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Las Canciones Del Mar

Las Canciones Del Mar

Status: Terminada
Genre:Aventura / Completas / Viaje a un mundo de fantasía / Mundo de fantasía / Mundo mágico / Sirena
Popularitas:2.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Rosario z

En un mundo donde las sirenas pueden controlar el agua y los seres marinos a través de melodías ancestrales, Lira, una joven sirena de la tribu de las Ondinas, es conocida por su voz encantadora. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando, tras un accidente en el océano, pierde su habilidad para cantar. Sin su voz, Lira siente que ha perdido su conexión con su hogar y su identidad.

Desesperada por recuperar su canto, Lira decide aventurarse a la superficie, un lugar prohibido para su especie, donde se encuentra con un príncipe humano llamado Adrian. Él también enfrenta sus propios problemas: un reino dividido por la guerra y la presión de cumplir con las expectativas de su familia. A medida que Lira y Adrian se conocen, descubren que ambos pueden aprender el uno del otro y que sus mundos están más entrelazados de lo que pensaban.

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Capítulo 3: El Encuentro Prohibido

La luz del sol brillaba intensamente sobre la superficie del océano, reflejando destellos dorados y azules en el agua. Lira nadaba en la calma de la mañana, sintiendo que su espíritu se elevaba con cada movimiento. Había pasado los últimos días explorando su voz y la belleza del océano, pero había algo más que la llamaba.

“¿Lira?” La voz de Nia rompió el silencio. “¿Adónde vas? Estás nadando hacia la superficie.”

“Quiero ver qué hay más allá. He escuchado historias sobre el mundo de los humanos,” respondió Lira, sintiendo que la curiosidad la impulsaba. “Siempre he querido saber más sobre ellos.”

“¡Eso es peligroso! La tribu nos ha enseñado que no debemos acercarnos a la superficie,” advirtió Nia, nadando rápidamente para alcanzarla. “¿Y si te ven? ¿Y si te atrapan?”

“No tengo miedo,” dijo Lira, sintiendo que la emoción comenzaba a burbujear dentro de ella. “Quiero entender lo desconocido. Creo que hay más en este mundo.”

Nia frunció el ceño, preocupada. “Pero, ¿y si encuentras algo aterrador? La superficie puede ser peligrosa.”

“Prometo ser cuidadosa,” insistió Lira, sintiendo que la aventura la llamaba. “Solo quiero un vistazo. No me alejaré demasiado.”

“Está bien, pero no me dejes sola aquí,” dijo Nia, suspirando con resignación. “Si decides hacerlo, entonces iré contigo.”

Juntas, nadaron hacia la superficie, sintiendo la luz del sol calentar sus cuerpos. A medida que se acercaban al límite entre el agua y el aire, Lira sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. “Aquí vamos,” murmuró, y emergió en la superficie.

El aire fresco la envolvió, y Lira se encontró flotando en un mar de azul. La vista era sobrecogedora: el horizonte se extendía infinitamente, y el cielo estaba salpicado de nubes blancas. “¡Es hermoso!” exclamó, mirando hacia arriba.

“¡Ten cuidado!” gritó Nia, asomándose también. “Recuerda, no te acerques demasiado a la costa.”

Lira sonrió, sintiéndose libre. “Mira, Nia. ¡Podemos ver todo desde aquí!”

Mientras flotaban, de repente, un sonido distante llegó a sus oídos. Era un canto, suave y melodioso, que parecía flotar en el aire. “¿Escuchas eso?” preguntó Lira, intrigada.

“Sí, pero… ¿de dónde viene?” Nia miró a su alrededor, su expresión de preocupación regresando. “No deberíamos quedarnos aquí. Podemos ser vistas.”

“Solo un momento más,” insistió Lira, sintiendo que la música la llamaba. “Quiero saber qué es.”

Con un movimiento decidido, Lira comenzó a nadar hacia la dirección del canto. Nia la siguió, aún nerviosa. “Lira, por favor, ten cuidado.”

A medida que se acercaban, el canto se hacía más claro. Lira emergió de nuevo, esta vez con la cabeza fuera del agua, y vio a un joven humano en una pequeña embarcación. Tenía el cabello oscuro y una sonrisa encantadora que iluminaba su rostro. Su voz resonaba a través del aire, y Lira se sintió cautivada.

“¡Mira, Nia!” exclamó. “Es un humano. Nunca he visto a uno tan de cerca.”

“¡Vuelve, Lira! No te acerques demasiado,” advirtió Nia, mirando ansiosamente. “Recuerda las historias que nos contaron.”

Pero Lira no podía apartar la vista del joven. “¿No es hermoso?” dijo, sintiendo que su corazón latía con fuerza. “Quiero hablar con él.”

“Es peligroso,” respondió Nia, mientras Lira comenzaba a nadar lentamente hacia la embarcación. “Tienes que regresar.”

Lira ignoró la advertencia de Nia, moviéndose con gracia hacia la pequeña barca. “Hola,” llamó, su voz suave como el agua. “¿Me escuchas?”

El joven humano giró la cabeza, sorprendido. “¿Quién está ahí?” preguntó, mirando a su alrededor.

“Soy Lira,” respondió ella, sintiendo que la emoción la invadía. “Vengo del océano. He escuchado tu canto.”

“¿Tú… hablas?” preguntó el joven, observando a Lira con asombro. “Nunca he visto a una criatura como tú.”

“Soy una ondina,” explicó Lira, sintiendo que la conexión con él crecía. “Vengo de las profundidades del océano.”

“Eso es increíble,” dijo él, sonriendo. “Me llamo Adrian. No sabía que había seres como tú en el mar.”

“Tu canto es hermoso,” dijo Lira, sintiendo que su corazón latía con fuerza. “Me atrajo hacia ti.”

Adrian rió suavemente. “Gracias. Me gusta cantar. Es mi manera de sentirme libre.”

“Yo también canto,” dijo Lira, sintiendo que la magia de la música la unía a él. “El océano es mi hogar, y la música es una parte de mí.”

“¿De verdad? ¿Podrías cantar para mí?” preguntó Adrian, con curiosidad en sus ojos. “Siempre he querido escuchar la voz de una sirena.”

Lira dudó por un momento, sintiendo la presión de Nia detrás de ella. “No soy una sirena, pero puedo cantar,” afirmó Lira, sintiéndose impulsada por el deseo de mostrarle su talento.

“Por favor,” insistió Adrian, mirando a Lira con admiración. “Me encantaría escuchar tu voz.”

Con una mezcla de nerviosismo y emoción, Lira comenzó a cantar. Su voz resonó a través del aire, y a medida que lo hacía, sintió que el océano respondía a su canto. La melodía era suave y etérea, y Lira se sintió libre en su expresión.

Adrian escuchó, fascinado. “¡Eres increíble!” exclamó, sonriendo mientras Lira terminaba su canción. “Nunca he escuchado nada así.”

“Gracias,” dijo Lira, sintiendo que el calor subía a sus mejillas. “Cantar es mi forma de conectarme con el océano.”

“¿Y cómo es la vida en el océano?” preguntó Adrian, su curiosidad evidente. “Siempre he soñado con explorar más allá de la superficie.”

Lira miró hacia el horizonte, recordando su hogar. “Es hermoso. Hay colores y criaturas que nunca has visto. La música del océano es mágica.”

“Me encantaría verlo todo,” respondió Adrian, sintiendo que su sueño de explorar el océano se hacía más fuerte. “¿Es posible?”

“Es complicado,” dijo Lira, sintiendo que la realidad de su situación comenzaba a pesar. “Los humanos y las ondinas no suelen mezclarse. Hay reglas que debemos seguir.”

“¿Por qué?” preguntó Adrian, frunciendo el ceño. “¿Por qué no podemos ser amigos? No todos los humanos son malos.”

Lira sintió un tirón en su corazón ante sus palabras. “Lo sé, pero la tribu nos enseña a mantenernos alejadas de la superficie. Hay peligros en el mundo humano.”

“Pero no todos son peligrosos,” insistió Adrian. “Podrías enseñarme sobre el océano, y yo podría mostrarte mi mundo. Podríamos aprender el uno del otro.”

Lira no pudo evitar sonreír ante la idea, pero la realidad de su situación la golpeó de nuevo. “Es un sueño hermoso, pero no sé si podemos. La tribu no lo permitiría.”

“¿Y si lo hacemos en secreto?” sugirió Adrian, su mirada llena de esperanza. “Podríamos encontrarnos aquí, lejos de los demás. Prometo no decirle a nadie.”

Lira sintió que su corazón se debatía entre la emoción y la razón. “No sé…” murmuró, mirando hacia el horizonte. “Podría ser arriesgado.”

“Lo sé, pero a veces los riesgos valen la pena,” respondió Adrian, acercándose un poco más. “Podríamos tener algo especial, algo que nadie más tiene.”

Lira sintió que la conexión entre ellos crecía. “Tal vez,” admitió, sintiendo que su corazón latía con fuerza. “Pero debo pensarlo.”

“Por favor, Lira. Solo dame una oportunidad. Quiero conocerte y aprender sobre tu mundo,” insistió Adrian, sus ojos llenos de sinceridad.

“Está bien,” finalmente dijo Lira, sintiéndose impulsada por el deseo de exploración. “Podemos intentarlo. Pero debemos ser cuidadosos.”

“¡Gracias!” exclamó Adrian, su rostro iluminándose. “No te arrepentirás. Prometo cuidarte.”

“Lo sé,” sonrió Lira, sintiendo que la emoción comenzaba a burbujear dentro de ella. “Pero debemos ser rápidos. Nia está preocupada.”

Ambos se giraron hacia Nia, que estaba mirando con ansiedad desde el agua. “¡Lira! ¡No te acerques demasiado!” gritó ella, sintiendo que la preocupación la invadía.

“Estoy bien, Nia. Conozco a Adrian. Es un buen humano,” explicó Lira, sintiendo que la necesidad de calmar a su amiga era importante.

“¿Un humano? ¡Eso no es seguro!” respondió Nia, nadando hacia ellas. “Deberías volver al agua.”

“¡Por favor, Nia! Estoy bien. Quiero aprender más sobre el mundo de los humanos,” insistió Lira, sintiendo que la emoción de la aventura la envolvía.

Nia miró a Adrian, sintiendo desconfianza. “No confío en él. La tribu nos ha enseñado a mantenernos alejadas de los humanos.”

“Entiendo tu preocupación,” dijo Adrian, con sinceridad. “Pero quiero conocer y aprender, no hacer daño.”

“¿Y cómo sé que no me estás mintiendo?” preguntó Nia, frunciendo el ceño.

“Porque lo prometo,” respondió Adrian, sintiendo que la tensión aumentaba. “Solo quiero amistad y conocimiento.”

Lira sintió que el aire se volvía pesado entre ellos. “Nia, por favor. Déjame explorar esto. Prometo que estaré segura.”

“Está bien, pero estaré cerca,” dijo Nia, sintiéndose un poco más tranquila. “No quiero perderte.”

“Gracias, Nia,” sonrió Lira, sintiendo que la aventura comenzaba a tomar forma. “Vamos a aprender juntos.”

“Entonces, ¿cuándo nos veremos de nuevo?” preguntó Adrian, sintiendo que su corazón latía con emoción.

“¿Qué tal mañana? Aquí a la misma hora,” sugirió Lira, sintiendo que la emoción la invadía.

“Perfecto,” dijo Adrian, sonriendo radiante. “No puedo esperar.”

“Yo tampoco,” respondió Lira, sintiendo que la conexión entre ellos se fortalecía.

“Pero tenemos que ser cuidadosos,” advirtió Nia, mirando a Adrian con seriedad. “No podemos dejarnos ver.”

“Lo prometo,” afirmó Adrian, sintiendo que la determinación crecía en su interior. “Seré cauteloso.”

“Hasta mañana, entonces,” dijo Lira, sintiendo que su corazón latía con emoción.

Mientras nadaban de regreso a la costa, Lira sintió que la emoción de la aventura la envolvía. Había desafiado las normas de su tribu, pero algo en su conexión con Adrian la hacía sentir viva.

“Esto es solo el comienzo,” murmuró Lira para sí misma, sintiendo que el océano la llamaba. Con cada movimiento, sabía que estaba lista para enfrentar lo desconocido y descubrir lo que el mundo tenía reservado para ella.

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Bettzi Iseth Nieto Peralta
aunque la novela es bonita, no la entiendo mucho. necesito más contexto
Bettzi Iseth Nieto Peralta
que bien por Lira
Bettzi Iseth Nieto Peralta
repites mucho "sintiendo"
Bettzi Iseth Nieto Peralta
ésa reina nunca hace nada
Bettzi Iseth Nieto Peralta
no creo que estés lista
Bettzi Iseth Nieto Peralta
ni lo conoces. me recuerda mucho a Ariel 😁
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