Invencible Amor

Roxanne quedó de piedra al ver a su jefe, Francisco Moretti apoyado en su cubículo con una sonrisa enorme y vibrante. Tragó con fuerza por el miedo que sentía, sabía que solo había una razón para que hablara con ella, todavía no confiaba en que no dijera lo que vio en la sala de reuniones y ahora planea actuar. Roxanne ocultó su pánico tras una sonrisa alegre, un semblante tranquilo mientras apretaba las manos debajo de sus escritorio, no podía ignorarlo, con una voz dulce le contestó. 

–Señor Moretti, buenos días, ¿En que puedo ayudarlo? – Aunque lucía tranquila se estaba muriendo de los nervios.

– Quisiera que recibieras esto de mi parte– de inmediato sacó del brazo que escondía un ramo de rosas rojas y se las entregó a Roxanne. 

Roxanne quedó desconcertada y boquiabierta, recibió las rosas con una sonrisa incómoda y extrañada. No sabia como reaccionar o qué hacer, no se esperaba para nada esto. 

– Gracias señor ¿Pero por qué…? – Roxanne dejo de hablar en cuanto Francisco acerco su rostro al suyo quedando frente a frente, se acercó tanto que podía oler su perfume.

– Las vi y recordé tu hermoso cabello– dijo con tono seductor– Nos vemos más tarde – dijo mientras guiñaba un ojo y salía de la oficina. 

Roxanne se quedó sin palabras y más confundida que antes, estaba incrédula de lo que acababa de pasar, era la primera vez que ellos hablaban desde la reunión en la oficina de Francisco, no habían cruzado palabra ni se habían visto. 

Toda la oficina estaba completamente en silencio, anonadados ante lo que acababa de ocurrir,  Francisco jamás pasa desapercibido en ninguna parte de la empresa y esta vez no fue la excepción, todos los persiguieron con la mirada desde que entró a la oficina y quedaron en shock cuando se acercó a Roxanne. Como pólvora la noticia de que Francisco estaba interesado en Roxanne se esparció por toda la empresa, en un solo día todos escucharon el rumor de la mujer codiciosa que había seducido al heredero de la familia Moretti para hacerse con su fortuna. 

Roxanne no sabía donde meter la cabeza cuando las personas la miraban y señalaban mientras susurraban sobre ella, se sentía muy incómoda por la situación, decidió que era mejor aclarar todo esto con el Francisco antes de que los rumores se hicieran incontrolables.

A la mañana siguiente en el trabajo Roxanne se dirigió a la oficina de Francisco para hablar con él pero lo encontró en el ascensor durante el camino. 

– Señor Francisco necesito hablar con usted– dijo determinada pero al mismo tiempo nerviosa– Es sobre.. lo que pasó el otro dia en la oficina, las rosas –

– ¿No te gustaron las rosas? No te preocupes puedo conseguirte algo más brillante– Dijo él sin mirarla mientras apretaba los botones del ascensor– 

– No, no, no, las flores fueron muy hermosas, lo que quiero decir es que no tiene porque hacer esta clases de cosas, cumpliré con mi palabra señor. — dijo con seguridad. 

El ascensor siguió su marcha hacia los pisos superiores, Francisco escuchaba tranquilo el monólogo de Roxanne mientras miraba el número de piso cambiar cuando estaba por llegar a su destino se giró hasta Roxanne y la miró con ojos pícaros.

–Creo que todas las mujeres hermosas merecen recibir flores de vez en cuando – Mientras hablaba tomó la mano de Roxanne y se la acercó lentamente a su cara – Usted es una mujer muy bella señorita Salvatore–  procedió a besar su mano con ternura y de inmediato se abrió la puerta del ascensor dejando ver a todas las personas que esperaban para subirse. 

Roxanne quedó en shock al ver a la cantidad de gente que se encontraba afuera, todos en estado de asombro, con los ojos bien abiertos y la mandíbula caída mirando a Francisco con Roxanne, confirmando para ellos los rumores sobre su relación. 

-Nos vemos más tarde– dijo con familiaridad y salió del ascensor tranquilo. 

Roxanne se quedó parada allí sin saber a dónde mirar o ir con tal cantidad de gente que tenía enfrente suyo, la miraban con asombro y aun boquiabiertos, que tampoco sabían si debían subirse al ascensor o esperar por otro. Por la vergüenza que sentía, Roxanne, decidió bajarse del ascensor con la mirada clavada en el piso y la cara roja, se dirigió a trote hasta las escaleras y bajó por ellas hasta su oficina. Cuando se sentó en su escritorio, sintió las miradas punzantes de sus compañeros clavadas en ella, algunas eran de asombro, otras de enojo y algunas de envidia, Roxanne de inmediato se tiró de lleno en su trabajo para olvidarse de todo pero sentía un fuerte dolor de cabeza provocado por tanto estrés en poco tiempo. En el momento en que más paz buscaba aprecio un cartero buscándola sus compañeros la guiaron hasta su lugar.

– ¿Roxanne Salvatore?–

–Si, soy yo– dijo confundida–

–Tengo una entrega especial para usted– dijo entregando una pequeña caja roja adornada con un listón– Es enviada por el Señor Francisco Moretti, firme aquí por favor–

 Roxanne quedó boquiabierta al ver que Francisco le había hecho llevar chocolates hasta la oficina, su cara se puso el  doble de roja por el enojo, no estaba entiendo para nada las actitudes de este hombre. ¿Quería seducirla para hacerle creer que no vio nada? ¿Quería enamorarla para que no dijera nada?  no lo sabía, necesitaba hablar con él de forma urgente. Roxanne se contactó con su niñera de respaldo para que cuidara a sus hijos hasta que ella volviera a casa porque pensaba quedarse lo necesario para hablar con Francisco, lo esperó a la hora de la salida en el estacionamiento y lo increpó apenas salió del edificio. 

–¿Disculpe? ¿Señor Moretti? – dijo mientras iba detrás de él. 

– ¡Ah! Roxanne que bueno verte aquí – dijo mientras caminaba hasta su auto.

–Señor Moretti necesito hablar en privado con usted– decía mientras caminaba a su lado. 

– ¿En serio? me encantaría, vamos a mi restaurante favorito para hablar, yo invito– Abrió la puerta de su auto y miro a Roxanne– ¿Quieres que te lleve? – dijo guiñando un ojo. 

–No.. ire en mi auto–  Dijo incomoda, corrió hasta su auto y lo siguió en el. 

Francisco condujo hasta un restaurante de cinco estrellas, un restaurante de lujo que era frecuentado por ricos y famosos, Roxanne conocía perfectamente ese lugar, le traía muchos recuerdos. Ambos se bajaron al mismo tiempo de sus respectivos autos, Roxanne se colocó a su lado a una distancia decente pero Francisco se acercó mucho más y la tomó por la espalda mientras caminaba, lo que la tomó por sorpresa. 

–¡Seños Moretti! – exclamó incómoda mientras se alejaba de Francisco.

–Lo siento es la costumbre– Dijo con una sonrisa pícara.

Roxanne quedó incómoda pero siguió el camino porque le parecía importante hablar sobre la actitud que estaba teniendo.