Soy huérfana desde los 6 años, y ahora que estoy apunto de cumplir los 18 años, las cuidadoras me vendieron en matrimonio. Mi nombre es Rouse y fui obligada a casarme con el único hijo de Mrs Hassan... Pero hay algo que no saben... Tengo cáncer en etapa terminal.
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Ya sé que tengo cáncer
Rouse
Mentiría si dijera que no me siento miserable e inservible, rota y sin ganas de vivir. Apuesto que cualquiera pensaría “Es sólo un amor, no deberías ponerte así”, pero no, no es a un simple corazón roto a lo que me refiero.
Imagina estar atrapada en una etapa de tu vida, donde tus padres mueren a mano de un maldito camionero ebrio. Imagina estar en hogares temporales durante tu infancia y cómo nadie te quiso, pues te lanzaron a un orfanato…
¿Lindo? Y eso no es todo, imagina estar sola durante el resto de tu vida y vivir simplemente día a día, hasta que un triste domingo te dicen que tienes cáncer en etapa terminal.
Es decir, viviste una miseria durante toda tu vida para nada, porque igual morirás siendo infeliz.
La idea de que voy a morir nunca había sido tan importante para mí, digo, pues siempre había sido una persona muy solitaria que dejaba para detrás de mí los demonios que me atormentan, nunca había tenido una emoción real además de la autocompasión… Hasta que llegó él.
Cuando Cristian y yo empezamos a llevarnos bien, me sentía cálida, me sentía que no sólo era la chica huérfana, sino una persona común y corriente en una casa, la verdadera normalidad.
Sí, fuimos obligados por su padre a comprometernos en matrimonio, pero no pensé que fuera a tener sentimientos por él. Un hombre tan complicado, tan egoísta y controlador.
Pero a la vez tan dulce, tan pequeño y protector. En toda mi vida no me sentía protegida, nunca había visto la preocupación por mí en alguien, hasta que llegó él.
Pero ahora que sé que su corazón no me pertenece, por supuesto que es me deja en la miseria, porque la única ilusión que tuve desde que mis padres murieron era sentir la felicidad, y me ilusioné porque sentí eso con Cristian, y todo se vino abajo cuando lo vi con esa rubia…
Y quizás te estés preguntando por qué hago todo el resumen de mi vida… y es por la razón de que ya no quiero vivir. Perdí la ilusión y la esperanza de tener lo que todos quieren: ser felices.
Sé que estoy despierta pero aún no quiero abrir mis ojos, y no estoy sola en la habitación, estoy con una enfermera que está revisando mis signos vitales porque puedo sentir su toque físico.
-Sé que puedes oírme-, empieza diciendo. -No sé por qué te pusiste así cuando viste a ese hombre, pero déjame decirte que fue él quien se hizo cargo de todo con respecto a ti, pagó la clínica, te ha traído ropa todos los días, y desde que lo sacaron no se ha apartado ni un segundo de la sala de espera, ahí sigue desde que llegaste, y fue él quien te trajo…-
Y luego escucho un suspiro, pero aún no quiero abrir los ojos. Escucho un fuerte suspiro y luego la puerta cerrarse.
Así que Cristian ha estado aquí…
Y no con esa zorra rubia, ¿Eso debería decirme algo? No, pero ya es muy tarde y he tomado mi decisión. Decido abrir los ojos, ver todo lo que hay en mi alrededor, me doy cuenta de que ya no tengo el tubo en mi garganta y puedo hablar, pero entra otra enfermera con una taza en sus manos, y se me acerca.
-¡Buenos días, Rosa! ¡Mira lo que te traje!- y veo que tiene una taza de leche con cereal y frutas. Y yo niego con mi cabeza porque no tengo hambre. -¿Qué? ¿Cómo que no tienes hambre? Abre la boquita a ver…- y me acerca la comida pero yo empiezo a llorar negando con la cabeza.
-¡Tienes que comer, niña! ¿Si no como crees que vas a recuperarte?- y yo sólo niego con la cabeza apretando mis ojos. -Muy bien, no puedo obligarte, pero tarde o temprano tendrás que comer- y me mira amenazante. Y yo la miré y le devolví la mirada.
La horrible enfermera por fin sale de la habitación y yo suelto el aire que tenía contenido, detallo un poco más el cuarto… ¿Y eso que está allí? ¿Acaso es…? Sí, es la foto que tenía guardada en la habitación del orfanato de mis padres, ¿Cómo es que llegó aquí?
Quiero tenerla en mis manos, así que me bajo de la cama y llevo conmigo todas las vías que tengo en mis venas conectadas al andador.
Con mucho esfuerzo llego hasta la foto y la llevo conmigo hasta la cama… Mamá y papá… ¿Acaso me están esperando?
Derramo unas cuantas lágrimas cuando ya estoy otra vez en la cama, guardo la foto debajo del cobertor que me cubre y en ese momento entra el doctor, completamente solo y detrás de él entra Cristian. Yo me pongo en tensión cuando lo veo y aprieto mis ojos.
-Rosa, tranquila, no se acercará mucho, sólo vino porque tengo algo que decirles- empieza diciendo el doctor, abro mis ojos lentamente y veo a un Cristian todo desordenado, con su cabello despeinado y su ropa arrugada, ojeras… Realmente se mira preocupado.
-Rouse-, dice Cristian, pero yo dejo de mirarlo y niego con la cabeza muchas veces.
-Está bien, es bueno que por los momentos ella esté tranquila, Señor Hassan-. Le dice el doctor para tranquilizarme, y Cristian hace silencio.
-Rosa-, y ahora me mira a mí -¿Has estado experimentando escalofríos, dolor de cabeza, mareos, sudoración fría por la noche…?- y espera mi respuesta, y yo sólo asiento con la cabeza.
-En tus exámenes encontramos una gran carga de células irregulares…- y ya sé qué es lo que va a decirme.
-El resultado de tus exámenes y tomografías ha sido que tienes lesiones ganglionares ubicadas en el tórax- y yo miro a Cristian, y él tiene sus ojos puestos en el doctor, sabe lo que va a decir pero aún necesita escucharlo:
-Rosa, tienes Cáncer ganglionar en etapa terminal- y con eso pone la mano en mi hombro.
Y siento que estoy viviendo el maldito momento dos veces, aunque me giro para ver que la cara de Cristian está totalmente en shock.