Todos amamos de distintas maneras.
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Capítulo 10
Luna se levantó temprano la mañana siguiente, como era de costumbre, tenía muchas cosas que organizar, muchos pendientes antes de irse a la universidad, pero su mente estaba en otro lugar. El beso de Christopher todavía resonaba en su mejilla, y como era de costumbre últimamente, no podía dejar de pensar en él.
Bajó corriendo a la cocina para desayunar y se encontró con toda su familia en el lugar.
—¿Cómo estás?—Preguntó a su madre besando su frente. —No te hemos visto mucho últimamente.
—Estoy bien gracias.—Respondió Luna, aceptando la tasa de té que su madre le ofrecía. —Estoy muy ocupada últimamente, ya saben el trabajo, la universidad.
—¿Quién te trajo a casa anoche?—Quiso saber el menor de sus hermanos, con una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro. —Te vi llegar en un auto. —El padre de Luna casi se ahogó con el café al escuchar esto.
—No sé de qué hablan.— Soltó ella tajante. —No tengo mucho más tiempo tengo que irme.—Solo le dio un sorbo a su taza de té y se levantó de su asiento, iba a matar a sus hermanos.
—Que tengas un buen día. —Dijo su padre. —Y luego hablaremos de esto.— Luna rodó los ojos, y se marchó al lugar lo más rápido posible, no tenía ganas de tener conversaciones incómodas temprano en la mañana.
Ya en la universidad, pasó todas sus clases en una nebulosa, con Christopher ocupando todos y cada uno de sus pensamientos, como si hubiera tomado residencia permanente en su cerebro. Cada palabra, cada gesto, cada mirada suya se reproducía en su mente como un bucle sin fin. Se estaba volviendo completamente loca.
Mientras el profesor hablaba, Luna se imaginaba caminando junto a Christopher por cualquier parte del mundo, riendo y charlando como si fueran una pareja, se veía a sí misma sentada a su lado, incluso se atrevió a imaginarlo besándola, con pasión y desesperación.
Su mente era un torbellino de escenarios posibles, cada uno más emocionante que el anterior, se preguntaba qué sería de ellos, si podrían ser algo más que una simple atracción. La idea de estar cerca de él, de sentir su calor y su sonrisa, la hacían sentir viva.
Pero la realidad la golpeó cuando sonó la campana, anunciando el fin de la clase. Luna se levantó, confundida y desconectada, como si hubiera estado en un sueño todo ese tiempo. Se sintió ridícula.
—¿Qué te pasa?—Se preguntó en voz baja a sí misma, mientras recogía sus cosas.— Estas perdiendo la cabeza por alguien, lo estás idealizando demasiado, y vas a salir lastimada. —Se regañó.
Pero no podía evitarlo. Christopher había ocupado su mente y su corazón, y no sabía cómo sacarlo de allí.
—¿Será que hoy también me está esperando afuera?— Se preguntó, ignorando completamente lo que hacia segundos se habia dicho.
Terminó de guardar sus cosas, y salió casi corriendo del lugar. Al llegar afuera, Luna se detuvo un momento, esperando ver a Christopher, pero no estaba, la esperanza se desvaneció en cuestión de solo segundos. Se encogió de hombros y siguió su camino, todavía podía verlo en el café.
Ya en el trabajo, como ella lo esperaba, se encontró con Christopher de nuevo, pero para su sorpresa, esta vez, él la ignoró por completo. Ni siquiera la miró cuando entró al lugar.
—Luna ahí llegó tu cliente.—Dijo su amiga, mientras comenzaba a preparar un pedido. —Ve a tomar su pedido.
—Um si, está bien. —Luna tomó su libreta y se dirigió a su mesa.
Los amigos de Christopher se quedaron en silencio cuando Luna llegó al lugar, y ella tuvo una mala sensación en su estómago, algo le decía que no todo estaba bien, y que la razón era ella.
—Buenas tardes ¿Puedo tomar su pedido?—Preguntó, mirando de reojo a Christopher, pero el parecía mirar algún punto en la pared de enfrente. Sus amigos ordenaron, de forma tranquila y ordenada, lo que no era muy habitual en ellos. —Chris ¿Puedo tomar tú pedido?— Preguntó Luna, con una voz a penas audible.
—Solo un café negro, sin azúcar por favor. —Pidió, sin siquiera mirarla.
Luna se sintió como si hubiera sido golpeada en el estómago. ¿Por qué la estaba ignorando? Se sintió confundida y herida.
—En seguida se los traigo. —Dijo, conteniendo las ganas de echarse a llorar de la vergüenza que estaba sintiendo.
Por suerte su amiga, había visto la escena y prefirió ser ella la que siguiera atendiendo su mesa.
Al cabo de unos minutos, cuando Christopher se levantó y se fue, sin sus amigos, Luna se quedó con la sensación de que algo había cambiado. En su cabeza se preguntaba una y otra vez cual había sido la razón de este cambio tan repentino, pero por más que pensaba y pensaba, nada se le ocurría.
Después del trabajo, Luna salió con la esperanza de que Christopher la estuviera esperando afuera, pero no estaba.
—Yo no sé que fue lo que pasó.—Le dijo a su amiga. La noche anterior parecía un sueño lejano, y la realidad era cruel. Christopher la había ignorado, y ella no sabía por qué. —¿Lo habré hecho enfadar con algo?
—No te hagas ideas que no son, todos se veían serios, capaz tiene algún problema. —Camila intento darle calma. —Podrías llamarlo y preguntarle.
—No tengo su número, le dí el mío anoche, pero él aún no me ha escrito. —Respondió, sin mirar a su amiga, no quería miradas de compasión. —Me iré a casa, mañana tengo muchas cosas que hacer.
—Esta bien. —Ambas amigas se despidieron, y Luna se fue a su casa con el corazón pesado, como si llevara una carga invisible que no podía soltar, la indiferencia de Christopher la había golpeado con fuerza, dejándola casi sin aliento, le dolía la panza de tristeza y nervios. La incertidumbre la consumía, preguntándose una y otra vez qué había hecho mal, por qué él la había ignorado de esa manera.
Cada paso que Luna daba hacia su casa parecía llevarla más lejos de la esperanza, y cada vez más cerca de la desilusión. Se sentía vulnerable, expuesta, como si hubiera dejado su corazón desnudo y Christopher lo hubiera pisoteado sin siquiera importarle lo que ella sintiera.
Al cerrar la puerta de su habitación, Luna se permitió sentirse mas pequeñita de lo normal, se tiró en su cama y abrazó su almohada, pero no lloró, porque se habia prometido a si misma que no lo haría por ningún hombre.