– ¡ESE NO ES MI HIJO!.
Eso fue lo último que Jake le dijo a Natasha, su esposa. Así la hecho de la mansión y de su vida, estando embarazada de su bebé, haciéndole caso a las malas lenguas que decían que lo había engañado.
Pero la vida le jugaría una doble jugada y literalmente doble.
Natasha decidió irse al campo a iniciar una vida nueva, criando sola a sus dos hijos Adler y Nicole, mellizos. Muchos años más tarde, a la mansión vecina a su granja se muda Jake con su nueva mujer e hijo de la misma edad que los suyos.
Intentará luchar por su perdón pero... ¿Que pasará cuando el corazón de Natasha se vea invadido por otro hombre?.
Oliver, un hijo ilegítimo del padre de Jake, un guapo hombre que creo su propio y exitoso negocio con el cual se hizo conocido además de ser llamado "El Vassil ilegítimo".
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Capítulo 3
NATASHA
La gente se va dispersando y nosotros nos quedamos con el hombre que paro la pelea.
– Gracias por intervenir –le digo–. Evito que mí hijo haga una locura.
– No hay nada que agradecer –mira a Adler–. Tienes buen golpe, muchacho. ¿Eres boxeador?
– No, mecánico –le responde–. Pero se defenderme y a mí familia.
– El hombre de la casa. ¿Eh? –le sonríe–. Soy Oliver Vassil.
¿¡VASSIL!?. ¿¡COMO ES QUE ES...!?.
Lo miro petrificada, además de los ojos no tiene nada de parecido a esa familia. Es rubio... Ningún Vassil es rubio. Jamás lo había visto en las reuniones familiares.
– Un gusto, yo soy Adler Lawrence, ella es mí hermana Nicole –le dice–. Y ella es Natasha nuestra madre.
El hombre me mira, es una mirada diferente a la de los Vassil, más noble. No puedo evitar sonreírle, una sonrisa la cual me devuelve.
– Es un placer conocerlas –dice sonriendo–. Tienen a un valiente muchacho como defensor –me mira–. Lo crío bien, señorita Natasha.
– Nada de señorita... –le digo–. Ya soy una mujer grande.
– No lo aparenta para nada, señorita –sonríe–. Tengo que irme. Espero tener el gusto de volver a verlos.
– Igualmente –le digo.
Cruza la calle y se sube a un elegante Mercedes Benz negro. Acelera y desaparece por una esquina. ¿Un Vassil?. Hago memoria intentado recordar si lo había visto y no. No lo había visto.
...****************...
JAKE
Bajamos en la mansión la verdad es que es bastante linda. No está mal, es un buen lugar para pasar el verano.
Erick baja del auto junto a mí.
– Es linda, papá –me dice–. Es una buena elección.
– Es muy linda de verdad, hermano –dice una voz.
Me giro hacia Oliver que está detrás mío. Desde hace tres años descubrimos que mí padre tuvo una amante y que él es el fruto de esa aventura. Pero la verdad nos llevamos bastante bien.
– Bienvenido, tío Oliver –le dice Erick–. ¿Cómo fue tu viaje?
– Estuvo bien, la verdad. Aunque demore un poco por el tráfico –nos dice.
– Pues... bienvenido a Estados Unidos –le sonrío–. Vamos a entrar.
Escuchamos un quejido detrás de nosotras Alina, mí esposa, sale del auto. Jamás le gustó el campo, tenía la esperanza de que se quedará en la ciudad con mí madre, pero no... Tengo la impresión que me seguirá hasta el infierno de ser necesario.
– ¡Hola, Oliver! –le sonríe–. Que bueno verte de nuevo.
– ¿Cómo estás, Alina? –le pregunta–. ¿Disfrutando del campo?
– ¿Te parece que lo estoy disfrutando? –dice molesta–. Mí amor, no aguanto estar aquí. Por favor.
– Dije que te podías quedar en la ciudad –me cruzo de brazos–. Tu quisiste venir.
– Si, mamá –le dice Erick–. No te quejes. Anda vamos.
Entramos a la mansión, es un espacio amplio y limpio, todo está como lo dije. Desempacamos cada uno en su habitación, las manos de Alina rodean mí torso, besa mí espalda.
– Se que hubieras preferido que no viniera –me susurra.
– ¿No recuerdas lo que hablamos? –me giro hacia ella–. Quiero que nos divorciemos.
– Por favor, Jake –me dice–. Yo te amo, más que nada. Te di un hijo y...
– Y te lo agradezco, amo a mí hijo –le digo tomando sus manos–. Pero a ti no, sabes que no.
– Se que quizás... –me mira con ojos llorosos–. Es por ella. ¿No es así? ¿Es por Natasha?
– No quiero hablar sobre ella –le digo–. Si vamos a terminar, acabemos las cosas bien.
– ¡NO QUIERO ACABAR! ¡Esa maldita te engaño! –exclama–. Te engaño con un mecánico y luego se embarazo.
– ¡BASTA! –grito.
En ese momento Erick entra en la habitación.
– ¿¡PERO QUE ESTA PASANDO!? –pregunta enojado–. ¡Ya dejen de pelear!.
– Perdona, hijo –le digo–. ¿Necesitabas algo?
– Voy a recorrer el pueblo con Ethan –me dice–. Nos vemos más tarde.
Así se va, odio pelear cuando él está, me da rabia saber que todo esto se puede impedir pero Alina no quiere renunciar.
...****************...
ADLER
Estoy en el taller del señor Robert dónde trabajo los veranos. Paso mí tiempo arreglando autos, motores y demás, amo la mecánica.
Estoy arreglando un Fiat 600 mientras Nicole me habla.
– ¿Que tal si ese hombre no aparecía? –me pregunta.
– Déjame pensar... –miro hacia arriba–. Lo hubiera matado, fácil.
– Hubieras ido a prisión, Adler –se cruza de brazos–. Y nosotras nos quedaríamos solas.
– Lo hice porque te amo, Nicole –le digo–. Tu y mamá son lo único que tengo y lo que defenderé con mí vida.
– Entiendo, yo también te amo, Adler –me dice–. Pero tienes que controlarte.
– ¿Cómo quieres que lo haga? –pregunto–. Tienes enamorado a la mitad del pueblo y la otra mitad son mujeres –pellizco sus mejillas–. Mí hermanita linda.
– Sueltame –quita mis manos.
Me río ante su reacción y me giro para seguir con el auto. Entonces dos chicos llegan.
– Disculpen –nos dice uno de ellos.
– Buenos días –le dice Nicole–. ¿Podemos ayudarlos?
Veo como ambos se quedan embobados mirando a Nicole, me limpio las manos y me acerco a ellos.
Ambos son de mí altura, masó menos un poco más bajos. Uno de ellos tiene el cabello negro y ojos azules.
Otro es un joven de mí altura rubio también de ojos oscuros. De la misma edad quizás un poco más grande, levanta la mirada hacia nosotros.
– Pregunto si... ¿Podemos ayudarlos? –me cruzo de brazos.
– Aamm... Si, perdón –dice el moreno–. Queríamos recorrer el pueblo pero somos nuevos.
– Nicole –me giro hacia ella–. Trae uno de los mapas que tenemos en la mesada.
– Claro, Adler –dice y va hacia la mesa–. ¿Se acaban de mudar? ¿Son hermanos?.
– No, no –niega el moreno–. Somos amigos, mí padre compro la mansión Stanford. Soy Erick y él es Ethan.
– Pues bienvenidos al pueblo –le digo–. Ojalá les guste el pueblo.
Nicole vuelve y va hacia él rubio, le extiende el mapa y el lo toma. Le echa una mirada y le sonríe.
– Me llamo Ethan –le dice.
– Soy Nicole –le responde ella–. Bienvenido al pueblo.
Mí hermana sonríe embobada con el rubio. Jamás la había visto así.
– Bueno nos tenemos que ir, Ethan –dice Erick–. Gracias por la ayuda y el mapa.
– De nada –les digo.
Mientras salían del taller el tal Ethan se gira hacia nosotros.
– Espero verte otra vez –le dice a Nicole.
– Igual yo, buena suerte –le dice ella.
Ambos se suben a un elegante auto y se van. Yo me giro hacia Nicole, ella me mira con los ojos abiertos.
– Tu no vas a ver a nadie –le digo.
– ¡Ay por favor, Adler! –exclama.