Mi Ángel

El amanecer se filtraba a través de las ventanas rotas de la fortaleza oculta, proyectando haces de luz dorada que atravesaban la penumbra. Sin embargo, a pesar de la belleza del nuevo día, una atmósfera tensa y cargada se mantenía en el aire. Liana, Kael y Valen se encontraban en el salón principal, rodeados de las viejas reliquias y artefactos de la fortaleza. El enfrentamiento interno que habían experimentado en la última noche había dejado cicatrices visibles en su espíritu, pero también había revelado un nuevo propósito: confrontar la creciente amenaza que se manifestaba tanto en sus corazones como en el mundo que los rodeaba.

Liana se acercó a una de las antiguas vitrinas, donde las sombras parecían bailar con la luz que penetraba desde fuera. Sus ojos se detuvieron en un espejo antiguo, su superficie oscura y agrietada, que parecía absorber la luz en lugar de reflejarla. La imagen que veía en el espejo parecía distorsionada, una mezcla de luces y sombras que jugaban con sus miedos más profundos.

Kael entró en la sala con un mapa antiguo en las manos, sus ojos cargados de preocupación. Se detuvo junto a Liana, observando el espejo con una expresión indecisa.

—Lo que estamos buscando debe estar aquí, en algún lugar —dijo Kael, su voz cargada de una mezcla de determinación y desesperación—. Pero el mapa solo nos ha llevado hasta este lugar, y ahora nos enfrentamos a un nuevo desafío: encontrar la manera de encender la luz en medio de la oscuridad que nos rodea.

Valen se acercó, su presencia imponente y su mirada fija en el espejo antiguo. La sombra que se proyectaba en su rostro parecía mezclarse con las sombras del espejo, como si estuvieran entrelazadas de una manera siniestra.

—El equilibrio entre la luz y la oscuridad no es solo una cuestión de batalla externa —dijo Valen, su voz grave resonando en la sala—. Es una lucha interna, una confrontación de las partes de nosotros mismos que tememos enfrentar.

Liana asintió, comprendiendo el significado más profundo de las palabras de Valen. La fortaleza oculta había desafiado sus fuerzas y sus temores, revelando que el verdadero peligro no era solo una amenaza tangible, sino las sombras que acechaban en su interior.

—La luz y la oscuridad coexisten en cada uno de nosotros —dijo Liana—. No podemos esperar derrotar al enemigo externo sin primero enfrentar nuestras propias sombras.

De repente, un estruendoso crujido resonó en la fortaleza, seguido de un temblor que sacudió las paredes. La sala comenzó a colapsar a su alrededor, y los fragmentos del viejo espejo se esparcieron por el suelo. Una grieta apareció en el centro del salón, y de ella emergió una figura envuelta en oscuridad, sus ojos brillando con una intensidad siniestra.

La figura avanzó hacia ellos, y la luz del amanecer pareció desvanecerse, dejando solo la oscuridad que la figura proyectaba. La energía en la sala cambió drásticamente, y el aire se volvió espeso y opresivo.

—No es solo un enemigo externo —dijo la figura, su voz un susurro en el viento—. Soy el reflejo de lo que temen enfrentar. La oscuridad dentro de ustedes, la parte que niegan y que intentan ocultar.

Kael desenfundó su espada con determinación, sus movimientos rápidos y precisos. Sin embargo, cada golpe parecía ser absorbido por la figura, que se mantenía implacable.

Valen levantó su mano, conjurando un hechizo con una energía oscura que parecía chocar contra la figura. Pero la figura absorbía la magia, transformándola en una sombra más profunda.

Liana, con su corazón latiendo con fuerza, sabía que la única manera de enfrentar la figura era a través de la aceptación de su propia oscuridad. Cerró los ojos y se concentró, enfrentando sus miedos y dudas. Al abrir los ojos, la luz interna que había encontrado en su interior comenzó a emanar, iluminando el salón con una intensidad cálida.

La figura se tambaleó, su sombra comenzando a disiparse frente a la luz pura que emanaba de Liana. Kael y Valen, sintiendo el cambio en la atmósfera, intensificaron sus esfuerzos, combinando sus habilidades con la luz que Liana había despertado.

Finalmente, la figura se desvaneció en una nube de oscuridad que se disipó como humo en el viento. La fortaleza volvió a estabilizarse, y la luz del amanecer volvió a filtrarse a través de las ventanas rotas.

Liana, Kael y Valen se miraron, sus rostros marcados por la batalla y la comprensión.

—La lucha entre la luz y la oscuridad no es solo una cuestión de enfrentarse a enemigos externos —dijo Liana, con una voz llena de resolución—. Es una batalla constante dentro de nosotros mismos. Solo aceptando y confrontando nuestras sombras podemos encontrar la verdadera luz.

Kael asintió, su expresión aliviada pero aún seria.

—La fortaleza ha puesto a prueba nuestras fuerzas y nuestras debilidades. Pero hemos demostrado que, al unirnos y enfrentar nuestras propias sombras, podemos superar cualquier obstáculo.

Valen miró a sus compañeros, su expresión suavizándose.

—Tal vez el verdadero poder radica en la capacidad de mantenernos firmes en la luz, incluso cuando la oscuridad amenaza con envolvernos.

Con un renovado sentido de propósito, el trío se preparó para continuar su misión, sabiendo que la verdadera batalla no solo se libraba en el campo de batalla, sino también en las profundidades de sus propios corazones. La fortaleza oculta había revelado su última lección: la lucha entre la luz y la oscuridad es una danza eterna, y solo aquellos que puedan equilibrar ambas fuerzas encontrarán la verdadera victoria.