Elica Klare

Elica sonrió aún más, su orgullo claramente herido por la falta de fe de Rafael en el ángel.

—El ángel no miente. Él es puro y bueno. Tiene ojos de oro y me ha mostrado la verdad.

Ella parecía ofendida por la duda de su hermano, como si él estuviera insultando al ser celestial que había venido a salvarla. Su fe en el ángel era absoluta, y no estaba dispuesta a aceptar cualquier otra explicación que no fuera la suya.

Rafael suspiró y se frotó las sienes, luchando por mantener la calma ante la obstinación de Elica.

—Escúchame, Elica. Sé que quieres creer en el ángel, pero no podemos arriesgarnos a bajar la guardia tan pronto. La bruja ha sido una amenaza durante mucho tiempo, y no es fácil dejar ir esa preocupación.

Él se acercó más a la camilla y tomó las manos de su hermana, tratando de hacerla entender la gravedad de la situación.

—¿Entiendes? Necesitamos estar seguros antes de confiar plenamente en él. No podemos simplemente tomarlo por su palabra.

Elica frunció el ceño y apartó sus manos de las de Rafael con brusquedad.

—¡No necesito estar segura! ¡El ángel es real y me ha salvado! No me importa lo que digas.

*ñSu voz se volvió aguda y defensiva. Estaba empezando a enfadarse, perdiendo su inocencia infantil por un momento. La desesperación de Rafael por protegerla la estaba irritando, y su confianza en el ángel no estaba dispuesta a ser sacudida.

Carlo, viendo que la situación se estaba calentando, se acercó y puso una mano en el hombro de Elica, tratando de calmarla.

—Cariño, entendemos que creas en el ángel, pero debemos ser cautelosos. No podemos simplemente lanzarnos a ciegas a lo desconocido.

Su voz era suave y razonable, pero firme. Él también estaba preocupado por la situación, pero no quería hacer que Elica se sintiera atacada o ignorada. Intentaba encontrar un equilibrio entre la fe y la prudencia.

Elica, aún enojada, recordó algo que había leído en la Biblia. Miró a su alrededor, como si estuviera buscando algo, y luego dijo:

—El Proverbio 30:27 dice: "Algunos ven lo que no existe y escuchan lo que no está ahí".

Ella miró a su familia con desafío, como si estuviera diciendo que ellos estaban viendo lo que no estaba allí. El ángel era real para ella, y no le importaba si nadie más podía verlo. Su fe en la palabra de Dios se unía a su fe en el ángel para formar una certeza inquebrantable.

Maria, viendo que Elica estaba citando la Biblia, se acercó y acarició su cabello con ternura.

—Cariño, no estamos diciendo que no exista. Solo estamos pidiendo pruebas. Queremos creer en el ángel tanto como tú, pero necesitamos algo más que palabras en un libro.

Su toque era maternal y amoroso, pero también urgente. Ella quería entender la visión de su hija, pero también quería asegurarse de que no estaban cayendo en una trampa. La desesperación por proteger a Elica la estaba consumiendo, y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para mantenerla a salvo.

Elica, frustrada, volvió a hablar, esta vez citando un verso de la Biblia de Corintios:

—Corintios 10:20 dice: "¿No hemos todos recibido un bautismo de fuego y un bautismo de agua? ¿No hemos sido todos bautizados en un mismo Espíritu, tanto judíos como griegos, esclavos como libres?

Ella estaba tratando de usar la Biblia para defender su fe en el ángel y demostrar que ella había pasado por una prueba de fuego. Quería hacerles entender que su experiencia con el ángel era real y que había sido elegida por Dios para ser salvada.

Rafael, con los ojos entrecerrados, escuchó a Elica recitar el verso de Corintios y luego respondió con voz tensa:

—Sí, hemos sido bautizados en el Espíritu Santo, pero eso no significa que cualquier ángel que aparezca sea necesariamente enviado por Dios. Hay fuerzas oscuras que pueden adoptar formas celestiales para engañarnos.

Él estaba luchando contra la desesperación y la duda. Quería creer en el ángel, pero su experiencia le decía que no podía confiar tan fácilmente. Su mente estaba dividida entre la fe y la lógica, y estaba empezando a sentirse atrapado entre dos extremos.

Elica, frustrada por la resistencia de Rafael, volvió a citar la Biblia, esta vez refiriéndose al engaño.

—El libro de Génesis 3:1-5 dice: "Así que la serpiente era más astuta que todos los animales del campo que el Señor Dios había creado. Dijo a la mujer: "¿Acaso Dios les dijo que no comieran de todos los árboles del jardín?" La mujer respondió a la serpiente: "Podemos comer del fruto de los árboles del jardín, pero Dios nos dijo que no comiéramos del fruto del árbol que está en el medio del jardín, ni siquiera lo toquemos, porque si lo hacemos, moriremos". Pero la serpiente dijo a la mujer: "No morirán. Dios sabe que cuando coman de él, abrirán los ojos como Dios, y serán como Dios, sabiendo el bien y el mal".

Ella estaba tratando de demostrar que el engaño y la tentación eran parte de la naturaleza humana y que debían estar alertas a cualquier señal de engaño, incluso si venía del ángel.

Rafael suspiró nuevamente, sintiendo que la discusión se estaba volviendo cada vez más complicada. Escuchó a Elica recitar el pasaje de Génesis sobre el engaño y respondió con cautela:

—Sí, entiendo lo que quieres decir. Pero también entiendo que hay verdad en la Biblia. La serpiente fue astuta, pero también fue castigada por su engaño. El ángel podría ser como la serpiente, tentándonos con falsas promesas de salvación.

Él estaba tratando de encontrar un equilibrio entre las palabras de Elica y su propia prudencia. Quería proteger a su familia, pero también quería asegurarse de que no cayeran en una trampa espiritual.

*Elica se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Rafael. Luego, con un tono de desafío, dijo:*

—Lo que mi hermano dice es verdad. Pero no todo lo que dice la Biblia es necesariamente aplicable a nuestra situación.

Ella se volvió hacia él y continuó:

—¿Y si el ángel está tratando de salvarnos de algo peor que el engaño? ¿Y si el verdadero peligro no es el ángel, sino la bruja que nos ha atormentado durante tanto tiempo? ¿No deberíamos confiar en alguien que ha venido a nuestro rescate?

Ella estaba intentando hacerle entender que había matices en la Biblia y que debían considerar todas las posibilidades antes de juzgar al ángel.

Maria, viendo que la discusión entre Elica y Rafael estaba cada vez más tensa, decidió intervenir nuevamente. Miró a su esposo y luego a su hija con ojos suplicantes y dijo:

—Creo que todos estamos muy nerviosos y preocupados. No podemos tomar decisiones apresuradas basándonos únicamente en la Biblia o en nuestros miedos. Necesitamos pensar con claridad y considerar todas las posibilidades.

Ella estaba tratando de calmar los ánimos y encontrar un terreno común entre las diferentes opiniones. Sabía que la situación era delicada y que cualquier error podría ser fatal, pero también sabía que no podían permitirse el lujo de dividirse en este momento crítico.