Bajo la lluvia es una historia de romance y pasión que surge de un encuentro inesperado. Mariana, marcada por un pasado complicado, conoce a Samuel, un hombre enigmático que despierta en ella emociones olvidadas. Sin embargo, cuando su exnovio reaparece, el amor se ve amenazado por los fantasmas del pasado. Entre secretos, deseo y decisiones, ambos deberán enfrentar lo que realmente significa arriesgarse por amor.
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cap:2
El amanecer se filtraba tímidamente entre las cortinas del apartamento de Mariana, iluminando las sábanas revueltas que aún conservaban el calor de la noche anterior. Ella despertó lentamente, con la sensación de que algo había cambiado irrevocablemente en su vida. Giró la cabeza y lo vio. Samuel dormía a su lado, su rostro sereno, su cabello desordenado, como si fuera parte de ese caos que había irrumpido en su vida con tanta intensidad.
No pudo evitar observarlo por unos instantes. La noche pasada había sido más que física; había sentido una conexión que no recordaba haber tenido nunca con alguien. Su piel aún hormigueaba al recordar sus caricias, y su pecho se llenaba de un extraño temor. Era demasiado pronto para todo esto, ¿o no?
Samuel abrió los ojos lentamente, y al verla sonrió.
—Buenos días —dijo, su voz ronca y cálida.
—Buenos días —respondió Mariana, con una sonrisa nerviosa.
—¿Todo bien? —preguntó él, percibiendo su inquietud.
Mariana asintió, aunque por dentro las dudas comenzaban a asaltarla. Apenas conocía a este hombre y ya había cruzado una línea que no solía atravesar. Sin embargo, algo en él la hacía querer arriesgarse, querer más.
—Te prepararía el desayuno, pero no estoy segura de tener algo más que café —dijo ella, levantándose y envolviéndose en una sábana.
Samuel la observó mientras caminaba hacia la cocina, admirando la naturalidad con la que su cuerpo se movía, su cabello despeinado, su rostro sin maquillaje. Era hermosa, y lo sabía.
—El café será perfecto —respondió, poniéndose de pie para seguirla.
Mientras Mariana preparaba dos tazas, él se acercó por detrás y rodeó su cintura con sus brazos, apoyando el mentón en su hombro. Ella se tensó al principio, pero luego se relajó al sentir el calor de su cuerpo contra el suyo.
—¿Qué estás pensando? —preguntó él, con una voz que parecía desarmarla.
—Que esto es... raro —confesó ella, apartándose suavemente para mirarlo a los ojos.
—¿Raro malo o raro bueno? —preguntó él, una sonrisa ladeada apareciendo en su rostro.
—No lo sé —respondió Mariana, encogiéndose de hombros.
Samuel la miró con intensidad, y luego tomó su rostro entre sus manos.
—Escucha, sé que todo esto parece demasiado rápido, pero no puedo ignorar lo que siento. Hay algo en ti, Mariana, algo que me hace querer quedarme.
Ella lo miró fijamente, intentando leer más allá de sus palabras. Quería creerle, pero el miedo a salir herida estaba ahí, acechándola.
—No quiero prometerte nada que no pueda cumplir —dijo finalmente—. Soy complicada. Mi vida es un caos.
—Entonces será un caos que quiero compartir —respondió Samuel sin titubear.
El silencio que siguió fue interrumpido por el sonido de su teléfono vibrando en la mesa. Mariana lo tomó y frunció el ceño al ver el nombre en la pantalla: "Pablo". Era su exnovio, el hombre que había dejado su vida patas arriba hacía apenas seis meses.
Samuel notó el cambio en su expresión.
—¿Quién es?
—Nadie importante —respondió Mariana, rechazando la llamada. Pero en su interior, la ansiedad comenzaba a crecer. Pablo nunca la llamaba sin razón, y aunque había intentado pasar página, sabía que su sombra seguía presente.
Samuel no insistió, pero pudo percibir la distancia que se estaba creando entre ellos. Algo no estaba bien, y lo sabía.
—¿Quieres hablar de ello? —preguntó finalmente, con calma.
—No es nada, en serio —insistió ella, aunque sabía que mentía.
Samuel la tomó de la mano, atrayéndola hacia él.
—Mariana, si vamos a intentar algo, lo que sea, quiero que sea real. Sin fantasmas, sin secretos.
Ella lo miró, sintiendo que la sinceridad de sus palabras la desarmaba una vez más. Pero justo cuando iba a responder, su teléfono volvió a vibrar, como si el pasado estuviera decidido a irrumpir en su presente.
Mariana sabía que tenía que enfrentarlo, pero no estaba segura de si estaba lista para que Samuel conociera esa parte de su vida.