**Sinopsis**
En un mundo donde la biología define roles y los instintos son incontrolables, dos hombres de mundos opuestos se ven atrapados en una ardiente atracción. Leon, un alfa dominante y poderoso empresario, ha rechazado el amor… hasta que Oliver, un omega dulce y sensible, entra en su vida como asistente. Lo que comienza como un deseo prohibido pronto se convierte en una intensa relación marcada por celos y secretos. Cuando verdades devastadoras amenazan con separarlos, deberán enfrentarse a su pasado y decidir si su amor es lo suficientemente fuerte para desafiar las estructuras que los mantienen apartados. ¿Están dispuestos a arriesgarlo todo por un futuro juntos?
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Capítulo 20: Reconciliaciones Emocionales
Las nubes grises flotaban pesadamente sobre la ciudad, como un recordatorio tangible de la tormenta emocional que había azotado la vida de Oliver y Leon en las últimas semanas. Después de aquel encuentro ardiente en el bosque, la conexión entre ellos había crecido intensamente, pero, a la par, viejos fantasmas y miedos habían comenzado a resurgir, amenazando con desestabilizar lo que estaban empezando a construir.
La tarde había llegado, y Oliver se encontraba sentado en un banco en el parque donde solían pasar las tardes como amigos. Sus pensamientos flotaban en un torbellino caótico mientras su mirada se perdía en las hojas de los árboles que caían al suelo. El aire fresco de otoño acariciaba su piel, brindándole una pequeña sensación de calma, aunque su corazón latía con fuerza, coqueteando con la ansiedad. Sabía que Leon vendría. Sabía que necesitaban hablar.
Cuando al fin lo vio llegar, una mezcla de alivio y tensión recorrió su cuerpo. Leon se acercaba con pasos cautelosos, su expresión era un rompecabezas de emociones; un atisbo de inseguridad adornaba su frente, a pesar de la resolución en su mirada. Oliver sintió cómo el peso de la situación lo envolvía, como si cada paso de Leon fuera un tambor que marcaba una próxima confrontación.
—Hola —saludó Leon, su voz temblaba ligeramente al romper el silencio.
—Hola —respondió Oliver, intentando que su tono sonara natural, aunque cualquier intento de disimular la tensión era en vano.
Se quedaron en silencio por un momento, midiendo el espacio entre ellos, cada uno sopesando sus palabras, sus emociones. Finalmente, fue Leon quien rompió el hielo.
—He estado pensando en lo que pasó... en nosotros —comenzó, nervioso, sus manos jugueteando con los cordones de sus zapatos, como si cada movimiento fuera un intento de encontrar las palabras correctas. —Es tan complicado, no sé por dónde empezar.
Oliver asintió, sintiendo que las mariposas en su estómago se intensificaban. Sabía que la sinceridad era indispensable en aquel momento, y también que las palabras se sentían escasas. —Yo tampoco. Pero creo que deberíamos intentarlo. Fue tan intenso, pero al mismo tiempo encontramos un montón de cosas tocadas por la incertidumbre.
Leon elevó la mirada, su expresión era de sorpresa, como si no esperara que Oliver abriera la puerta a la honestidad. —Sí, intensidad es la palabra... —se detuvo, tomando aire antes de continuar—. Pero luego las dudas comenzaron a cernirse sobre nosotros. Como fantasmas, susurrando por todas partes.
—¿Qué es lo que temías? —preguntó Oliver, su curiosidad predominando sobre ese miedo que lo había mantenido a distancia. La idea de desnudarse emocionalmente era aterradora, pero necesaria. La conversación necesitaba un empujón.
—No sé. No quiso reconocerlo... Miedo a perderte, que todo lo que sentía no fuera suficiente. A veces, siento que no estoy a tu altura —confesó Leon, su voz quitándose el velo del orgullo. Se notaba la lucha interna que había experimentado desde su primer beso.
Oliver sintió un nudo en el pecho. —Leon, ¿por qué no me lo dijiste antes? Saber eso podría haber cambiado las cosas. No hay por qué sentir que no eres suficiente. Yo te elijo a ti —dijo, sus ojos reflejaban sinceridad absoluta.
—Yo también te elijo a ti —respondió Leon de inmediato, dejando escapar un suspiro de alivio. Pero después su expresión se tornó seria—. Sin embargo, incluso con todo eso, hay cosas en nuestro camino que no hemos resuelto. Cosas que no se irán mágicamente por el hecho de que hayamos compartido un momento apasionado.
Oliver sabía que tenía razón. En su corazón, la duda todavía quedaba latente, como un eco persistente. Había demasiadas expectativas y miedos que todavía no habían logrado dejar atrás. —¿Lo dices por lo de tus amigos… o tu familia? —preguntó, aunque en su interior ya sabía la respuesta.
—Exactamente. Ellos no lo entienden. Nunca lo entenderán. Mi mundo ha definido lo que es correcto, lo que es aceptable... Y a pesar de que quiero que conozcan la verdad sobre mí, no quiero perder sus lazos —Leon habló con una tristeza evidente, apretando los labios como si estuviera conteniendo la tormenta en su interior.
Oliver sintió cómo la compasión se apoderaba de él, y a su vez, cuya frustración también brotaba. —No deberíamos tener que ocultar quiénes somos; no deberías tener que convertirte en alguien diferente para que ellos te amen —dijo, procurando que sus palabras fueran un bálsamo, pero sintiendo la herida abierta que las palabras de Leon habían desatado.
—Lo sé, lo sé… —Leon bajó la cabeza, los ojos tristes. —Pero tengo miedo. Miedo de salir, y que eso termine con todos los años que pasé construyendo mi vida. Si no me aceptan, no sé qué hacer.
—Te entiendo, pero tú eres lo primero. Debes aprender a priorizar lo que sientes por dentro. Esto nos está destrozando, Leon. —La frustración se deslizó en la voz de Oliver, a pesar de sus intenciones de ser paciente.
El silencio pesó entre ellos como una sombra oscura, y Oliver sintió cómo su corazón se encogía. El dolor que habían compartido lo conmocionó de nuevo. Al final, la pregunta más difícil surgió entre la bruma de sus dudas:—¿Qué significa esto para nosotros?
Leon se quedó en silencio, dándose cuenta de lo complicado que era el camino por delante. —No quiero perderte, Oliver —respondió finalmente—, pero tampoco quiero que esto sea algo que se vive a escondidas... No estoy listo para eso.
—Tal vez deberíamos tomarnos un tiempo para pensar. Y dejar que las cosas fluyan —propuso Oliver, sintiendo un leve matiz de decepción combinarse con la comprensión. Sabía que a veces el amor necesitaba espacio, aunque no le gustara la idea.
Leon asintió lentamente, entendiendo la dirección que estaban tomando. —Te prometo que mis intenciones son buenas. Solo necesito un tiempo. Quizás podamos ir despacio.
—Está bien, puedo comprender eso. Aunque va a doler, lo entiendo. Lo que importa es que ambos podamos seguir siendo honestos... y depender el uno del otro, incluso cuando no estemos juntos —dijo Oliver, sintiendo la falta que Leon iba a dejar en su vida.
Así, con palabras de esperanza en sus corazones, los dos comenzaron a navegar por un mar de emociones confusas. Fue un primer paso doloroso pero necesario. La conexión entre ellos no se desvanecería; su amor se transformaría, cada uno regresaría a sus respectivas vidas con un deseo renovado de aprender, crecer e intentar encontrar un camino que reconciliara sus corazones.
Mientras se alejaban, sintieron que el amor, aunque entrelazado con obstáculos, nunca había sido tan real ni tan fuerte. En el horizonte, la tormenta se disiparía con el tiempo, dejando caer la luz sobre nuevas verdades y reconciliaciones emocionales que solo la vida podía traerles. Con el anhelo aún brillante en sus corazones, ambos sabían que la lucha por el amor era, al fin y al cabo, una lucha que valía la pena.