DESPUÉS DE MUCHOS TRAGOS ALEXA Y DAVID TERMINAN CASADOS EN LAS VEGAS ,¿QUE PODRÍA SALIR MAL?
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CAPÍTULO 19
El sonido del teléfono interrumpe mis pensamientos mientras reviso unos documentos. Es viernes por la tarde, y aunque ha sido una semana pesada llena de juicios y casos que no parecen tener fin, siento que algo ha cambiado. Quizás sea la audiencia por la custodia de Anneliese, o tal vez el hecho de que el tiempo ha pasado volando. Como abogados penalistas, David y yo rara vez trabajamos en los mismos casos, cada uno tiene su propio ritmo, y aunque compartimos un matrimonio, también compartimos las presiones de nuestras respectivas profesiones.
Estoy en mi Oficina rodeada de pilas de papeles que parecen no acabar nunca. En estos días, la carga de trabajo no ha hecho más que aumentar, pero una parte de mí siente que lo que realmente necesito ahora es desconectar. Ya basta de casos, de investigaciones, de papeles, de juicios. Quiero pasar tiempo con Anneliese, disfrutar del fin de semana sin pensar en lo que pueda suceder con el juicio de custodia.
Me estiro en mi silla, miro mi reloj y decido ir a ver qué está haciendo David. Cuando entro a su oficina, me lo encuentro concentrado en un expediente. En su escritorio hay una foto de Anneliese, junto a una taza de café medio vacía.
—David... —digo en voz baja, sin querer interrumpirlo demasiado.
Él levanta la vista, y una sonrisa se dibuja en su rostro al ver que estoy en la puerta.
—¿Qué pasa, princesa? —pregunta, dejando el expediente a un lado.
—Estoy pensando en que este fin de semana... necesitamos un descanso. —Mi voz suena más suave de lo que quiero, pero la verdad es que estoy agotada. Necesito recuperar energías.
David asiente y se reclina en su silla, mirando pensativo los papeles sobre su escritorio. Yo lo miro, sabiendo que, a pesar de ser un abogado penalista exitoso, su rostro refleja el mismo cansancio que yo siento.
—Tienes razón. El caso de homicidio que estoy llevando... es un desastre. Pero si me preguntas, preferiría pasar el tiempo con Anneliese, que estar atrapado en estos casos. —Me sonríe, pero sus ojos aún tienen un dejo de cansancio. —Aunque sabes que no puedo dejarlo todo así... al menos por ahora.
—Ya sé, pero necesitamos hacer un esfuerzo, David. Solo quiero pasar un fin de semana con Anne, sin pensar en el trabajo. —Digo con un tono que casi suena a súplica.
David se levanta y viene hacia mí. Con un suave beso en la frente, me mira y luego habla en voz baja.
—Tengo una sorpresa para ti y Anneliese. Pero necesitas confiar en mí. Mañana a las 10 a.m. ¡Nada de trabajo!
Me siento intrigada, pero al mismo tiempo desconcertada.
—¿Una sorpresa? —pregunto, alzando una ceja. —¿Qué has planeado?
David me sonríe de manera juguetona.
—Eso no te lo puedo contar. Solo confía en mí. —Dice con una sonrisa pícara y luego vuelve a su escritorio. —Prepara lo que necesites para mañana, y te lo contaré todo después.
El sábado por la mañana estamos listas a las 10 a.m. tal y como me pidió, y aunque sigo con la intriga de la sorpresa, mi mente está llena de pensamientos sobre el juicio de custodia. Aunque el juez aún no ha dictaminado cuándo comenzarán las visitas de Amaya, el temor sigue latente. La idea de que nuestra hija pase tiempo con una mujer que la abandonó me produce una sensación incómoda en el estómago. Pero por ahora, decido apartar esos pensamientos y disfrutar del día que David tiene preparado para nosotras.
David entra al salón, con una gran sonrisa, una mochila en mano y una cesta de picnic. Me mira y me guiña un ojo, como si fuera el niño más feliz del mundo.
—¿Todo listo? —Me pregunta, con la energía de un niño chiquito.
Yo asiento, aún sin saber a qué se refiere.
—Listo, pero ¿qué tienes planeado? —pregunto, realmente curiosa.
—Sorpresa. —David, con una actitud juguetona, me toma de la mano. —Ahora, vámonos.
Nos dirigimos al coche, y en el camino, David no deja de mirar a Anneliese, que se encuentra dormida en su sillita de bebé.
—Espero que te guste. Es algo especial para las tres, sin trabajo ni juicios. Hoy no hay estrés. —Su tono tiene algo de misterio, y al mismo tiempo de emoción.
Con el coche detenido, David nos guía a un parque natural. Es un lugar tranquilo, rodeado de árboles y césped, donde el ruido de la ciudad no llega. Todo es más relajado, mucho más de lo que imaginaba.
Mientras David saca la cesta del coche y coloca la manta en el césped, empiezo a relajarme. Miro a mi hija, que parece curiosa ante todo lo nuevo, y a David, que me sonríe mientras extiende la manta para que nos sentemos.
—¿Y que ha pasado con la decisión del juez ? —le pregunto mientras me acomodo junto a él.
David suspira, mirando el cielo, como si quisiera olvidarse por un momento de todo.
—Aún no se sabe cuándo Amaya podrá empezar a ver a Anneliese. Eso depende de la decisión del juez. Pero no vamos a preocuparnos por eso ahora. —David me mira con ternura. —Hoy es solo para nosotras. Solo para nuestra pequeña familia.
Y en ese momento, Anneliese suelta una risa al ver una ardilla correteando cerca de nosotros. Su risa es contagiosa, y me doy cuenta de que la alegría que sentimos en ese instante es lo único que importa.
De repente, el teléfono de David suena, y aunque me mira, no contesta. Sonríe con complicidad.
—Es mi jefe. Lo siento, pero tengo que responder. —David se aleja un poco para atender la llamada, mientras yo aprovecho para sacar unas galletas que había preparado para Anneliese.
Mientras tanto, me llega un mensaje de mis amigas, Naya y Emma. Naya es una rubia preciosa, siempre tan divertida y extrovertida, mientras que Emma, con su cabello pelirrojo, tiene una manera de ver la vida más calmada y reflexiva. Las tres trabajamos juntas en el mismo despacho de abogados. Aunque nuestras especialidades varían, compartimos muchas horas de trabajo y, por supuesto, también nuestras amistad.
Hoy, a pesar de que estoy disfrutando de este día en familia, siento que me debo una salida con las chicas. Hace días que no salimos a despejarnos un poco. Naya siempre tiene una energía imparable, mientras que Emma es más tranquila, pero igualmente buena compañía.
De Naya :
para :las chicas super poderosas.
¡¿Dónde estás?! Necesitamos verte . Nos debes una salida, nos tienes abandonadas, lo sabes, ¿no?—me escribe Naya, seguida de un emoji de carita triste.
No puedo evitar reírme mientras leo el mensaje y decido responder rápidamente:
De Alexa
para :las chicas super poderosa
Hoy es día de picnic con David y Anneliese. Pero ya se que les debo una salida, ¡prometido! 😅 Nos vemos pronto. ¡Las extraño!.
Emma responde casi al instante:
De Emma:
para :las chicas super poderosas.
No te olvides de nosotras, Alexandra. Necesitamos saber cómo va todo. Ya sabes que estamos pendientes de ti.
Sonrío mientras miro a David, que ya ha colgado la llamada, y se acerca a coger a Anneliese en brazos. La tarde pasa entre risas, juegos y charlas sin preocupaciones, y por primera vez en mucho tiempo, me siento en paz. Aunque el mundo sigue girando a su alrededor, me doy cuenta de que lo único que realmente importa ahora mismo es estar con las personas que amo.