La historia de una chica italiana en Inglaterra. Con amigos especiales y un gran secreto que no quiere revelarles. Su hermano que regresa por ella y un gran amor que vuelve a su vida después de años. Qué pasará? Cuál será ese secreto? Acompañenme a descubrirlo.
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CAPÍTULO 18.
CAPÍTULO 18.
“La sonrisa de Valentine me aterraba. En el piso yacía el cuerpo de mi mejor amigo descuartizado por ese maldito hombre. Del otro lado de la habitación estaba el amor de mi vida, muerta, cubierta por la sangre que caía de su cuello. Valentine habia acabado con todos. Con mi familia, con la mujer que amo, mi mejor amigo… Ya no me quedaba nada en esta vida. Y ahora, estaba apuntando su arma hacia mí. Le suplicaba que dispare, que le ponga fin a mi dolor. Pero él estaba disfrutándolo. Finalmente, se cansó de mí, y apretó el gatillo”
Massimo se despertó en medio de la noche, sudando, aterrado y se sentó de golpe en la cama. Le costaba demasiado respirar. El miedo lo consumía. Camila, quien aún estaba a su lado, despertó tras el sobresalto.
-¿Massimo estás bien? ¿Qué ocurre?
-Fue… una pesadilla.
-Cálmate. Ya pasó. Te buscaré agua, ¿bien?
-No… Quédate… Quédate aquí.
Camila lo abrazó con fuerza y se acostó, teniendo a Massimo contra su pecho. Ella le acarició la espalda haciendo pequeños círculos hasta que finalmente se tranquilizó.
-¿Recuerdas cuando éramos pequeños y le temías a las tormentas? Siempre venías a acostarte conmigo y tu hermano. Solíamos dormir juntos toda la noche. Al día siguiente amanecíamos doloridos pero seguros.
Ambos comenzaron a reír.
-Éramos muy unidos, de pequeños.
-¿Verdad que si? No comprendo que nos separó.
-Pues… Tú.
-Si supieras cuanto te amo. -Dijo él, acariciando el rostro de la chica. -Entenderías como me siento y como me sentí en aquel entonces, cuando decidiste que no merecía que me amen.
-¿Y qué querías que hiciera? -pregunto ella.
Massimo suspiró fuertemente.
-Ivana vino a verme luego de nuestro beso. Dijo que habías hablado con ella acerca de lo nuestro. Ella estaba furiosa conmigo, me dijo que me amaba, que estaba rompiéndole el corazón y que hablaría con sus hermanos para que se encarguen de mí. Como si mis amigos y yo tiraríamos todo a la mierda por un problema de mujeres. -suspiro. -De repente ella me besó, me dejo perplejo. Pero cuando logre separarme de ella, lo entendí… Tú estabas parada ahí y tu rostro estaba tan triste. Fui detrás de ti en ese entonces, pero tú, dijiste todas aquellas cosas.
-Olvidemos el pasado. Ya no importa. -exclamo ella.
Los dos quedaron en un incómodo silencio.
-Iré por algo de comer. ¿Quieres algo?- pregunto Camila.
-No. Gracias.
Camila se dirigió a la cocina. Se apoyó en la mesada y suspiro. Se sentía nerviosa y escuchar a Max abriendo su corazón, no le hacía para nada bien. Luego de calmarse, abrió la heladera en busca de agua. Sin embargo, antes de poder siquiera hacer algo, la puerta sé cerro de golpe. Camila levantó la vista y vio una mano. Un calor recorría su cuerpo. Sabia exactamente de quién se trataba, así que se giró sobre sus talones para enfrentarlo.
-Repite lo que dijiste hace unos meses en tu oficina. -exclamo él.
-¿De qué hablas Max? ¿Qué es lo que quieres?
-Mírame a los ojos y dime que no me amas. Dime que no sientes lo que siento cuando estamos cerca. -exclamo. -Te prometo que me olvidaré de todo si tú no sientes nada por mí.
Camila lo observó en silencio. Luego se colgó de su cuello y lo besó apasionadamente. Los besos se hacían cada vez más feroces. Massimo la agarro por la cintura y la sentó sobre la mesada. Comenzó a acariciar su cuerpo mientras seguía besándola. Las piernas de la chica se debilitaron cuando él se ubicó entre sus piernas. Sintió la boca de Max en la suya, sus labios con sabor a tabaco y whisky. Abrió la boca. En ese momento sintió que la mano del chico subía por debajo de su falda, oyó el susurro de la tela que cedía, sintió su mano grande y cálida entre sus piernas, rasgando las bragas de satén para acariciar su punto débil. Ella le rodeó el cuello con los brazos y se quedó allí mientras él se quitaba sus pantalones. Massimo terminó de desnudarla, hasta que no quedara ninguna prenda cubriendo su cuerpo. Luego colocó ambas manos debajo de sus nalgas desnudas y la levantó.
La embistió suavemente y luego aumento su ritmo. Él quería que ella caiga rendida a sus pies. Que admita que lo ama y que, al igual que le ocurre a él, sienta que sé queda si aire cada vez que él se aleja. Massimo necesitaba de ella, Camila era como una droga para él.
Sin dejar de besarla, Massimo la tomo en sus brazos y la llevo hacia la alfombra de la sala. Allí siguieron dándole rienda suelta a la pasión. Ambos estaban tan calientes que parecían derretirse, la transpiración bajaba entre los pechos de ella, una de las manos de Massimo sostenían las muñecas de la chica sobre su cabeza, mientras que con la otra apretaba su cadera a medida que intensificaba sus movimientos. A Camila la enloquecía no poder tocar ese increíble cuerpo, pero después de un par de movimientos por parte del chico, los dos explotaron en un increíble pero satisfactorio orgasmo.
-Eres mía. -Dijo él, en un susurro.