"Ash, cometí un error y ahora estoy pagando el precio. Guiar a esa alma era una tarea insignificante, pero la llevé al lugar equivocado. Ahora estoy atrapada en este patético cuerpo humano, cumpliendo la misión de Satanás. Pero no me preocupa; una vez que termine, regresaré al infierno para continuar con mi grandiosa existencia de demonio.Tarea fácil para alguien como yo. Aquí no hay espacio para sentimientos, solo estrategias. Así es como opera Dahna." Inspirada en un kdrama. (la jueza del infierno)
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Primera noche
Al llegar a la puerta, Dahna la abrió sin titubear, encontrándose con una habitación tenue y poco iluminada. Una sonrisa se le escapó; era obvio lo que su madre y el padre de Nicolás intentaban lograr con esa cita. Aunque a ella le divertía la idea de frustrarles el plan, decidió que iba a aprovechar la ocasión; después de todo, necesitaba liberar algo de tensión.
Al escuchar la puerta abrirse, Nicolás dejó su copa a un lado y giró hacia el interior de la habitación. La silueta de la joven, de cabello oscuro y postura segura, lo impactó momentáneamente. Sintió algo moverse en su interior, un destello de interés que prefirió ignorar. Sin embargo, respondió con una sonrisa fría.
—No lo puedo creer… la propia Amara en una encerrona.
Dahna lo observó de arriba abajo, sin molestarse en disimular que lo analizaba.
—Pues de los dos hermanos, salí ganando; parece que al menos tú eres el maduro —comentó en tono casual, sin preocuparse por su reacción.
Nicolás soltó una risa seca, tratando de no dejarse llevar por su provocativa actitud.
—Vaya, parece que la fama de las damas de tu familia es tan desinhibida como dicen. No pensé encontrarte en estas circunstancias.
—Da igual, ¿no? Estamos aquí, vamos a lo que vinimos —le replicó Dahna, directa. Antes de que Nicolás pudiera reaccionar, le quitó el saco con una destreza que lo tomó por sorpresa, y en un movimiento audaz, unió sus labios a los de él, con firmeza y sabor a desafío.
Durante unos segundos, Nicolás se sintió fuera de balance, pero pronto reaccionó y se apartó de ella, con una mezcla de desconcierto y enojo.
—No estoy aquí para esto, Amara. Esto es una formalidad, y créeme, no me voy a casar contigo solo porque mis padres lo quieren.
Ella dejó escapar una risa, despreocupada, y se cruzó de brazos.
—¿Casarme contigo? Qué poco me conoces. Ni de broma me casaría con alguien como tú. ¿No te queda claro que solo estoy aquí para divertirme?
Nicolás entrecerró los ojos, evaluando cada palabra de Dahna, y no pudo evitar la curiosidad.
—¿Divertirte, dices? Entonces te equivocaste de noche y de persona.
Dahna se encogió de hombros y se dejó caer sobre la cama, mirándolo con desafío.
—Vaya, y yo que pensé que los Moretty no desaprovechaban este tipo de… oportunidades. ¿O acaso eres gay? —le lanzó, en un tono provocador.
Nicolás cerró los ojos un momento, intentando contenerse. Pero algo en esa actitud descarada de Dahna lo encendió. No iba a permitirle jugar con él y luego escabullirse. Luchando entre la razón y el deseo, dio media vuelta, lanzó el saco al suelo, y en tres pasos se plantó frente a ella. Sin pensarlo más, tomó a Dahna de las muñecas y la acostó completamente en la cama, inmovilizando sus manos sobre su cabeza. La miró a los ojos, con la respiración agitada.
Nicolás observó la sonrisa desafiante de Dahna, sus labios rozando los de él con un descaro que lo encendía. Sin decir nada, respondió con un beso profundo, sujetándola con firmeza mientras sus manos recorrían su cintura. Ella se dejó guiar, aunque sus ojos parecían desafiarlo, como si esperara que él dudara siquiera un segundo.
—¿Esto es lo que querías? —susurró él al separarse apenas, sin dejar de mirarla.
—¿Tú qué crees? —replicó Dahna, mordiéndose el labio mientras sus dedos jugueteaban con los botones de su camisa, deslizándolos con una mezcla de curiosidad y atrevimiento que traicionaba su aparente experiencia.
Nicolás sonrió, atrapando una de sus manos y llevándola a su cuello mientras volvía a besarla, su propio control desmoronándose al sentir la suavidad de su piel bajo sus dedos. La respiración de ambos se aceleraba, y Dahna soltó un suspiro que lo hizo acercarse más, profundizando cada beso, cada caricia. Ella correspondió con más intensidad, sin soltarlo ni dejar de moverse contra él, como si ambos intentaran explorar cada rincón sin importarles el tiempo o el lugar.
—Entonces, ¿no te arrepentirás? —susurró él, con la voz baja y ronca.
—¿Y por qué lo haría? —respondió ella con una sonrisa traviesa, enredando sus piernas con las de él, tomándose el momento para absorber cada sensación, cada susurro.
Con cada segundo, la intensidad entre ambos crecía. Nicolás comenzó a recorrer su piel con sus manos, explorando cada parte de ella, mientras el ritmo de sus respiraciones se aceleraba. El tiempo parecía haberse detenido, como si esa noche no existiera más que para ellos, para explorar el deseo que ardía entre ambos sin ataduras.
—Entonces... ¿eres tan audaz como aparentas? —preguntó él, con un tono grave y ronco que dejó a Dahna sin palabras por un instante.
Ella sonrió de nuevo, atrayéndolo hacia ella con una seguridad que estaba empezando a volverse vulnerable bajo su toque. Sin embargo, no dio señales de retroceder ni un centímetro.
—Descúbrelo tú mismo —le susurró, apenas audible, acercándose hasta susurrar en su oído.
La noche continuó sin que ninguno cediera en intensidad, cada beso más profundo y cada caricia más firme, con una urgencia que dejaba claro que ninguno buscaba compromisos ni futuros, solo el simple y explosivo momento que estaban viviendo.
Ambos quedaron completamente desnudos, mientras continuaban sus besos, Nicolás tomo su pantalón y saco un condón, con sus dientes lo abrió, mientras dahna le besaba su pecho de manera casi colosal. sin mas Nicolás ansioso se coloco el implemento en su virilidad y empujo dentro de dahna.
Nicolás se detuvo por un instante, su respiración entrecortada al sentir algo que no había anticipado. Una barrera, una pequeña resistencia que no correspondía con la seguridad y audacia que Dahna había mostrado hasta ahora. La sorpresa lo invadió, y la miró a los ojos, buscando una explicación en su expresión.
Pero ella no le dio importancia. Dahna, en el cuerpo de Amara, notó la pausa de Nicolás y sonrió con ese toque de descaro que la caracterizaba, sus dedos acariciando su cuello para volver a atraerlo hacia ella.
—¿Qué pasa? —le susurró con voz provocadora—. ¿Te detuviste a mitad del camino?
Nicolás no pudo evitar sentir una mezcla de asombro y dudas. La realidad de lo que acababa de descubrir lo tenía momentáneamente perplejo, pero su mirada la recorrió nuevamente, atrapado en el magnetismo que ejercía sobre él. Sin embargo, Dahna parecía tan despreocupada, tan enfocada en el momento, que lo hizo dudar por un instante si realmente entendía lo que acababa de pasar.
—Tú... —comenzó él, con voz baja y un tono que insinuaba más preguntas de las que podría poner en palabras.
Pero Dahna simplemente lo hizo callar con un beso, profundo y desafiante, sin darle espacio para detenerse. Las pequeñas punzadas de dolor, propias de Amara, parecían casi indiferentes para Dahna, quien estaba claramente enfocada en dejar que el momento fluyera sin ninguna preocupación. Así que Nicolás, aún algo sorprendido, dejó que la intensidad de sus deseos lo volviera a envolver, adaptándose a la situación con una mezcla de cautela y pasión.
Cada movimiento se volvió más lento, más exploratorio, mientras él seguía sus instintos y Dahna no hacía más que animarlo con su seguridad característica. No había más palabras ni pausas, solo la entrega completa en esa primera y única noche sin compromisos, en la que ambos parecían buscar algo fugaz, pero intenso.
ambos continuaron hasta llegar al climax, pero dahna no estaba completamente satisfecha, asi que continuaron durante toda la noche.