Desconocido

Llego el día que Dante le diría todo. Porque él quería acercarse más a Rocío, pero necesitaba que ella supiera la verdad.

Cuando Dante pasó a recoger a Rocío a su casa, le llevo un ramo de claveles. Sabía que a ella le gustaban mucho más que las rosas. Rocío se subió al carro, venía vestida con una camiseta, unos pantalones cortos gruesos, zapatillas. Siempre lucia espectacular en los ojos de Dante.

- Hola! ¿Qué tal?

- Mira en la parte atrás del asiento, hay un pequeño bolso. Saca lo que está adentro es un pequeño regalo.

- Que bellos claveles. ¡Me encantan!

- Son para ti. Tengo algo que decirte. Espero que esto no dañe nuestra relación y podamos avanzar tú y yo. Cuando lleguemos a un lugar me gustaría que te taparas los ojos. Cuando lleguemos al sitio quiero que me digas lo que piensas. De ante mano, me disculpo. En realidad quiero que sepas esto antes de lo que quiero yo decirte.

- ¿Por qué estás tan serio?

- No puedo decirte nada, solo no pienses que te estoy secuestrando o algo así.

Dante se río nervioso.

- No espero eso de ti, llevo mucho conociéndote.

- El camino será largo, espero que disfrutes la vista.

Cuando iban por el camino, ella sintió que conocía o había visto esa carretera, pero no le tomo importancia.

- Haremos una parada antes de llegar. Quiero mostrarte algo.

Se bajaron en un balcón que tenía una hermosa vista, se podía observar las montañas a la lejanía y en la parte baja un arroyo qué fluía de la montaña. Era una tarde hermosa, la brisa, los pájaros cantando, el sonido de los árboles. Todo era relajante y hermoso.

- Quiero que te pongas esto en los ojos.

- ¿Debo cubrirme en estos momentos mis ojos?

- Sí, por favor.

Rocío se tapó los ojos, y la guio de nuevo al carro.

Siguió conduciendo por el camino y poco a poco la velocidad del carro iba disminuyendo.

- Estamos cerca de llegar.

- Me di cuenta de que el carro bajo la velocidad. Huele muy bien.

- Son los pinos que aromatizan la montaña.

- Estoy emocionada, pero también estoy preocupada

- No sé que pienses de mí, no tienes que decírmelo ahora, yo también tengo algo que decirte, pero no puedo si te sigo ocultando lo que sabrás ahora.

- Espero que no sea tan grave.

- Yo también espero que esto no dañe nuestra relación.

Dante detuvo el carro, suspiro profundamente y se dirigió a abrir la puerta para Rocío. La guio adentro de la cabaña.

La noche anterior había estado hablando con Jean, y le había contado lo que había sucedido. Lo que él le contesto que era lo mejor que ella supiera por qué es mejor la verdad que ocultarla. Para una relación sana eso era importante.

Dante pasó pensando toda la semana en como se lo diría a Rocío. Sabía que lo mejor era mostrárselo porque explicarlo sería mal difícil para él, y probablemente se lo tomaría muy mal.

Él era consciente que llevarla ahí, era un riesgo que tenía que correr.

- Dante le destapó los ojos y Rocío...