Bajo la lluvia es una historia de romance y pasión que surge de un encuentro inesperado. Mariana, marcada por un pasado complicado, conoce a Samuel, un hombre enigmático que despierta en ella emociones olvidadas. Sin embargo, cuando su exnovio reaparece, el amor se ve amenazado por los fantasmas del pasado. Entre secretos, deseo y decisiones, ambos deberán enfrentar lo que realmente significa arriesgarse por amor.
NovelToon tiene autorización de Enay Dareck para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
cap:19
El refugio estaba sumido en una calma tensa, como si la quietud del lugar fuera el preludio de una tormenta inminente. Mariana se había quedado quieta, observando cómo Samuel se movía entre los demás, organizando y dando instrucciones. Los otros hombres parecían respetarlo, pero había algo en la forma en que lo miraban, algo de duda y expectación. Él no se detuvo ni un segundo, pero Mariana sabía que su mente, al igual que la de ella, estaba en un torbellino de emociones.
La situación era más grave de lo que había imaginado. El refugio era solo un punto de partida, una pequeña pausa en una carrera frenética por descubrir lo que Pablo había estado protegiendo. Sin embargo, a pesar de todo lo que estaba pasando, algo en el aire entre ellos dos no podía pasar desapercibido. Había una energía, algo no resuelto que los unía, como si los hilos invisibles de su conexión nunca hubieran desaparecido, aunque la traición y el dolor parecieran haberlos distanciado.
Mariana se levantó lentamente de la mesa, sus pasos resonando en la fría sala de concreto. Sus pensamientos no la dejaban tranquila, y la pregunta que no podía dejar de repetirse en su mente era: ¿cómo había llegado a este punto con Samuel?
A pesar de todo lo que había pasado, no podía evitar sentirse atraída por él. ¿Era esa la razón por la que había aceptado seguirlo hasta aquí, hasta este punto sin retorno? El pasado, con sus traiciones y sus promesas rotas, parecía ser solo un eco lejano, y todo lo que quedaba era esa mirada penetrante, esa fuerza silenciosa que Samuel emanaba sin esfuerzo.
La puerta del refugio se cerró con un golpe sordo, y en el silencio que siguió, Samuel la miró. No había palabras que pudieran explicar la carga de lo que ambos sentían, pero en ese instante, sin decir una sola palabra, algo se rompió entre ellos. Era como si ambos supieran que la única forma de seguir adelante era enfrentarse a lo que aún quedaba entre ellos.
Mariana, aún indecisa, se acercó a él. Samuel, al verla acercarse, dio un paso atrás, pero sus ojos no se apartaron de los suyos. En su rostro, se reflejaba una mezcla de dolor y deseo, como si, aunque quisiera mantener la distancia, no pudiera evitarlo. Mariana, sin pensarlo demasiado, levantó una mano y tocó su mejilla, con suavidad, como si tratara de borrar las huellas de todo lo que había pasado. La calidez de su piel, el roce de su cuerpo, la cercanía, la hizo perder la razón por un momento.
—Samuel… —susurró, su voz quebrada por las emociones contenidas—, ¿por qué todo es tan complicado?
Él cerró los ojos por un segundo, tomando su rostro entre sus manos. La emoción lo envolvía, y aunque la situación era crítica, había algo irresistible en ella. Algo que no podía negar, algo que aún ardía en su interior.
—Porque nunca dejamos de amarnos —respondió él, con una sinceridad que hizo que Mariana sintiera un nudo en el estómago. La respuesta era directa, simple y dolorosa.
El tiempo pareció detenerse en ese momento. La realidad, con todos sus secretos y traiciones, se desvaneció por un instante, y lo único que importaba era la conexión que aún existía entre ellos. La química, la atracción, los recuerdos de lo que habían sido… todo estaba ahí, en el aire.
Mariana no pudo evitarlo. Sin pensarlo, se acercó más a él, y sus labios se encontraron en un beso desesperado. Era un beso que no necesitaba explicaciones, que no requería palabras. En ese instante, ambos sabían que todo lo que había pasado, toda la confusión y el dolor, se disolvía en ese único momento. El beso era más que pasión; era una búsqueda de algo que ambos necesitaban con urgencia, algo que los uniera, a pesar de todo lo que los separaba.
Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, como si el aire les hubiera faltado. Samuel, aún mirándola con intensidad, pasó un dedo por su mejilla, como si aún no creyera que todo eso fuera real.
—Lo siento, Mariana. Lo siento por todo. Pero no puedo seguir alejándome de ti. No importa lo que haya pasado, no importa lo que me digan o lo que deba hacer. Tú eres lo único que importa ahora.
Mariana, con el corazón acelerado y los ojos brillando de emoción, asintió lentamente. No había respuesta, no había explicaciones que pudieran hacer justicia a lo que sentía en ese momento. Solo sabía que, a pesar de todo lo que los había separado, a pesar de todo lo que había pasado, lo que importaba era que estaban juntos.
—Yo también… —susurró ella, con voz temblorosa. —También lo siento.
El silencio volvió a rodearlos, pero esta vez no era tenso ni inquietante. Era un silencio de comprensión, de entendimiento tácito. Sabían que, aunque el futuro fuera incierto, ese momento los había unido de una manera que ni la traición ni el peligro podrían romper.
—Ahora, tenemos que irnos. Esto no ha terminado —dijo Samuel, rompiendo el silencio, pero sin apartarse de ella.
Mariana lo miró, asintiendo, aunque sabía que lo que les esperaba aún era mucho más complicado de lo que podían imaginar. Pero en ese instante, había algo claro: lo enfrentaría junto a él. El pasado no podía cambiarse, pero su futuro, aunque incierto, aún estaba por escribirse. Y con Samuel a su lado, Mariana sentía que no había nada que no pudieran enfrentar juntos.