En medio de la adversidad y la desconfianza, dos almas se ven unidas por un destino implacable. Ella, acusada injustamente y condenada por un crimen que nunca cometió. Él, sediento de venganza y convencido de su culpabilidad. Obligados a un matrimonio forzado por circunstancias ajenas, se embarcan en un viaje lleno de secretos, intrigas y pasiones ocultas. ¿Podrán superar el peso del pasado y encontrar la verdad que los liberará? Descúbrelo en esta apasionante novela de amor y redención.
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Capitulo XXI Es hora de sacar a las ratas de su madriguera
«Llego la hora de volver y demostrar mi inocencia, voy a desenmascarar a los culpables de mi encarcelamiento y Gabriel Hoffman deseará nunca haberme conocido. El corazón de Daphne se había endurecido, el dolor de haber perdido a su mamá y no haber estado a su lado, no haber podido seguir pagando su tratamiento, lleno de un gran resentimiento el alma de una joven humillada a más no poder, odiaba a los Hoffman, en especial a Gabriel.
"Señora López, todo está listo en una semana podremos viajar" señaló Claudia la asistente de Daphne.
"Muy bien, solo quedan días para volver a desatar el infierno para los Hoffman", Daphne tenía pruebas de sobra para demostrar su inocencia y no descansaría hasta enviar a la cárcel a los responsables de su desgracia.
"¿Estás segura de lo que piensas hacer?, mírate eres exitosa, inteligente y muy hermosa, tienes una vida estable, ¿por qué perder eso?, por gente que no vale la pena" Claudia estaba preocupada por lo que le pusiera pasar a su amiga, ahora que sabe quiénes son esas personas debía tener mucho cuidado.
"Sé que tienes miedo, por eso te dije que te quedaras en el país, no quiero ponerte en peligro", respondió Daphne siendo objetiva y es que Claudia no tiene nada que ver en eso.
"Te voy a acompañar en esta travesía, es mi decisión no dejarte sola", respondió Claudia, quien solo quería ver bien a su amiga.
"Lo que esa familia hizo no puede quedar impune, ellos eran los que debían estar tras las rejas, no yo", Daphne estaba muy herida, la habían acusado injustamente, la habían encerrado por años en una prisión, la obligaron a casarse con un ser sin escrúpulos que solo la veía como un objeto quien la sometió a la humillación más grande que le pueden hacer a una mujer, eso no era fácil de perdonar y la justicia tenía que llegar a ellos también.
"Estamos a punto de abrir la caja de Pandora, solo espero que no salgas más lastimada", Catalina salió de la oficina dejando a Daphne sola, su preocupación era genuina, pero no abandonaría a su amiga.
"Esto será una guerra a muerte, no permitiré que los Hoffman sigan dañando inocentes", pensó Daphne en voz alta.
POV
"¿Estás bien niña?", pregunto Gertrudis cuando vio a Daphne bajando las escaleras.
"No, nana, me quiero ir de aquí, por favor no digas nada", suplico Daphne llorando.
"Vamos cariño, yo me voy contigo, tengo algunos ahorros y con eso viviremos bien por unos días", explico Gertrudis con dolor en el pecho, ella imaginó lo que estaba pasando y no podía dejar a Daphne a merced de Gabriel.
Las dos salieron de la casa sin ser vistas por los de seguridad, Gertrudis conocía bien la casa y sabía cómo entrar y salir sin ser descubierta. Una vez salieron de la casa de Gabriel, subieron a un taxi que las llevo a una parada de autobús; saldrían de la ciudad por el momento. Al llegar a la ciudad vecina se quedaron a dormir en un hotel, Daphne necesitaba descansar y recuperar fuerzas. Gertrudis solo se limitaba a ver cómo ella se desahogaba llorando sin decir una sola palabra.
Estuvieron en el hotel un día más, Daphne al fin se había dormido y Gertrudis no la quiso molestar. Al día siguiente al fin había despertado y continuaron moviéndose por el país, los Hoffman eran muy poderosos y seguramente Gabriel estaba moviendo cielo y tierra para encontrarlas. Cuando estuvieron listas tomaron un autobús que las sacaría del país, en plena vía fueron interceptadas por una comisión, era gente de los Hoffman, Daphne estaba muerta de miedo, las atraparían y quien sabe que les haría Gabriel. Llena de miedo Daphne empezó a llorar; sin embargo, cuando los sujetos estaban a punto de embarcar en el autobús, fueron interrumpidos por un comando de la policía, quienes no permitieron semejante revisión, así como Gabriel tenía amigos, también tenía enemigos y ese sujeto jefe de aquella unidad era uno de esos. Cuando el autobús emprendió de nuevo su camino Daphne respiro profundo sintiendo que al fin la vida le estaba sonriendo.
Una vez estuvieron a salvo, Daphne empezó a trabajar en una firma de abogados, siendo tan buena en lo que hacía sus compañeros de trabajo la apoyaron. El dueño de la firma estaba encantado con sus conocimientos y la ayudo a continuar con sus estudios. Un año después de haber empezado a trabajar con Lares y asociados, su jefe sabiendo todo lo que ella había vivido la ayudo con su divorcio. Este hombre se convirtió en un padre para Daphne.
Después de terminar sus estudios, Federico Lares un hombre de unos cincuenta años le propuso a Daphne que viajará a Europa, él quería establecerse ahí y quería que algunos de sus empleados se fueran con él. Era una oportunidad única que no podía desaprovechar, así que Daphne acepto sin pensarlo. Radicándose en aquella ciudad, logro establecer su propia firma y poco a poco fue subiendo de nivel, hasta hacerse de un renombre.
En todo ese tiempo nunca olvido lo que había vivido en su pasado, así que siguió investigando desde la distancia y ya había reunido las pruebas que necesitaba para hacer salir a las ratas de los Hoffman de sus madrigueras.
Fin del recuerdo
De vuelta a su departamento, Gertrudis la estaba esperando como todos los días.
"Al fin llegas cariño, estás trabajando mucho y te puedes enfermar", regaño Gertrudis con mucho cariño.
"¡Ay!, nana, tengo algo que decirte, espero sepas entender y me sigas apoyando como hasta ahora." dijo Daphne temiendo a la reacción de Gertrudis.
"Dime mi niña, ¿qué está pasando por esa cabecita tuya?" Pregunto Gertrudis con temor a las ocurrencias de Daphne.
"He decidido regresar a nuestro país, es hora de que los responsables de mi desgracia paguen por lo que me hicieron." Explico Daphne con la mirada llena de odio.
Gertrudis estaba por responder cuando desde el fondo del apartamento se escuchó una tierna vocecita que llamaba a su mamá. Los ojos de Daphne se llenaron de ternura y el odio que se reflejaba en estos desapareció.
"Mami, mami, ¡te extrañe!". La voz pertenecía a Dulce María, la hija de Daphne.