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La Reina Oculta

La Reina Oculta

Status: En proceso
Genre:Mujer poderosa / Hombre lobo / Poli amor / Brujas / Mitos y leyendas
Popularitas:23k
Nilai: 5
nombre de autor: Kathy Tallarico

Emma creyó en aquellos que juraron amarla y protegerla.
Sus compañeros, los príncipes alfas, Marcus y Sebastián, con sonrisas falsas y promesas rotas, la arrastraron a su mundo, convirtiéndola en su amuleto.
Hija de la Luna y el Sol, destinada a ser algo más que una simple peón, fue atrapada en un vínculo que… ¿la condena? Traicionada por aquellos en quienes debía confiar, Emma aguarda su momento para brillar.
Las mentiras que la rodean están a punto de desmoronarse, y con cada traición, su momento se acerca, porque Emma no está dispuesta a ser una prisionera.
Su destino está escrito en las estrellas y, cuando llegue el momento, reclamará lo que le pertenece. Y cuando lo haga, nada será lo mismo. Los poderosos caerán y los verdaderos líderes surgirán.

NovelToon tiene autorización de Kathy Tallarico para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

20- Retrospectiva: Romper El Vínculo

Sebastián la volvió a mirar, con una mezcla de ira y desprecio en sus ojos, pero ese desprecio, Emma podía sentir que no iba dirigida a ella y sus próximas palabras se lo confirmaron.

—Astrid es sobrina de Fenrik, el lobo que forma parte del concejo. Por eso la impusieron. Ella fue su intento de controlarnos cuando no podíamos encontrarte.

Emma los miró, con el corazón acelerado, entendiendo poco a poco hacia donde iban.

—¿Por eso quieren que los rechace?

Marcus suspiró, como si cargara el peso de un mundo entero y Sebastián tensó los hombros desviando la mirada a cualquier lado excepto a ella, incapaz de contener su temperamento.

—Hace un año, te buscábamos. Fuimos a distintas manadas con la excusa de prepararnos para nuestro gobierno, pero la verdad es que intentábamos encontrarte. Y el Concejo lo supo. No sabemos cómo. Solo sabemos que, cuando regresamos a casa… nuestras hermanas ya no estaban.

El aire empezó a espesarse.

Marcus cerró los ojos, y su voz tembló al hablar:

—Alina y Celeste solo tenían nueve y doce años. Nuestros padres estaban destrozados. El consejo exigió que aceptáramos, a Astrid como compañera. No podíamos rechazarla más.

Un silencio denso se expandió entre ellos, cargado de verdades que Emma no había imaginado. El relato sobre Alina y Celeste resonaba en su mente como un eco constante, cada palabra se incrustaba como un puñal en su pecho. Su respiración se volvió errática, y una mezcla de tristeza y furia comenzó a arder en su interior.

Emma cerró los ojos, tratando de controlar las lágrimas que amenazaban con caer. Pero era imposible. La imagen de dos niñas, arrancadas de su hogar, de su familia, por el mero capricho de un grupo que quería tener el control absoluto, la llenaba de una rabia que no podía ignorar.

—Cómo... ¿cómo pasó? —preguntó finalmente, su voz rota, mirando primero a Marcus y luego a Sebastián. Sus palabras salieron con un filo que no pudo contener. — ¿Cómo pudieron quedarse tan tranquilos mientras ellos... mientras ellas...?

Sebastián giró hacia ella con los ojos encendidos, pero no de enojo, sino de un dolor profundo que parecía devorarlo.

—¿Qué queríamos que hiciéramos? —gruñó, con su voz cargada de frustración. —¡¿Qué podíamos hacer, Emma?! El Concejo nos tiene atados. Cualquier movimiento en falso y nuestras hermanas estarían muertas.

—Y ahora… ¿dónde están? —replicó ella, sintiendo su garganta apretada.

—No sabemos —susurró Sebastian, con un temblor apenas perceptible en su voz. —No pudimos descubrir dónde las tienen.

El peso de esas palabras cayó sobre Emma como un golpe. Su visión se nubló mientras intentaba procesar el sufrimiento que ellos habían cargado en silencio. Pero también sintió la furia crecer dentro de ella, una llama que comenzaba a consumir su corazón.

—Emma —interrumpió Marcus, con un tono suave pero firme. —Eso no es todo.

Ella lo miró, sintiendo que su corazón comenzaba a latir con más fuerza.

—Ahora sabemos por qué estaban tan ansiosos. La bruja del consejo probablemente te vio.

Emma permaneció en silencio, sintiendo el peso de sus palabras aplastándola.

— ¿Qué significa eso? —preguntó, con su voz apenas un susurro.

Marcus bajó la mirada, como si lo que estaba a punto de decir fuera una carga que no quería compartir.

—Significa que el Concejo te ve como una amenaza, Emma. Y hará lo que sea necesario para eliminarte.

Sebastián, dio un paso hacia ella, su mirada se volvió más intensa que nunca.

—Por eso queremos que nos rechaces. Nuestros lobos no nos permiten hacerlo. No podemos protegerte porque estamos atados al Concejo. Si no estamos a tu lado, tal vez tengas una oportunidad de sobrevivir. Ya tenemos un plan te permitirá vivir tranquila.

Emma sintió que su mundo se desmoronaba. Su mente gritaba que ellos tenían razón, que lo lógico era alejarlos, pero su corazón... su corazón se negaba a aceptar esa realidad.

—¿Y ustedes? —preguntó, con la voz rota. —¿Qué pasará con ustedes si los rechazo?

Sebastián apartó la mirada, pero Marcus fue directo.

—Eso no importa.

Emma apretó los puños, el fuego volvió a correr por sus venas, con más fuerza. Sabía que lo que estaba pensando era egoísta, tal vez irracional, pero no podía evitarlo.

—¿Cómo pueden ser tan egoístas? —dijo, su voz temblando. —¿Cómo pueden pedirme esto?¿Que clase de compañeros son?¿Cómo pueden renunciar así como si nada?

Sebastián se giró hacia ella, con una mezcla de ira y dolor en sus ojos.

—¡Porque preferimos vivir con tu rechazo que con tu muerte!

Las palabras golpearon a Emma con fuerza. No pudo responder, su voz quedó atrapada en su garganta.

El silencio entre los tres se volvió espeso, cargado de incertidumbre y un peligro latente. Emma sintió que el aire se volvía más denso, como si el mundo entero estuviera conteniendo el aliento, esperando su reacción.

Sus ojos recorrieron los rostros de Sebastián y Marcus. Ambos lucían tensos, expectantes, con una mezcla de rabia e impotencia pintada en sus miradas. Los habían quebrado, los habían obligado a doblegarse, a pagar con el sufrimiento de su familia.

Y ahora, el Concejo iba por ella.

Emma cerró los ojos, sintiendo cómo la ira se encendía en su interior, una llama que no estaba dispuesta a extinguir, un fuego que exigía ser liberado.

—Entonces, ¿qué haremos? —preguntó, con su voz más firme de lo que esperaba, negándose a aceptar lo que habían dicho.

Sebastián y Marcus intercambiaron una mirada. Pero esta vez, no hubo determinación en ellos. No hubo rabia, ni resistencia. Solo un cansancio profundo, una resignación que le heló la sangre.

Marcus fue el primero en hablar.

—Debemos romper el vínculo.

Emma sintió cómo el suelo se desmoronaba bajo sus pies.

No pudo reaccionar de inmediato. No puedo respirar. Su corazón golpeó con fuerza dentro de su pecho, intentando aferrarse a algo, cualquier cosa, que hiciera que esas palabras no fueran ciertas.

—¿Qué…? —murmuró, la voz temblorosa, quebrándose en el último instante.

Sebastian apartó la mirada, con los puños apretados, los hombros tensos como si contuviera algo que lo estaba desgarrando por dentro. Marcus tragó en seco, sus labios estaban presionados en una línea dura, como si decirlo le hubiese costado tanto como recibir la sentencia de su propia muerte.

Emma sintió el dolor treparle por la garganta, quemando, estrangulándola. No solo por la traición de su destino, sino porque entendía lo que ellos cargaban. El peso, la culpa, la condena.

Y aún así… aún así, dolía.

Inhaló despacio, obligándose a no quebrarse, a no suplicar, a no demostrar que su mundo se estaba desmoronando en ese preciso instante.

—Está bien —susurró. Sus propias palabras la atravesaron como cuchillas. —Será lo mejor.

Silencio.

Un silencio abismal, que lo dijo todo.

Sebastian apretó la mandíbula con tanta fuerza que Emma temió que se hiciera daño. Sus ojos, normalmente determindos, ahora eran un mar tormentoso, al borde de la desesperación. Marcus desvió la mirada, su pecho subia y bajaba con respiraciones forzadas, como si cada fibra de su ser luchará por no contradecir lo que acababa de decir.

Pero ninguno de los dos la detuvo.

Ninguno de los dos negó su decisión.

Emma se quedó ahí, sintiendo el frío envolverla, sintiendo el vacío abrirse bajo sus pies.

Ellos habían decidido.

Y ella… Ella tenía que aceptarlo

1
janette zepeda
Excelente
Audrey Rodríguez
Los libros de mafia me han enseñado que la traición se paga con sangre 🔥lo mismo aplica aca 🤬/Angry//Angry//Angry//Angry/
Audrey Rodríguez
Maldito traidor, perro sarnoso ojalá te mueras 😭💔💔💔💔💔
guadalupe puertos alejo
maldito, desgraciado infeliz sebas eres lo peor ,pero si quieres a Astrid deja en paz a emma
Yenyfer Ospino
Maldito Sebastián Emma debes ser fuerte para aguantar y justa a la hora de cobrar
Audrey Rodríguez
Claramente el no esta dispuesto a dejar que ella muera, suficiente que la dejo hacer eso en contra de que el le dijo que no
Audrey Rodríguez
Confio en marcus pero no se si en Sebastián, me cuesta un poco mas
Audrey Rodríguez
Eso es lo malo de estos vínculos 😔💔
Audrey Rodríguez
Pienso que algo esta raro, puede ser brujería 🫢
Audrey Rodríguez
Esooo emma, tu saldras victoriosa 🛐❤️‍🔥
Audrey Rodríguez
Me encanta como piensas emma 🤌
Audrey Rodríguez
Todo fríamente calculado emma, magnífico, pero y que paso con los gemelos 🧐
Audrey Rodríguez
Excelente concejo y es algo que hay que aplicar en ka realidad porque hasta los que dicen ser tus amigos te traicionan 🧐
Audrey Rodríguez
Muy inteligente 🧐👌👌
Audrey Rodríguez
Perfecto emma 🛐
karina
Hasta ahora distinta!
guadalupe puertos alejo
hay que cosas,un consejo que mata,eso es malo.... Emma no te dejes
Isabel Balbuena
ambos son distintos y ambos te aman emma y me da tanto gusto que ambos estén contigo en este proceso de prueba para ganar la guerra y que no te hayan traicionado... que estén ahí para ti
Yenyfer Ospino
Hiciste bien en no confiar en los gemelos y revelar tu poder a ellos Emma siento que son un fiasco
Isabel Balbuena
hay no... parece que esto se le está yendo de las manos a emma y pare e que los los gemelos están actuando encontrá....
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