En la mágica isla de Santorini, Dylan Fletcher y su esposa Helena sufren un trágico accidente al caer su automóvil al mar, dejando a Dylan ciego y con las gemelas de un año, Marina y Meredith, huérfanas de madre. La joven sirena Bellerose, que había presenciado el accidente, logra salvar a las niñas y a Dylan, pero al regresar por Helena, esta se ahoga.
Diez años después, las gemelas, al ver a su padre consumido por la tristeza, piden un deseo en su décimo cumpleaños: una madre dulce para ellas y una esposa digna para su padre. Como resultado de su deseo, Bellerose se convierte en humana, adquiriendo piernas y perdiendo su capacidad de respirar bajo el agua. Encontrada por una pareja de pescadores, se integra en la comunidad de Santorini sin recordar su vida anterior.
Con el tiempo, Bellerose, Dylan y sus hijas gemelas se cruzarán de nuevo, dando paso a una historia de amor, segundas oportunidades y la magia de los deseos cumplidos.
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Salvadas por la campana.
Las niñas estaban nerviosas, y no saben si su plan va a funcionar.
*Unos días antes del aniversario
El sol se alzabó lentamente sobre los jardines de la mansión, pintando de oro y rosa los altos árboles y las flores que se extendían por el terreno. El aire fresco de la mañana filtraba suavemente a través de las ventanas abiertas del segundo piso, donde la habitación secreta de Bellerose permanecía en silencio. Las gemelas, que acababan de levantarse, se vestían rápidamente para sus primeras clases del año. Las vacaciones de verano se habían ido, y con ellas los largos días de aventuras y secretos compartidos. Ahora regresaban a la rutina escolar, aunque sus corazones seguían ocupados por pensamientos más importantes: Bellerose.
Meredith y Marina se aseguraron de que todo estuviera listo para que la sirena pudiera quedarse en su habitación de manera segura durante el día, sin llamar la atención. No querían que nadie, ni siquiera los miembros del personal de la mansión, descubrieran que la sirena estaba allí. A pesar de los cuidados de la señora Collins y Samuel, la mansión era grande, y era fácil pasar desapercibida si uno sabía cómo hacerlo.
Antes de salir hacia sus clases, las gemelas subieron a la habitación donde Bellerose había estado todo el verano. La puerta estaba ligeramente entreabierta, y una brisa cálida entraba por las rendijas de las ventanas. En el interior, Bellerose se encontraba sentada en una silla frente a la ventana, observando el jardín. Aunque ya no tenía las piernas de sirena, la transformación en humana había sido mucho más difícil de lo que las gemelas esperaban, pero su agradecimiento y su valentía seguían siendo evidentes. A pesar de las limitaciones, Bellerose había comenzado a adaptarse al nuevo mundo que las gemelas le mostraban.
Las niñas entraron y la saludaron con sonrisas brillantes. Bellerose las miró y las saludó tímidamente, pero su rostro seguía iluminado por una mezcla de curiosidad y gratitud.
—¡Buenos días, Bellerose! —dijo Meredith, levantando la canasta que llevaba en las manos—. Hoy es el primer día de clases, pero tenemos todo preparado para ti.
Marina asintió con entusiasmo mientras abría la puerta completamente y entraba con su mochila.
—No te preocupes, Bellerose, todo va a estar bien. Te vamos a dejar con bastante comida y algunas cosas para que puedas hacer mientras nosotras estamos en la escuela.
Bellerose sonrió levemente y asintió, aunque su mirada parecía algo preocupada. No entendía completamente cómo funcionaban las cosas en este mundo humano, pero confiaba en las gemelas, que siempre la habían tratado con ternura y paciencia.
Meredith se acercó a la mesa junto a la ventana, donde había colocado una canasta de mimbre. Dentro había un surtido de frutas frescas, panecillos, jugos naturales y agua.
—Aquí tienes todo lo que puedas necesitar, Bellerose. La canasta está llena de cosas que puedes comer. Hicimos que Rosalía las preparara para ti, así que está todo bien hecho. No tendrás que moverte de la habitación, todo lo que necesitas está aquí —explicó Meredith, mientras acomodaba las piezas con cuidado.
Marina también se acercó y, con una sonrisa traviesa, dejó sobre la mesa dos cosas más: su tableta y su iPod.
—Y aquí tienes, esto es el iPod con los audífonos. He puesto algo de música en él, para que puedas escucharla mientras te relajas. Meredith también dejó hilo para que puedas tejer. Solo sigue el patrón que te enseñamos —dijo Marina mientras pasaba la tableta hacia ella.
Bellerose miró los objetos con una mezcla de fascinación y curiosidad, especialmente el iPod. Aunque la tecnología humana era un misterio para ella, las gemelas se aseguraron de explicarle cómo usarlo antes de irse.
—Esto te ayudará a aprender a usarlo —dijo Meredith mientras encendía la tableta y la colocaba en las manos de Bellerose—. Te enseñaré a buscar tutoriales de tejido. Hay uno en la aplicación de Youloke que te puede gustar.
Bellerose tocó la tableta con los dedos, casi con cautela, como si temiera que pudiera romperla.
—¿Puedo ver todo esto... sola? —preguntó con su suave voz, mirando a las gemelas con algo de temor.
—Sí, por supuesto —respondió Marina, tomando una profunda respiración antes de continuar—. Pero recuerda, "no salgas de esta habitación". Nadie debe verte. Las ventanas están cerradas, pero mantén todo cerrado, ¿de acuerdo? Si necesitas algo, solo marca este número en este celular. Nosotras volveremos en cuanto terminemos las clases.
Meredith y Marina intercambiaron una mirada cómplice antes de volver a sonreírle a Bellerose, quienes ya estaban algo nerviosas por dejarla sola. Pero confiaban en que Bellerose seguiría sus instrucciones. Habían hablado muchas veces con ella sobre cómo evitar llamar la atención de los sirvientes y de su padre, Dylan. Aunque Bellerose ya no era una sirena, aún se sentía algo diferente, y las gemelas querían que se mantuviera oculta hasta que estuvieran listas para contarle la verdad a su padre.
—Está bien, Bellerose, te dejamos todo lo que necesitas. Solo... ten cuidado —añadió Meredith, como una última advertencia antes de salir por la puerta—. Y... si te sientes triste o confundida, no dudes en usar el iPod para escuchar algo bonito. La música siempre ayuda.
Bellerose sonrió con una expresión de sincero agradecimiento. Aunque la habitación se sentía extraña para ella, ahora era su refugio, su lugar seguro. Ella sabía que las gemelas tenían razón: no podía salir, al menos por ahora. No hasta que supieran más sobre cómo manejar su nueva vida.
—Gracias... —dijo, casi en un susurro. —Voy a cuidar todo. Prometido.
Las gemelas la miraron por un instante más antes de salir, dejando la puerta entreabierta para que no se sintiera completamente sola. Mientras ellas se alejaban por los pasillos, con las mochilas colgadas y las risas nerviosas del primer día de clases, Bellerose se quedó allí, en su habitación, rodeada de los regalos y las pequeñas instrucciones que las niñas le habían dejado. La canasta de frutas, el iPod con música, la tableta y los hilos para tejer... Todos pequeños detalles que, aunque sencillos, representaban la calidez y el cariño de las gemelas.
A medida que Bellerose comenzaba a explorar la tableta y a escuchar la música en el iPod, sintió una extraña calma en su corazón. Sabía que todo había cambiado para siempre. Aunque su vida como sirena ya era un recuerdo lejano, la magia de estar con las gemelas, de ser parte de su mundo, le ofrecía una nueva forma de esperanza. No sabía qué depararía el futuro, pero por ahora, tenía lo que más necesitaba: un lugar donde sentirse segura.
Con la ventana ligeramente abierta, Bellerose observó el paisaje de la mansión mientras se sumergía en la música, el sonido suave de las olas mezclándose con los acordes de las canciones. Durante un momento, olvidó por completo que estaba en un lugar extraño, que su cuerpo ya no era el mismo. Solo existía la conexión con las gemelas y la pequeña chispa de magia que aún brillaba en su interior. Y, por ahora, eso era suficiente.
Mientras tanto, en la mansión, las gemelas salían al jardín y miraban hacia atrás, pensando en la sirena que, por ahora, seguiría esperando pacientemente a que el destino las guiara.
Me encanta tu novela
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