedo a que si la gente me ve como realmente soy, todo se derrumbe.
Tina asintió, comprendiendo cada palabra. No necesitaba detalles para entender que Mico luchaba con la presión de un mundo que no aceptaría su verdad fácilmente.
—Podés confiar en mí —dijo Tina, con suavidad— No voy a juzgarte.
Mico respiró hondo, como si el simple hecho de escuchar esas palabras le diera un respiro. Se acercó un poco más dejando de lado todas sus defensas.
—Es que —comenzó, y luego hizo una pausa, luchando con sus emociones— Estoy cansada de las máscaras, de fingir ser alguien que no soy. Cada día me siento más atrapada en una imagen que no quiero. Y contigo, puedo ser yo misma. Puedo ser Mico, sin filtros, sin miedo.
Tina la observó con atención, viendo cómo la vulnerabilidad en los ojos de Mico era real, genuina. Por un instante, el mundo entero desapareció y solo existían ellas dos, compartiendo un silencio cargado de significado.
—No sabés lo que significa escucharte decir eso —murmuró Tina, acercándose un poco más— Porque yo también sé lo que es ocultarse, lo que es temer al juicio de quienes deberían amarte.
Mico levantó la mirada, sorprendida y emocionada por la sinceridad de Tina. El silencio entre ellas se volvió denso, lleno de palabras no dichas, de emociones que se comunicaban sin necesidad de hablar.
—Y quiero que lo sepamos solo nosotras por ahora —dijo Mico, con voz temblorosa— Nadie más necesita saberlo todavía. Solo vos y yo.
Tina asintió, entendiendo el peso de la petición. Era un acto de confianza absoluto, un paso que acercaba sus corazones de una manera que ninguna había experimentado antes.
Mico extendió su mano y Tina la tomó sin dudar. El contacto fue eléctrico, lleno de calor y ternura, y durante unos segundos, ambas se quedaron mirando, sin palabras, sintiendo la conexión que las unía.
Mico se lanzó a los labios de Tina devorandolos con necesidad, luego de unos minutos se alejo apoyando su cabeza en su hombro.
—¿Podemos quedarnos así un momento? —preguntó Mico, con un hilo de voz.
—Sí —respondió Tina, envolviendo sus brazo en la rubia— No hace falta hablar ahora.
Se sentaron juntas, simplemente compartiendo el espacio, los cuerpos cercanos y el apoyo silencioso, como si quisiera ofrecer protección y consuelo al mismo tiempo.
—Nunca había confiado así en nadie —murmuró Mico— Siempre he tenido que mantener todo bajo control, tu cambiaste todo eso.
Tina sonrió levemente, sintiendo un calor en el pecho.
—A mí me pasa lo mismo —exclamo — No sabía que podía sentirme tan cercana a alguien. Tan comprendida.
Durante unos minutos, solo existieron ellas, respirando juntas, compartiendo la intimidad de un silencio que decía más que cualquier conversación. Mico cerró los ojos, sintiendo que por primera vez podía relajarse y ser simplemente ella, sin máscaras ni miedo.
—Gracias por estar —dijo finalmente Mico, apoyando la frente contra la de Tina— Por no juzgarme, por escucharme, por ser tu.
—Siempre voy a estar —respondió Tina, susurrando casi en un secreto— No importa lo que pase afuera.
El sonido lejano del equipo trabajando parecía otro mundo. Ellas habían encontrado un espacio seguro, un refugio temporal donde podían ser honestas consigo mismas y con la otra. La conexión entre ambas se había vuelto más profunda, íntima y tangible.
Mico se separó ligeramente, mirándola con una mezcla de miedo y deseo.
—No sé qué va a pasar —solto.— Pero quiero que sigamos siendo nosotras, pase lo que pase.
—Lo seremos —replicó Tina con firmeza— Solo vos y yo.
Un silencio cómodo siguió, lleno de pequeñas sonrisas y miradas que hablaban por sí mismas. Era una intimidad que ninguna había experimentado antes, un entendimiento silencioso de que lo que compartían era más que un simple enamoramiento: era confianza, protección, deseo y aceptación.
Antes de que el descanso terminara, Mico tomó una decisión.
—¿Te gustaría que nos tomemos un tiempo fuera de todo esto? —preguntó, con una chispa de emoción en los ojos— Un viaje, aunque sea corto. Solo tu y yo, lejos de cámaras, rumores y expectativas.
Tina sintió un escalofrío de anticipación.
—Sí —dijo sin dudar— Me encantaría.
Mico sonrió, aliviada y emocionada. Sabía que no podían resolver todo en un solo día, pero ese pequeño gesto de libertad les permitiría conectar aún más, disfrutar de su cercanía sin miedo ni presión externa.
El resto de la jornada transcurrió con una mezcla de profesionalismo y complicidad silenciosa. Cada mirada, cada roce accidental de manos, cada pequeño gesto confirmaba lo que ya ambas sabían: su conexión era real, intensa y valiosa.
Cuando finalmente Tina se retiró a casa, no pudo evitar sonreír al recordar la cercanía compartida. Sabía que no todo sería fácil, que los rumores, la fama y sus propios miedos seguirían presentes, pero también sabía algo más importante: Mico confiaba en ella, y eso era suficiente para enfrentar cualquier tormenta.
Mico, por su parte, se quedó unos minutos más en el camerino, pensando en Tina, en la confianza que le había entregado, en el viaje que podrían tener juntas. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que podía ser simplemente ella y que eso no estaba mal.
Y mientras la noche caía sobre la ciudad, ambas chicas dormían con la certeza de que algo verdadero estaba naciendo entre ellas, algo que ni rumores, ni miedos, ni expectativas podrían detener.