En un mundo lleno de magia, Aarón es un joven que vive en un pequeño pueblo con su familia, el solo desea tener una vida como la de sus padres, encontrar a una mujer a la cual amar y que lo ame y tener una hermosa familia, ya que si bien ellos no son ricos, ni viven en grandes mansiones, tienen lo suficiente para vivir una buena vida y ser felices, pero todos sus planes cambian cuando descubre que él es el portador de un poder antiguo y que sus destino esta entrelazado al de otras tres personas, quienes juntos deberán salvar su mundo del dios Daotan, un dios maligno que solo busca el dolor y la muerte de todos los seres vivos.
En el camino por dominar sus nuevos poderes y comprender su nuevo papel, Aarón descubrirá que el amor no está descartado de su vida y talvez sea ella a quien necesité para poder lograr su destino.
Esta es la primera historia de la tetralogía Los 4 Guerreros de los Elementos
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Capítulo 20
AARON
La verdad me sorprendió un poco la pregunta de Ila, pero al saber sus razones, entiendo mejor su curiosidad, y es que tiene razón, no es algo común que las personas provenientes de aldeas pequeñas como la mía sepan leer o escribir, comúnmente solo la familia del jefe tiene esos conocimientos.
- Mi abuela le enseño a mi madre, y a mi padre a leer y escribir cuando eran niños, así como algunas otras cosas que ella aprendió de joven, y mis padres decidieron enseñarnos tanto a Afra como a mí a medida que crecíamos – le contesto
- Y a tu abuela ¿quién le enseño? – me pregunta, y puedo ver que en verdad está interesada en lo que digo, eso es algo que me gusta de ella, Ila no solo habla por hablar, y tampoco pregunta por preguntar, cuando ella inicia una conversación es porque realmente está interesada, no es alguien hipócrita que inicia una conversación y luego te ignora por qué perdió el interés.
- Mi bisabuelo, él le enseñó, verá mi abuela no nació en la aldea, ella vivía una pequeña ciudad, que también se encuentra en el territorio del duque Kasar, ella era la hija de un médico muy reconocido, por lo que él le enseñó todo lo que sabía a mi abuela, con la esperanza de que ella siguiera con su trabajo, antes mi abuelo era uno de los encargados, junto con otros 3 hombres, de ir a vender a aquella ciudad lo que se cultivaba en la aldea, allí conoció a mi abuela y se enamoraron, la cortejaba en cada oportunidad que tenía, pidiendo su mano en matrimonio después de 2 años de conocerse – le comienzo a contar
- Y ¿por qué, si tu abuela, que tenía un futuro tan próspero en la ciudad, se mudó con tu abuelo a la aldea? – me pregunta Ila
- En un principio sería mi abuelo quien se mudaría, pero todo cambio cuando un marqués se encaprichó con mi abuela, él estaba empecinado en hacerla su amante, puesto que él ya era casado, ante el constante rechazo de mi abuela, este fue a ver a mi bisabuelo para que obligara a mi abuela a aceptar su trato, amenazándolo, puesto que presumía de tener amistad con el duque, obviamente mi bisabuelo no estuvo de acuerdo, por lo que este marqués lo amenazo, ya que quería a mi abuela para él, es por eso que mi bisabuelo dejo la ciudad y se fue a otro lugar, pero sabía que el marqués podría seguirlo e ir por mi abuela, por lo que para evitar que la encontrara, él fingió que su hija se iba con él, mientras que mi abuela se fue con mi abuelo, a la aldea, esperando que allí no la encontrara, pocos días después de su llegada, ambos se casaron – le termino de contar.
- Ese es un desgraciado, de casualidad, ¿sabes el nombre de la familia de ese marqués? – me pregunta, muy enojada.
- No, mi abuela nunca no nos dijo, creo que le duele recordar a quien la separó de su padre – le contestó, ya que después de eso, mi abuela le perdió la pista, puesto que para protegerla, mi bisabuelo nunca le dijo a dónde se fue.
- Y ¿Qué paso con tu abuelo? – me pregunta
- Murió, cuando tenía 10 años, el enfermo, y bueno, ya no se recuperó. Mi madre y mi abuela hicieron de todo para intentar curarlo, pero nada funcionó, falleció al poco tiempo – le cuento, y no puedo evitar sentirme triste, yo era muy apegado a él, y me dolió mucho su partida.
- Siento oír eso – me dice, mientras se incorpora y me coloca una mano en la espalda para consolarme.
- Fue muy duro, pero quiero creer que está en un mejor lugar, ahora – le digo, mientras yo también me incorporo.
- Y ¿Qué hay de ti?, ¿Dónde están tus abuelos? – le pregunto, ya que recordar a mi abuelo siempre me pone algo triste, por lo que sé que me hará bien cambiar el rumbo de la conversación.
- Están en el palacio de verano de la familia, cuando decidieron darle el trono a mis padres, ambos se fueron a descansar, solo vienen en eventos importantes, por lo que casi no los veo – me dice y una vez más puedo notar la gran diferencia que hay entre nosotros, y aunque algunas personas pueden verlo como un obstáculo, a mí me gusta verlo como una oportunidad para enriquecer nuestra relación, al tener experiencia tan distintas.
- ¿eres unida a ellos? – le pregunto
- No mucho, a diferencia de mis padres, ellos se esforzaron por ser buenos reyes, pero no buenos padres, ni mucho menos buenos abuelos, no voy a decir que no me quieren, o que yo no los quiero, porque sé que ellos me aman, y aman a mi padre, solo que para ellos el reino siempre fue primero, y a diferencia de mis padres, ellos no supieron encontrar un equilibrio, siempre fueron algo distantes, pero cuando es necesario, pueden demostrar lo mucho que me quieren – me cuenta.
Por un momento temo estar incomodándola con mis preguntas, pero al verla a los ojos puedo darme cuenta de que no es así, algo que me alegra, ya que, a pesar de que somos prácticamente desconocidos, todo apunta a que ella se siente tan cómoda conmigo, como yo con ella.
Estuvimos hablando un rato más, pero al final nos vimos obligados a despedirnos, puesto que era la hora de comer, y bueno, yo lo necesitaba, por el hecho de que después empezaba mi entrenamiento, y si quería rendir, necesitaba batería.
Salí rumbo al palacio que nos habían asignado y allí me encontré a mi abuela bebiendo un poco de jugo junto con Violeta y Afra, de esta última sus clases terminaron antes que las mías.
- Hola, abuela, hola, pequeña – saludó a mi hermana y a mi abuela con un abrazo y un beso – es un placer verla señorita Violeta – saludó a la única de las criadas que decidió quedarse con nosotros.
Por lo que me dijo mi abuela, entre ella y Violeta se repartieron las labores más esenciales, las demás se tendrían que hacer hasta que abandonáramos el palacio, aunque en verdad no era mucho lo que tenían que hacer, puesto que cada uno se encargaba de su propia habitación, por lo que solo se encargaban de las habitaciones que más usábamos, las cuales no eras muchas, y por supuesto de la comida.
- El placer es mío, joven Aaron – me saluda con una leve reverencia.
- ¿Mamá y papá, aún no llegan? – le preguntó a mi abuela al no verlos por ningún lado.
- No, aún no, la comida ya está casi lista, por lo que no creo que tarden, así que Aaron, ve a poner la mesa para todos, y Violeta, cariño, nada de no compartir la mesa con nosotros – le dice mi abuela, a lo que la chica se sonroja.
- Sí, señora – le dice, a lo que mi abuela levanta una ceja y ella se corrige – Ersa
Con ayuda de Violeta, quien insistió en ayudarme, puse la mesa, y ya casi estábamos terminando cuando mis padres llegaron, ambos lucían cansados y a la vez satisfechos, por lo que asumí que les había ido bien.
La comida fue tranquila, aunque debido a la presencia de Violeta, ni mi padre ni yo pudimos quitarnos aquellos que nos ocultaba, la comida fue muy agradable, Violeta se había ganado el cariño de todos por sus valores, en particular de mi abuela, con quien más tiempo había pasado, aún era muy pronto para saber si podíamos confiar en ella por completo o no, pero algo en mí sentía que sería así, pero eso solo el tiempo no nos podrá asegurar.